#17 Ahora tú

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Siempre he pensado que más allá del uso que normalmente hacemos de las redes sociales (como rincón de la envidia y enorme escupidero de bilis), también hay pequeños espacios de conversación literaria. Así que el otro día no sé quién propuso un sticker en Instagram con el siguiente desafío:

‘6 autoras que te han marcado como lectora’.

Recordé entonces cómo empecé a leer a autoras de manera consciente, gracias a mis compañeras de carrera. Fueron ellas las que me hicieron ver las pocas oportunidades que les había dado (hasta ese momento) a tantas escritoras mujeres que merecen ser leídas. Quién me iba a decir a los 23 años que a los 31 haría una propuesta de apertura del canon literario a este respecto en mi tesis del Master. Aprovecho la ocasión para darles las gracias. En esta entrada voy a dejar que sean las autoras que más me han marcado a mí quienes te hablen directamente. ¡Espero que te gusten estos fragmentos de sus obras!


Ahora tú: Te invito a que aceptes este desafío y elijas tú también a las 6 autoras que más te han marcado como lector.


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Wisława Szymborska

El silencio de las plantas

La relación unilateral entre vosotras y yo

no va nada mal.

Sé qué es una hoja, un pétalo, una espiga, una piña, un tallo

y qué os pasa en abril y en diciembre.

Aunque mi curiosidad no es recíproca,

sobre algunas me inclino con especial atención,

y ante otras levanto cabeza.

Tengo nombres para vosotras:

arce, cardo, anémona, brezo,

enebro, muérdago, nomeolvides,

y vosotras no tenéis ninguno para mí.

Hacemos el viaje juntas.

Y durante los viajes, se suele hablar.

Se intercambian opiniones sobre el tiempo

o sobre las estaciones que pasan volando.

No faltarían temas porque tenemos muchas cosas en común.

La misma estrella nos tiene a su alcance.

Proyectamos sombra según las mismas leyes.

Intentamos saber cosas cada una a su manera

y en lo que no sabemos también hay semejanza.

Lo aclararé como pueda, preguntadme:

qué es mirar con los ojos,

para qué me late el corazón

o por qué mi cuerpo no echa raíces.

Pero cómo contestar a preguntas nunca hechas,

si, además, una es

tan nadie para vosotras.

Musgos, sotos, prados y juncales,

todo lo que os digo es un monólogo

y las que escucháis no sois vosotras.

La conversación con vosotras es necesaria e imposible.

Urgente en una vida apresurada

y aplazada hasta nunca.



¿Qué he aprendido de Wisława Szymborska?: que también se puede escribir sobre temas profundos desde lo prosaico. Los poemas de la polaca parecen sencillos pero no lo son y sirven para regar pero también para podar. Muchos parten de situaciones cotidianas que plantean cuestiones metafísicas profundas. Siempre me ha gustado este poema en el que uno se imagina con qué ternura mantiene esa conversación imposible con las plantas: un diálogo necesario que a mi parecer tiene mucho que ver con la escritura y la paciencia. No olvidemos que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1996. Me encanta la facilidad con que desgarra sin pretensiones románticas. Fue una señora adorable.

Editorial: Visor Libros


Chantal Maillard

Escribir

escribir

para decir el grito

para arrancarlo

para convertirlo

para transformarlo

para desmenuzarlo

para eliminarlo

escribir el dolor

para proyectarlo

para actuar sobre él con la palabra

escribir

para descansar

(escribir que el sol, en invierno, es hermoso)

por no llorar tan dentro

tan a escondidas

escribir

hasta la extenuación

para que se derrame el dolor contenido

desde el inicio del mundo

escribir

para rebelarse

sin provecho

a pesar de la derrota ya prevista

porque no hay rebeldía que no esté justificada

ni violencia que no sea, en el fondo,

inocente,

escribir

con derecho al llanto

escribir para curar

escribir para guarecerse

escribir como si cerrase los ojos

para no cerrarlos

para mover la mano y seguir su curso

para sentirse viva

AÚN

para aplazar la angustia

como simulación

para guiar la mente y que no se desboque

para controlar lo controlable

escribir

como quien deja la luz encendida

y duerme de pie sobre sí mismo

para saldar las cuentas con el miedo

escribir

para reorganizar

escribir

sin hacer concesiones

escribir

como quien des-espera

para cauterizar

para tomarle las medidas al miedo

para conjurar

para morder de nuevo el anzuelo de la vida

para no claudicar

escribir

para apuntar al blanco



¿Qué he aprendido de Chantal Maillard?: la poesía como forma de filosofía. La escritora belga (afincada en Málaga) es certera como pocos escritores y siempre se encamina hacia la médula espinal de los conceptos. ¿Para qué escribir? Para buscar respuestas, sobre todo; pero también para curar, para ser rebelde, para sobrevivir a una larga lista de razones. Este poema (que pertenece a ‘Matar a Platón’) se erige como una poética pero también como una celebración de la escritura y se enrosca sobre sí mismo en forma de metaliteratura.

Editorial: Galaxia Gutenberg


Alejandra Pizarnik

Árbol de Diana

5

por un minuto de vida breve

única de ojos abiertos

por un minuto de ver

en el cerebro flores pequeñas

danzando como palabras en la boca de un mundo

9

Estos huesos brillando en la noche,

estas palabras como piedras preciosas

en la garganta viva de un pájaro petrificado,

este verde muy amado,

este lila caliente,

este corazón sólo misterioso.

