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La selva donde mi espíritu se exilia (Epígrafe 2. 3)

Podemos considerar La vida exagerada de Martín Romaña (1981, Bryce Echenique) y Vida feliz de un joven llamado Esteban (2000, Santiago Gamboa) como otra reescritura más de ese gesto “del adolescente frágil, inerme, que apuesta lo poco que tiene por algo que no se sabe muy bien qué es, y que generalmente pierde” (Bolaño, 1999: s/p) o cuando esas “informaciones culturales” confrontan con la propia experiencia del sujeto migrante.

Ambas juegan con el género autobiográfico de manera similar, pues sería sencillo comparar los hechos narrados desde una perspectiva biográfica (todos los escenarios coinciden con el itinerario real de ambos autores21). Sin embargo, para José Luis de la Fuente, “verdad y realidad llegan al texto por una operación de la memoria, que se materializa en la escritura” (de la Fuente, 2006: 2); de esta forma el autor interpreta, de manera subjetiva, los recuerdos de su juventud bohemia tras el paso del tiempo.

En sendos autores convive ese elemento homérico fundamental del viajero novelista occidental y “es que las aventuras no solamente las vive Ulises, sino que las cuenta (…) de tal manera que hay contradicciones con los hechos que le han ocurrido anteriormente […] y tenemos algunas indicaciones de que lo que cuenta son exageraciones o invenciones de lo vivido” (Vargas Llosa, 2011: 50).

Santiago Gamboa establece a Esteban como narrador en primera persona de Vida feliz de un joven llamado Esteban, con el desarrollo de seis momentos distintos de su vida, dispersos en la línea temporal y en cinco ciudades diferentes: París (1998), Medellín (1966), Bogotá (1971), Roma (1974), Bogotá (1975), Madrid, (1985) y de nuevo París (1998) donde cierra el círculo de su narración. En esta obra no se descubre mucho de la experiencia de Esteban en París, sino que la ciudad se establece como refugio del protagonista (ya adulto) que mira hacia atrás y recrea el itinerario del viaje que le llevó hasta allí. Desde su habitación en París, rememora su infancia en Medellín en los años 60, durante los cuales “la agitación estudiantil era intensa” y, como sus padres daban clases en la Universidad, vivieron de forma intensa cómo “miles de jóvenes de izquierda empezaban a crear el movimiento estudiantil más fuerte del país”22 (Gamboa, 2000: 25).

A su vez, la perspectiva de Bryce también “es, sin duda, la del recuerdo” (Cornejo Polar, 1982: 340); pues, al igual que Gamboa, cuenta su exagerada vida en Europa – multitud- de forma retrospectiva y desde un sillón Voltaire –solitud-. Estas interpretaciones de una realidad pasada, hacen que Bryce siempre camine sobre esa fina línea que separa la ficción de la realidad23. De esta forma, intenta recrear el pensamiento romántico de su juventud.

[infobox maintitle=”Bryce Echenique” subtitle=” ‘Creía al pie de la letra que una vida en Europa suponía una buena dosis de bohemia, para ser digna y provechosa. O para estar a la altura’ (Bryce Echenique, 1981: 55)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

¿Para estar a la altura de qué? “Martín Romaña creía firmemente”24 que mediante ese viaje iniciático se acercaría a esa “gran borrachera verbal, intuitiva, hermosa y poética” que sucede a la fiesta en la taberna, “más tirada a lo Rimbaud que a lo Verlaine” (Bryce Echenique, 1981: 313). Y es que Martín se empeña en adentrarse forzosamente en la bohemia revolucionaria de París durante la rebelión estudiantil de mayo del 68 –lo más parecido a una Revolución francesa durante el siglo XX en París-, como reacción al capitalismo feroz que la posguerra de la Segunda Guerra Mundial había impuesto en la sociedad francesa (y en Europa, en general) por medio del Plan Marshall.

[infobox maintitle=”Martín Romaña” subtitle=” ‘Vida exagerada, Martín Romaña, pero Inés aún no se te había ido del todo, y recuerda ahora escribiendo cómo entonces soñabas, soñabas con tener cara de slogan, caminada de blue jean, barba y pelambre, mirada de activista, pinta de póster, claro que soñabas más bien despierto que dormido, en el sentido más literal de la palabra, porque con la excusa de que no había tiempo para dormir, pues dormir era burgués, corrías tus insomnios por las calles soñando que te parecías al Che Guevara, cuando barricadeabas, y a Jean-Paul Sartre, cuando escribías. En fin, todo, con tal de que Inés no se fuera del todo’ (Bryce Echenique, 1981: 315)” bg=”gray” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

