Francesita de hombros calientes y orejas descubiertas

deja ya de andar por el Paseo de los Tristes

en busca de una pena.

 

Lo tuyo es la calle Mesones bajo tus pestañas negras

mientras te pintas los labios de color rojo

y te brillan las pecas.

 

Francesita, deja de recorrer Granada entera

persiguiéndome con tacones

por todas las aceras.

 

No te puedo no ver en la barra del Chantarela

comiendo carne en salsa con las manos

y dándole un sorbito a tu caña de cerveza.

 

Francesita, eres como la última tentación de la cena:

“una y no más”, decías siempre

cogiendo otra galleta.

 

¿A quién le regalo yo ahora mi libro de recetas?,

si sigo sirviendo dos platos

antes de cada cena.

 

Francesita, devuélveme Granada entera

que la quieres sola para ti,

guardada en tu maleta.

 

Estás como una regadera

que me riega la vida

y me seca la palmera.

 

Francesita, deja a los pintores tocar madera

y píntame los labios

del color de una hoguera.

 

Acuéstate conmigo sobre la hierba

y deja de llorar esmeralda,

que se te ponen los ojos rojos y tu sonrisa se desaprovecha…

 

Francesita, devuélveme Granada entera,

no te la quedes para ti

y sácala de la maleta.

 

Pablo Melgar

 

“Querer lo que te hace daño, tío, ¿sabes? De esto que…que no puedes evitarlo, pero dices…pero no puedo, pero necesito…necesito una vez más”. (Leiva)

 
 Francesita – Leiva