11

ahora

en esta hora inocente

yo y la que fui nos sentamos

en el umbral de mi mirada

13

explicar con palabras de este mundo

que partió de mí un barco llevándome

14

El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.

15

Extramo desacostumbrarme

de la hora en que nací.

Extraño no ejercer más

oficio de recién llegada.

23

una mirada desde la alcantarilla

puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos



¿Qué he aprendido de Alejandra Pizarnik?: que la escritura puede ser un buen refugio, cuando no tienes nada más donde aferrarte. Escribe, casi siempre, sobre el dolor y sobre la escritura misma. Un ejemplo de cómo la brevedad suele ser más desgarradora que cualquier larga enumeración. Sus textos tienen forma de cuchillo. Me parece una escritora de raza, romántica, loca y demasiado cuerda para la vida. Es el referente de todas las niñas atormentadas que disfrutan, por primera vez, del poder de la poesía como sostén de su salud mental. Es terrible pensar que, al final, los versos no fueron suficiente para ella y conviene recordarlo.

Editorial: Lumen


Marguerite Yourcenar

«Antínoo era griego; remonté en los recuerdos de aquella familia antigua y oscura, hasta la época de los primeros colonos arcadios a orillas de la Propóntida. Pero en aquella sangre algo acre el Asia había producido el efecto de la gota de miel que altera y perfuma un vino puro. Volvía a encontrar en él las supersticiones de un discípulo de Apolonio, el culto monárquico de un súbdito oriental del Gran Rey. Su presencia era extraordinariamente silenciosa; me siguió en la vida como un animal o como un genio familiar. De un cachorro tenía la infinita capacidad para la alegría y la indolencia, así como el salvajismo y la confianza. Aquel hermoso lebrel ávido de caricias y de órdenes se tendió sobre mi vida. Yo admiraba esa indiferencia casi altanera para todo lo que no fuese su delicia o su culto; en él reemplazaba al desinterés, a la escrupulosidad, a todas las virtudes estudiadas y austeras. Me maravillaba de su dura suavidad, de esa sombría abnegación que comprometía su entero ser. Y sin embargo aquella sumisión no era ciega; los párpados, tantas veces bajados en señal de aquiescencia o de ensueño, volvían a alzarse; los ojos más atentos del mundo me miraban en la cara; me sentía juzgado. Pero lo era como lo es un dios por uno de sus fieles; mi severidad, mis accesos de desconfianza (pues los tuve más tarde), eran pacientes, gravemente aceptados. Sólo una vez he sido amo absoluto; y lo fui de un solo ser».

«He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en el erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa, pero también más especializada, de este acercamiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo».



¿Qué he aprendido de Marguerite Yourcenar?: que el doble es parte indisoluble del Yo, puesto que no hay otra forma de explicar el propio cuerpo si no es a partir de la relación con el Otro. Pero sobre todo he aprendido que hay libros insuperables como este en el que todos los géneros forman un artefacto híbrido poético, histórico, narrativo, epistolar…Es la mejor novela histórica que he leído en mi vida y a la vez la más bella carta de amor. Además, fue Julio Cortázar quien lo tradujo al español. Una obra maestra que la francesa tardó 25 años en escribir.

Editorial: Edhasa


Louise Glück

Maitines

Veo que contigo es como con los abedules:

no debo hablarte

de manera personal. Muchas

cosas han pasado entre nosotros. ¿O

fue siempre solo

por mi parte? Me

siento culpable, culpable, te pedí

humanidad –no estoy más necesitada

que otra gente. Pero la ausencia

de todo sentimiento, de la menor

preocupación por mí –También podría

hablar con los abedules,

como en mi otra vida: dejar

que hagan lo peor, dejar

que me entierren con los románticos,

que sus afiladas hojas amarillas

caigan y me cubran.


¿Qué he aprendido de Louise Glück?: simplemente aprendo traduciendo a la Premio Nobel de Literatura 2020 y su forma de abordar las ilusiones perdidas, a partir de oraciones que dan forma a un paisaje. Para mí, leer sus poemas es como mirar por la ventana.

Editorial: Visor Libros


Blanca Andreu

El sueño oscuro

Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve,

cómo será así extraño,

cuando tú ya no estés,

la catedral del día,

el claustro que consensa la gran edad de la luz

y el carácter de las tormentas.

Amor mío, amor mío, tú sin día para ti,

enjambrado entre espejos y entre las cosas malas,

muerta la plata trascendental

y las ya antiguas anémonas de égloga,

muerta esta versión, que ahora oscuro, y declino, para leerla,

más jóven.

Amor mío de nunca, afiebrado y pacífico,

versos para el pequeño pulpo de la muerte,

versos para la muerte rara que hace la travesía de los teléfonos,

para mi mente debelada versos, para el circuito del violín,

para el circuito de la garza,

para el confín del sur, del sueño,

versos que no me asilen ni sean causa de vida,

que no me den la dulce serpiente umbilical

ni la sala glucosa del útero.



¿Qué he aprendido de Blanca Andreu?: la suficiencia creadora de imágenes y cómo el surrealismo puede integrarse en una retórica menos charlatana de la de aquellos locos de los años 20 que integraron por primera vez los sueños en el laboratorio literario. Es una fábrica interminable de simbología, es poderosa y misteriosa. Aún no he logrado encontrar un libro suyo en papel, lo que agranda su leyenda de poeta.