Con su intención de parecerse, entre otros tantos, a Jean Paul Sartre (el intelectual francés que mayor impacto tuvo en la rebelión comunista de Mayo del 68 y para el que –según Catalina Uribe Merino25– “la vida y la escritura son la misma cosa”); Bryce toma esa idea como motor de arranque pero la experiencia revolucionaria acaba manifestando que su pose activista solo tiene sentido para impresionar a su novia Inés (seducida por las teorías marxistas) y como forma de camuflaje entre los ambientes bohemios de la época (lo que él llama El Círculo). El peruano toma una distancia irónica con las empresas revolucionarias, a pesar de describirlas desde dentro, y con ella critica de manera caricaturesca la actitud de los peruanos que abrazan los ideales revolucionarios europeos: “En París, en todo caso, resultaba absurdo. Ellos eran peruanos, y a los guerrilleros peruanos los habían matado allá, en el Perú, no en París” (Bryce Echenique, 1981: 191).

 

Sin embargo, la ironía de Bryce parece no tener límites y se despacha también con ese regusto burgués característico de las poses intelectuales: “No se puede leer a Marx en la playa. No me preguntes por qué, pero no se puede” (Bryce Echenique, 1981: 189). Para Cornejo Polar, la perspectiva retroactiva del recuerdo hace que el narrador sea “también víctima de esa desilusión colectiva” que definió la conclusión de las revueltas de Mayo del 68 en París y en vez de adentrarse en la bohemia como un activista más, acabaría siendo “un voyeur, un fisgón” (en palabras del propio Bryce)26.

Con el mismo ímpetu comparatista de Bryce, Santiago Gamboa cuenta en Vida feliz de un joven llamado Esteban uno de los viajes de iniciación literaria de su protagonista, que con tan solo 19 años pone rumbo a Lisboa solamente con la intención de adquirir un libro de Vargas Llosa.

[infobox maintitle=”Esteban” subtitle=” ‘Adelantándome en estos apuntes recuerdo haber hecho, tiempo después, un viaje de Madrid a Lisboa en un tren nocturno sólo para comprar un libro agotado en las librerías de España. Era «Gabriel García Márquez: historia de un deicidio», de Mario Vargas Llosa, publicado por Barral Editores.’ (Gamboa, 2000: 267)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

Y es que las chispas que encienden la mecha de sus lecturas juveniles “tienen que ver con la novela latinoamericana moderna, que es la del “boom”, y con la novela europea y la norteamericana”. Gracias a su propio testimonio sabemos cuáles fueron los dos “cataclismos” que, como lector, marcaron su juventud: la lectura del El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell, y el acercamiento a la obra de Mario Vargas Llosa, del que aprendió que “se podía ser latinoamericano y escribir historias que transcurrieran en ciudades”. Vargas Llosa sitúa “al ciudadano de clase media como el gran héroe de la novela” y con ello la representación de las frustraciones del hombre medio latinoamericano en la modernidad (Gamboa, 2016: 206).

La admiración que Gamboa siente por la literatura urbana peruana se fundamenta en que para él “exalta al hombre en crisis […] en una ciudad anónima” de la misma forma en que lo hicieron “la literatura urbana de los años 1930 o 1940 europea”; mientras que su Bogotá natal “no tiene, o no tenía ninguna literatura”. Gamboa pertenece quizás a la primera generación de escritores colombianos que no vienen de otro campo de trabajo (como es el caso de Bryce, que estudió Derecho antes de marcharse a París) sino que son estudiantes de literatura desde el principio: “Dedicarse a la literatura es algo que se asume como proyecto de vida” (Gamboa, 2016: 207). Por eso la identidad moderna hispanoamericana que autores como Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro o el propio Bryce Echenique (más tarde)27 ayudan a construir; será un faro importante para el joven estudiante de literatura. El sillón Voltaire de Bryce y la sórdida habitación de suburbio de Gamboa, son una prueba más de esa “exploración personal” del escritor migrante que parte de su lugar de origen en América Latina y que, por medio de “lecturas o viajes literarios” (Romera Galán, 2010: 372) por Europa, asimila las poéticas del flâneur a las suyas propias.

