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1. Eva en Sión

 

Evasión

La palabra “evasión” viene del latín evasio y significa acción y efecto de alejarse de una dificultad. Sus componentes léxicos son: el prefijo ex- (hacia fuera), vadere (andar, ir), más el sufijo -sión (acción y efecto).

Evadir:

Del lat. evadĕre.

  1. tr. Evitar un daño o peligro. U. t. c. prnl.
  2. tr. Eludir con arte o astucia una dificultad prevista. U. t. c. prnl.
  3. tr. Sacar ilegalmente de un país dinero o cualquier tipo de bienes.
  4. prnl. fugarse (‖ escaparse).
  5. prnl. Desentenderse de cualquier preocupación o inquietud.

Salmos 137: Lamento de los cautivos

1 Junto a los ríos de Babilonia,

          nos sentábamos y llorábamos,

          al acordarnos de Sion.

2 Sobre los sauces en medio de ella

          colgamos nuestras arpas.

3 Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones,

          y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo:

           Cantadnos alguno de los cánticos de Sion.

4 ¿Cómo cantaremos la canción del SEÑOR

          en tierra extraña?

Eva

Según la Biblia, Eva es la madre de todos nosotros. Su nombre, en hebreo, significa “madre de los vivientes” o “dadora de vida”. De esta forma fue la primera en Crear a partir de la Creación que se nos había dado.

Eva en Sión

Al juntar estos dos conceptos, hago alusión a la primera creadora en el paraíso perdido. Una especie de imagen

Música psicodélica

La música fue la precursora del Universo de este poemario. Cuando empecé a escuchar música psicodélica, mucho antes de mi primera experiencia con cualquier tipo de droga, tuve una experiencia casi mística a través del ritmo y las palabras. Comprendí muy pronto, que este tipo de música me ayudaba a meditar. Conseguía salir de mí mismo y concentrarme activamente en el viaje musical, experimentarlo con mi propio cuerpo. Considero que a través de este género musical he mejorado mi oído y mi paciencia melómana. Cerrar los ojos y ver la música, para sentirla de verdad. Primero, visualizar cada uno de los instrumentos que participan en la canción. Y después, dejarse llevar por los matices de cada uno de ellos hasta que formen un todo. Una especie de caudal que te arrastra a través de un ritmo continuado. Ahí es cuando empieza la sensación sinestésica de escuchar los colores.

Cuando me dejaba llevar por las canciones de The Doors y Pink Floyd, los sonidos eran de colores y el color muy pronto se hacía cuerpo. Era un ejercicio increíble para la imaginación, como una especia de gimnasio para el cerebro. Si era capaz de evadirme del mundo que me rodeaba y generar imágenes en mi cabeza a través de la música, ¿cómo no iba a poder crear historias? ¿Ambientes? ¿Universos? ¿Escribir textos? Cuando fui consciente del poder que estos sonidos tenían sobre mí, la música psicodélica se convirtió rápidamente en mi herramienta literaria más preciada para la creación artística. Mi manera de expresarme. Durante los primeros años de escritura, todos mis textos iban ligados a una canción.

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