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La selva donde mi espíritu se exilia (Epígrafe 2. 2)

[infobox maintitle=”Romanticismo” subtitle=” ‘Compañeros, cuando alguna vez hemos pensado en nosotros mismos, no en nosotros en tanto que individuos, sino en nosotros en tanto que comunidad, en nosotros en tanto que juventud, o cuando hemos leído algo sobre los jóvenes, siempre hemos pensado que la juventud es romántica’. (Benjamin, 1913: 43)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

La juventud romántica13 es, en esta tesis, el motor fundamental que pone en marcha el viaje de nuestro antihéroe, deseoso por convertirse en un bohemio en París como forma de saciar su rebeldía frente a la Institución. Según la lectura que hace Karl Marx sobre la Revolución Francesa (1792), la bohemia parisina está íntimamente relacionada con “los conspiradores profesionales” de “existencia vacilante, que más dependía de la casualidad que de sus propias actividades, su vida sin reglas, cuyas únicas estaciones fijas son las posadas de los comerciantes de vino –el lugar de encuentro de los conjurados-, las inevitables relaciones con todo tipo de gente dudosa, los coloca en ese círculo que en París se llama la bohème” (Benjamin, 1938: 67).

Por lo tanto, el tabernero Defarge de la novela de Charles Dickens, Historia de dos ciudades (1859), nos sirve como gran ejemplo para enmarcar esta idea por la cual la primera Revolución Francesa (1792) se gestó en las tabernas donde esos “verdaderos hombres”14 que hablaban en clave, bajo el nombre de Jacques: que puede hacer referencia a la barrera de Saint Jacques, donde se instaló la guillotina (Lesmes, 2018: 146). Los Jacques son los encargados de organizar el golpe de estado revolucionario. Para Marx, son estos conspiradores “los que levantan y comandan las primeras barricadas” (Benjamin, 1938: 71), el símbolo de la Revolución. Según esta idea, Walter Benjamin subraya que “el vino da comienzo a los sueños de venganza futura y de esplendor futuro de los desposeídos” (Benjamin, 1938: 76) que se refugian en la taberna para beber vino de contrabando, accesible sin los aranceles impuestos por la Institución Pública.

[infobox maintitle=”Jacques” subtitle=” ‘Defarge cerró cuidadosamente la puerta y dijo con voz queda: -¡Jacques Primero, Jacques Segundo, Jacques Tercero! Este es el testigo en cuya busca fui yo, Jacques Cuarto, conforma a la cita que se me había dado. Él os lo contará todo. ¡Habla, Jacques Cuarto!’ (Dickens, 1859: 262)” bg=”gray” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

Honoré Daumier

Tras las frustraciones republicanas que propició el periodo conocido como El Terror (1793-1794), tras la primera Revolución, el 23 de febrero de 1848 el pueblo obrero volvió a tomar por la fuerza uno de los monumentos del poder monárquico (esta vez fue el Palacio de las Tullerías) de la misma forma en que sus abuelos lo habían hecho anteriormente en la cárcel de la Bastilla. Esta escena de La educación sentimental (1869), llena de ironía por parte de Gustave Flaubert, muestra cómo ese espíritu revolucionario de la multitud de la segunda Revolución era una simple reescritura15 de aquel primer obrero conspirador de taberna y barricada.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Al lado de Frédéric, un hombre con gorro griego y una cartuchera por encima del chaleco de tricot disputaba con una mujer que llevaba pañuelo a la cabeza, que le decía: —Pero quédate, quédate. —Déjame en paz —contestaba el marido—. Tú sola puedes cuidar de la portería. Ciudadano, yo te lo pregunto: ¿tengo razón? He cumplido con mi deber en todas partes: en el mil ochocientos treinta, en el treinta y dos, en el treinta y cuatro, en el treinta y nueve. Hoy se bate la gente y es preciso que me bata. Vete’. (Flaubert, 1869: Pos. 5543)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

