Buscando dolor para la inspiración, me dirijo a usted para expresarle mi más desdichado sentir. Dentro de mi alma, en lo más profundo de mis entrañas crece exasperadamente un sentimiento de preocupación, que tala y quema todo a su alrededor. No es amor, no es soledad, no es dinero, es existencia. ¿Y qué importa que la luz de nuestro atardecer inyecte en fuego mis ojos, acariciándolos con brisas azuladas de estrellas fugaces de luz moribunda dorada, si cuando caiga la noche todo habrá terminado? ¿Qué relevante es el hecho de que mis pulmones se hinchen de primavera mientras beso su suave y dulce cuello olor jazmín cuando me vuelve la locura, si mis fuerzas decaerán en una almohada eterna? No es una melodía, un orgasmo, saciedad, alcohol, cordura, bienestar o dirección, es vacío. Y ante tales malos augurios, ¿qué puedo hacer?. Me miro al espejo y véome buscando consejo en un papel, en un folio blanco marcado con tinta…sin ningún sentido. La percepción de las cosas cambia por completo, ahora veo animales camino del cementerio, camino del más allá; y lo hacen de forma feliz y, ¿por qué?.

No me conteste, los daños son irreversibles el punzón ya está clavado, mi alma tiene fecha de caducidad. ¿Por qué el rebaño acepta? Yo quiero más, soy ambicioso y me revelo contra el universo y vuelvo a releer este sinsentido que empezó en busca de ayuda, de un hombro, de un consejo y acabó en negro, en testamento, en muerte anticipada. ¿Y qué más da que el cielo se caiga esta noche, si me pilla besándole el cuello mientras el Sol bosteza alegre antes de irse a dormir?, sería entonces cuando habría satisfecho mi existencia. Gracias amigo!

Pablo Melgar

 

 REQUIEM – MOZART