#Poesía

Es un punzón debajo de los párpados y llegar a conclusiones banales.

No puedes amarme como yo te amo

en parte porque llevo puro fuego

en parte porque me desprecio tanto

que todo mi amor lo guardo para los otros.

 

Te dije en el sueño:

este nido es para ti

que tienes mi alma amarrada al cuello

y esta rama es un perro, ahí están la casa y los críos

que nunca engendraré

porque no quiero más dolor ni enfermedad

ayer Jairo lloró desesperado en medio de la noche

mamá lo besó y lo llenó de palabras dulces

pero tardó en espantar al visitante.

 

Amanda y yo también tuvimos pesadillas

Amanda soñó que Andrés y Roco nos encerraban

en una habitación y nos arrancaban las uñas

y nos arrancaban la ropa y lo que viene después de la tortura.

Yo vi a mi hija subida a una encina,

era incapaz de traerla conmigo

los brazos del árbol se estiraban

o no podía despegar las piernas

y alguien susurraba que era mala y éste era mi castigo,

por no ser constante y estar tan a menudo triste.

Candela no recuerda lo que sueña pero

dice que en esta casa se sueña mucho, tiene

una sensación extraña y jaqueca.

 

Amanda quiso purificarse de la visión,

así que las tres la seguimos

subimos la colina, el camino de amapolas y nabos

que queda detrás del baño hasta llegar al embalse

allí frente a los bosques quise verte

el borde afilado de los dientes,

moví lenta la mano para complacerme

en la cristalina alucinación de tus dedos finos…

 

te amé tanto

que te habría llevado dentro para siempre

habría dado luz a una serpiente

capaz de mentir, capaz de odiar,

capaz de sobrevivir a lo podrido

para devorarme entera.

 

Mi pie roza el agua

y se encoge como un molusco.

 

Yo antes del dolor, corría

y me lanzaba al mar

pero aquí estoy quieta, llena de raíces

nombrando a tus hijos,

con la lengua hecha musgo y la mirada alucinada

nombrando niños muertos

que se me cuelgan de los pechos

que me muerden los estómagos

pero no saben llorar y nunca tienen hambre.

 

“Hasta aquí vamos a llegar”, te dije

y me empujé.

 

Ana Zunz

 

Ilustración:Paula Duró

 

Las curanderas – Laura Murcia