Más tarde, “la imagen que Baudelaire ofrecía en los días de febrero –en alguna esquina parisina, sacudiendo un fusil con la legendaria “¡Abajo el general Aupick!” (Benjamin, 1938: 70), nos da una pista en torno a la idea de cómo el joven poeta encontró en aquella insurrección una excusa para proyectar su propia rebeldía16, al igual que aquellos taberneros de la primera Revolución. Las circunstancias familiares del joven Baudelaire, huérfano de padre con solo 6 años, marcan “la inadecuación del poeta con la realidad” y conforman su identidad sobre un “Yo marginal”. El matrimonio de su madre con el general Aupick será considerado por él como un “objeto de traición al padre imaginariamente vivo” y el consiguiente “deseo de muerte del/al padrastro” (Torres Monreal, 1994: 33).

Para Walter Benjamin, Baudelaire “quiso presentarse como poeta social” pero no a través de una escritura activista sino blasfema. Pronto se desencantó con los valores revolucionarios y centró su foco de atención en los “vencidos” por el cinismo burgués que una vez más había promovido una Revolución económica en función de las oportunidades crematísticas que propiciaba la modernidad y no en nombre de la libertad, motor del pueblo frente al autoritarismo y el hambre. En Baudelaire, “Caín predomina sobre el dócil Abel” como prototipo de personaje que utilizará para su alegoría de spleen17.

[infobox maintitle=”Abel” subtitle=” ‘Estirpe de Abel, duerme, bebe y come; / porque Dios te sonríe complaciente.’ ” bg=”black” color=”white” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

[infobox maintitle=”Caín” subtitle=” ‘Estirpe de Caín, tú por el fango / arrástrate hasta la muerte miserable’ (Baudelaire, 1857: 207)” bg=”black” color=”white” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

Sin embargo, no fue hasta Arthur Rimbaud, con su primer viaje a París en 1871, cuando se materializa en primera persona este mitologema18 revolucionario como acto y no como canto del anhelo rupturista más allá de las realidades históricas (en París, la ciudad de las revoluciones). Sin embargo, lo hace en la tercera Revolución Francesa, la de la Comuna de París (1871) que acabó con sus sueños truncados y más de 10.000 muertos. Rimbaud encuentra en su difícil relación con la autoridad19 y en el ejemplo de Baudelaire20, un motivo de peso para emprender su viaje iniciático. En París se convierte en ese enfant terrible de actitud casi obscena que camina “con los puños” en sus “bolsillos rotos” y escucha a sus estrellas temblar con el rocío en su frente, “como un vino de vida”(Rimbaud, 1871: 287). El concepto de dormir à la belle etoile (dormir bajo la bella estrella) es un tópico que desde las Confesiones (1771) de Rousseau se consolidó para referirse a la bohemia literaria francesa (Rimbaud, 1996: 287).

Scenes de la Vie de Bohme by Murger, Henry

Al poco tiempo del inicio de la transformación urbanística, textos como el tan famoso de Henry Murger titulado Scènes de la Vie de Bohème que empiezan a tratar no solo sobre el ritmo frenético de una ciudad que se torna en moderna, sino de la urbe como refugio para los jóvenes rebeldes con aspiraciones artísticas. De esta forma, la vida nocturna parisina que tuvo su Edad de Oro hasta el fin de los años 20 del siglo XX, mantiene el espíritu de aquellas tabernas donde se practicaba el ejercicio de la conspiración: como para algunos de los exiliados españoles durante la Restauración (1874-1931), la Generación Perdida norteamericana entre la Primera Guerra Mundial (1918) y la Gran Depresión (1929) o tantos escritores hispanoamericanos a partir de Rubén Darío que obraron ese “milagro” (del que hablaba Cortázar) de lograr el éxito editorial en Europa lejos de la situación de inestabilidad política en sus países de origen.