[infobox maintitle=”Mario Vargas Llosa” subtitle=” ‘Querido amigo: Su carta me ha emocionado, porque, a través de ella, me he visto yo mismo a mis catorce o quince años, en la grisácea Lima de la dictadura del general Odría, exaltado con la ilusión de llegar a ser algún día un escritor, y deprimido por no saber qué pasos dar, por dónde comenzar a cristalizar en obras esa vocación que sentía como un mandato perentorio: escribir historias que deslumbraran a sus lectores como me habían deslumbrado a mí las de esos escritores que empezaba a instalar en mi panteón privado: Faulkner, Hemingway, Malraux, Dos Passos, Camus, Sartre.’ (Vargas Llosa, 1997: 1293)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

 

Pablo Melgar Salas

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21 “Yo he vivido en muchas ciudades y casi siempre en capitales, al menos desde que tuve libertad para elegir mi ciudad de residencia. Después de Bogotá, donde nací, vino Madrid, en 1985, y luego París, Roma, Nueva Delhi y finalmente Roma, de nuevo, la misma Ciudad Eterna en la que ya había vivido también de niño durante un tiempo, en 1974”. (Gamboa, 2016: 107)

22 “En Medellín, por la vía de Juventudes Comunistas, las JUCO, y del Movimiento Independiente Obrero Revolucionario, el MOIR, miles de jóvenes de izquierda empezaban a crear el movimiento estudiantil más fuerte del país. Por eso las universidades públicas eran vistas como nidos de subversión”. (Gamboa, 2000: 25)

23 Dice Bryce Echenique: “Es curioso; cuando cuento algo me dicen: «Bah, no puede ser verdad». Y si lo escribo sentencian: «Eso es autobiográfico». (Roig, 1982: 66)

24 Título del séptimo capítulo de La vida exagerada de Martín Romaña (Bryce Echenique, 1981: 55)

25 “Es importante entonces hacer una revaluación serena, pero firme, de la significación que su pensamiento y sus compromisos han tenido en la sociedad y la cultura. Pues, contemporáneo nuestro o no, Jean-Paul Sartre sigue siendo, indudablemente, la figura emblemática del intelectual comprometido y el filósofo de la libertad por excelencia.” (Uribe Merino, 2006: 26)

26 “Observador que se observa observando, Martín Romaña no cree en la madurez, más bien en la locura, claro que desprovista del sufrimiento de la demencia. (…) -¿Y cómo es realmente Martín Romaña? –Un voyeur, un fisgón. Se pasa la vida aguaitando, como decimos en Perú” (Roig, 1982: 64)

27 “Ver ahora a Bryce, de algún modo, es como ver a Ribeyro, pues ambos reivindicaron en sus libros una literatura de hombres flacos y tímidos, de seres frágiles, casi siempre perdedores, guiados a través de la vida por nobles sentimientos como la amistad, el amor o la ternura”. (Gamboa, 2002: s/p)

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Bibliografía

  • BRYCE ECHENIQUE, Alfredo (1981). La vida exagerada de Martín Romaña. Barcelona: Editorial Argos Vergara, 1981.
  • CORNEJO POLAR, Antonio (1982) Alfredo Bryce Echenique ante la crítica: La vida exagerada de Martín Romaña. Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004.
  • GAMBOA, Santiago (2000). Vida feliz de un joven llamado Esteban. Barcelona: Ediciones B, S. A., 2000.
––– (2002). Ribeyro y Bryce. Madrid: Diario El País, 2002. https://elpais.com/diario/2002/01/05/babelia/1010191153_850215.html (junio, 2018)
––– (2016). Ciudades negras y culpables. Cuba: Revista de la Casa de las Américas, No 285, p. 106-122, 2016. http://www.casa.co.cu/publicaciones/revistacasa/285/Conojosdeestaamerica.pdf (junio, 2018)
  • ROIG, Montserrat (1982) Alfredo Bryce Echenique ante la crítica: La vida exagerada de Martín Romaña. Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana, p. 59-70, 2004.
 
  • ROMERA GALÁN, Fernando (2010). Algunas consideraciones sobre el signo espacial en la escritura autobiográfica. UNED. Revista Signa 19, págs. 371-394, 2010.
  • URIBE MERINO, Catalina (2006). Sartre y la figura del intelectual comprometido. Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Ciencia Política, [S.l.], v. 1, n. 2, p. 25-52, 2006.
  • VARGAS LLOSA, Mario (1997). Obras Completas VI. Ensayos literarios I. Cartas a un joven novelista. Barcelona: Galaxia Gutenberg, p. 1291-1387, 1997.

––– (2011). La literatura es mi venganza. Barcelona: Editorial Anagrama, 2014.VICENT, Manuel (2010). Arthur Rimbaud: Yo es otro. Madrid: Diario El País, versión digital, 28/08, https://elpais.com/diario/2010/08/28/babelia/1282954362_850215.html,  2010.

 

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