#1 Presentación del autor y copiar a Miguel Hernández como ejercicio de escritura creativa.
Te doy la bienvenida, lector, a la primera entrada de mi newsletter. Empezaré por presentarme, ya que es de mala educación empezar a hablar de lo que más me gusta a mí, sin ni siquiera haberte dado algunas pistas de quién soy yo, y de por qué deberías seguir leyéndome. Aunque afrontemos la cruda realidad: aquí partes con la ventaja anónima del lector que se inmiscuye en la intimidad del otro sin dar su verdadero nombre. Por eso, parto de la idea de que compartimos el gusto por la lectura; pues yo también me inmiscuyo en los textos de los demás, sin dar nada más que mi tiempo a cambio (que no es poco).
Mi nombre es Pablo, como mi padre, como mi abuelo y como mi bisabuelo; pero también como Picasso, como Cézanne o como McCartney. Aunque en estos últimos casos las comparaciones sean odiosas, admiro más a mi padre que a Pablo Picasso. Me llamo Pablo, Pablo Melgar (apellido de recuerdos que no logro recordar del todo) y tengo 31 años. No soy ni madrileño, ni murciano; y soy las dos cosas a la vez: en Madrid me llaman ‘el murciano’ y en Murcia, ‘el madrileño’ (aunque yo me expreso sin autotune). Soy, en el sentido más estricto de la palabra, ambiguo: un hombre femenino y heterosexual, me gusta (a la vez) la poesía y el fútbol. ¿Qué le voy a hacer? Nací en el centro de Madrid (barrio de Chamberí) y me he criado en un pequeño pueblo de la costa del Mar Menor, llamado Santiago de la Ribera, donde conservo mi verdadero hogar: aquel territorio al que volver, cuando las cosas se ponen feas (para lamerme las heridas) o muy buenas (para celebrar con aquellos que quiero, de verdad). No todo el mundo conserva a sus amigos de la guardería y eso me hace sentir todo un privilegiado.
Ahora llega el momento de explicarte mi currículum, cosa que me da verdadera urticaria, pero entiendo que es importante en este sistema que premia la meritocracia. Ya te aviso, de antemano, de que soy una persona muy normal y lo único que me diferencia de los demás es quizá mi curiosidad exagerada por la lectura y la escritura creativa: lo que se traduce en un interés por todo aquello que estimule mi creatividad (territorio que abarca desde los desiertos de Marte, hasta la música folclórica de los Balcanes). He pasado de puntillas por todas las ramas del conocimiento, en una sucesión de malas decisiones: Bachillerato Tecnológico, Grado en Derecho (que nunca logré terminar) y Grado en Literaturas Comparadas, en la Universidad de Granada. También he cobrado el paro. Y ahora curso el Máster de Profesorado en la ciudad árabe, por lo que soy un proyecto de profesor de Lengua y Literatura. ¿Y quién sabe?, quizás en un futuro nos veamos en una tutoría a causa de que tu hijo lleva regular la sintaxis. No le culparía, tranquilo, yo también aborrecía esos análisis abstractos a su edad.
Además, he experimentado los sinsabores de innumerables trabajos precarios (mi Linkedin es un poema en sí mismo). He sido top manta en las playas de Almería, azafato en conciertos de jazz y eventos teatrales, vendedor de pinturas en un Leroy Merlin, camarero inmigrante en Bruselas, diseñador gráfico, fotógrafo de un periódico local…la lista sigue. De todo he aprendido algo y, como cualquier otro milenial, sufro la falta de oportunidades laborales.
En cuanto a mi faceta de escritor, tengo asumido que de las letras no se come, a no ser que presentes el telediario y la editorial Planeta decida publicar tus tweets en tapa dura. Así que todo esto lo hago para saciar todos aquellos aspectos de la felicidad que el dinero no puede comprar. Publiqué un pequeño libro de poemas que titulé ‘El fuego que me quema’ (2019), con la editorial Libros.com, en el que incluí mis primeras poesías. Y mis andanzas editoriales terminan con mi participación (de 10 poemas y un collage) en la antología ‘Aunque solo sea un verso’ (2021), de la Editorial Talón de Aquiles.
Sin embargo, mi verdadero laboratorio empezó con mi blog ‘KM0’ (km0.cool) que utilicé, desde 2011, como vía de escape en aquellos años en los que estudiaba leyes y me aburría como una ostra, cada tarde, frente a aquellos preceptos impersonales. Y aquí empieza la verdadera conversación, aquello que me arrastra a dirigirme a ti para contagiarte mi pasión por el juego lingüístico.
El primer poemario que manoseé hasta la extenuación fue la ‘Antología Poética’ de Miguel Hernández, cuando apenas tenía 17 años. Entraba en el currículo de 2º de Bachillerato y nuestra profesora, Laura, nos lo hizo comprar a todos. Creo que ella fue la primera persona de la que me enamoré, por cómo hablaba de poesía. Lo abro para releer el poema que quiero compartir contigo y encuentro allí notas, en lápiz, escritas por aquel adolescente que quería entender lo que no entendía: cromatismo, vida truncada, muerte prematura, noches interminables, hijo muerto, vida…Y una nota que guardo entre estas páginas, de la chica que me gustaba y que me animaba a escribir mis propios poemas.
LLEGÓ CON TRES HERIDAS
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
Miguel Hernández
Es un poema muy sencillo que me sirve para probar que, a pesar de que la poesía se entienda habitualmente como el género artístico más elitista, en lo que consiste al fin y al cabo es en decir lo máximo con lo mínimo. ‘Llegó con tres heridas’ habla de cómo llegamos al mundo con tres premisas ineludibles: vivir, amar y morir. ¡Con tres palabras te explica tu propia existencia! El primer verso de cada estrofa, desarrolla la progresión: llegó, viene y yo. El resto es el juego de la música, reordena para que rimen los versos 1 y 4. De esta forma suena tan bien, cada vez que un trovador lo recita en voz alta.
Te propongo ahora un ejercicio de escritura, elige 3 palabras que expliquen una realidad, un concepto, una idea, una sensación, un recuerdo, un sentimiento…¡lo que tú quieras! ¿Qué más da?, es tu poema, no el de Miguel Hernández. Copia para aprender, todos los grandes pintores lo hicieron así. Relaciona ahora esas tres palabras con el título de tu poema (el concepto que lo resuma) y ahora utiliza la misma estructura que propone Miguel Hernández en su poema: tres estrofas de 4 versos, en el primer verso la progresión y, en los demás, el juego de la música.
Envíamelo, si te apetece, a mi correo electrónico: melgar.pablo@gmail.com. Podemos comentarlo y compartir impresiones. No soy ningún hombre de reconocido prestigio, embutido en su traje y que habla desde un atril. Soy una persona muy normal, un poco ambiguo y demasiado curioso, mitad madrileño y mitad murciano, amante de la poesía y del fútbol. ¡Nos leemos, lejos de las redes sociales!
Si te ha gustado este texto y crees que le puede interesar a alguien más, mándale el siguiente link a algún amig@: pablomelgar.substack.com
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