Pablo Melgar Salas

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13 “Junto a la anterior tipología del viajero ilustrado dieciochesco, la nueva faceta del viajero decimonónico, adscrito al romanticismo, ha sido la de mayor proyección literaria; constituyéndose en un fenómeno atractivo para analizar y, al mismo tiempo, proporcionando buenas bases de información que dieron origen a vivencias, imágenes y estereotipos muy reutilizados posteriormente”. (González Troyano, 2005: 152)

14 “-Y esos pocos, ¿quiénes son? ¿Cómo los escogéis? –Escojo a verdaderos hombres, tocayos míos (me llamo Jacques), hombres que es conveniente que lo vean. Y basta. Vos sois inglés, y ésta es otra historia.” (Dickens, 1859: 63)

15 “…una adaptación puede ser considerada reescritura sólo en el caso de que implique una apropiación del texto precedente para reformularlo y reutilizarlo desde una nueva mirada” (Pérez Bowie, 2010: 11)

16 “1848 sólo fue divertido porque cada uno fabricada utopías como castillos en el aire” (Baudelaire, 1909: Pos. 363)

17 “El spleen es el sentimiento que corresponde, incesante, a la catástrofe”. (Benjamin, 1983: 66)

18 “Según la definición de Kerenyi, el mitologema es una masa de material transmitida en relatos bien conocidos y sería precisamente el movimiento de esta materia el que da forma al mito, abrazando unas realidades atemporales, por lo cual existen y siempre existieron en la especie humana unos elementos estructurales colectivos que se transmiten por herencia” (De Laurentiis, 2009: 151).

19 “Dotado de una mentalidad enfermiza, pero prodigiosa, de una sensibilidad superexcitada, quiere escaparse del ambiente cerrado y provinciano que le rodea, y ya hacia los doce años se le nota esta tendencia mística exaltada, morbosa, a vivir al margen de lo que le rodea y a construirse un mundo imaginario”. (Roger, 1952: 244).

20 “Su admirado Baudelaire, poeta maldito, cuando escribió Las Flores de Mal, aun iba muy acicalado, incluso perfumado. Los poetas tenían todavía un carácter sagrado y un porte respetable. Rimbaud fue el que inauguró los harapos de bohemio y el pelo largo, fue el primero en divertirse provocando a los burgueses con una conducta caótica, obscena e irreverente y antes de que se pusiera de moda comenzó a experimentar cualquier clase de vicio como una conquista de la libertad”. (Vicent, 2010: s/p).

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Bibliografía

BAUDELAIRE, Charles (1857). Las flores del mal. Barcelona: Editorial Planeta, S. A., 2012, 2016.

BENJAMIN, Walter (1913) Romanticismo. Un discurso no pronunciado ante la juventud escolar, en BENJAMIN, W. Obras, libro II, vol. 1. Madrid: Abada, 2007.

––– (1938) El París de Baudelaire. El París del Segundo Imperio en Baudelaire (1938). Buenos Aires: Eterna Cadencia Editoria, 2012.

DICKENS, Charles (1859). Historia de dos ciudades. Madrid: Alianza Editorial, 2015.

FLAUBERT, Gustave (1869). La educación sentimental. Traducción: Hermenegildo Giner de los Ríos. Editor digital (versión Kindle): Titivillus, 2016.

LESMES, Daniel (2018). Aburrimiento y capitalismo. En la escena revolucionaria: París, 1830-1840. Valencia: Pre-Textos, 2018.

RIMBAUD, Arthur (1871). Cartas del vidente. Buenos Aires: Biblioteca Virtual Universal, 2010. http://www.biblioteca.org.ar/libros/153514.pdf (junio, 2018)
––– (1996). Poesías completas. Madrid: Ediciones Cátedra, 2015.
 
TORRES MONREAL, Francisco (1994). Escritos íntimos. Charles Baudelaire; introducción, traducción e índices. Murcia: Universidad de Murcia, Secretariado de Publicaciones, 1994.
 
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