No sé a qué mierda apelar para explicarme o decidir simplemente que me da igual, y desistir de entender este verbo vivir que no he conjugado. Sigo cambiando de página y lápiz sólo por alegrarle la vista a la no-inspiración, igual que a los siete años. Y escuchar Liszt bajo sábanas sedantes, tratando de no sentir los cuchillos, todos y cada uno desde el bisturí primero, que acabó con el cordón-maternal. Privilegio y metal. Me embriago como un Narciso en cada reflejo, arañando los espejos, soñando mi cara desfigurada.
Aprieto entre mis puños la tierra y la hago mía entre uñas, chirriando los dientes.
Lloro el luto de rigor, en mi territorio de piedras violadas. Y decido de raíz que da igual. Aspiro a soñarme ceniza libre y me quemo por dentro, pateando la naturaleza adquirida.
Irene Viedma Requena
Imagen: La doble vida de Verónica
Liebestraum – Love Dream – Franz Liszt
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