#3 La poesía en los institutos de España.
Transnonain Street, Honoré Daumier (1834)
“Es posible, en un poema o en un cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, e impartirles a esas cosas -una silla, una cortina, un tenedor, una piedra, un arete de mujer- un poder inmenso, incluso perturbador”.
Raymond Carver
La semana pasada le expliqué ‘el realismo sucio’ a una clase de adolescentes de 1º de Bachillerato. Estoy haciendo las prácticas, como profesor de ‘Lengua y Literatura’, en un instituto de las afueras de Granada. Y, como buen idealista, dedico algunas tardes a prepararme sesiones que me imagino maravillosas (de antemano); puñetazos en el pecho, destinados a esos jóvenes hastiados. Sin embargo, cuando uno entra en el aula de ‘Literatura Universal’ (a quinta hora, de un jueves) y los alumnos te miran con cara de malo de ‘Spaghetti Western’, es difícil no caer en la sospecha más fácil: ‘¿y yo para qué me esfuerzo tanto?’
El actor Lee Van Cleef en una de las famosas películas de Sergio Leone.
Quizás sea mi necesidad insufrible por gustar a los demás o es que no quiero convertirme (por nada en el mundo) en esa profesora de Historia que me dice siempre que se cruza conmigo en la cafetería: ‘¡con qué ilusión se te ve, hijo!, espera a que llegues a mi edad…’ De cualquier manera, yo he intentado no repetir aquello de lo que me quejaba de adolescente: ser uno de esos profesores autómatas a los que solo les preocupa llegar sin incidentes a las vacaciones. Así que intento prepararme las clases, más o menos, e incluir la poesía siempre que puedo. En último término, al menos dar algo que a mí me guste y no aburrirme yo mismo, ¿no?
Unas semanas antes de empezar las prácticas, alguien muy importante para mí me regaló el siguiente libro: ‘Una hormiga es el principio de un nuevo universo. Leer y escribir poesía con niños y niñas’, de Kenneth Koch. Encontré en el prólogo unos párrafos que me animaron a incluir la poesía en mis clases:
“De hecho, en 1968, cuando Koch comenzó su trabajo con los niños, la idea dominante en muchos colegios era que estos no podían escribir poesía o que, si podían, era en forma de melodías o piezas predecibles sobre el cambio de las estaciones. Por supuesto, ocasionalmente existía el niño prodigio o el profesor talentoso (como lo fue Richard Lewis) que tuvo la aparentemente misteriosa habilidad de extraer poesía de los alumnos, pero generalmente la poesía era considerada demasiado difícil y sofisticada para que los niños pudieran escribirla. En cambio, se les vía como meros consumidores de la poesía escrita específicamente para ellos por los adultos: rimas infantiles, poemas absurdos, limericks y poemas sobre mascotas. El hecho de que los niños disfrutaran de estas obras era una confirmación muy cómoda, pero errónea, de la idea de que el gusto y las capacidades de los niños eran mínimas.
A eso hay que sumarle que la poesía (tanto leerla o escribirla) intimidaba a la mayoría de profesores, cuya instrucción no los había preparado para este arte que imaginaban remoto y especializado. Probablemente muchos se apresurarían a pasar por el módulo de poesía exigido por el plan de estudios de lengua y literatura, lanzarían un suspiro de alivio y pasarían al terreno más firme de la ortografía, la lectura de cuentos y similares”.
Ideas principales:
Los niños no son capaces de escribir poesía.
La poesía intimida a la mayoría de profesores.
Dispuesto a llevar la contraria, me preparé mi clase la tarde de antes (con mucho entusiasmo). Decidí dar por hecho que todo adolescente lidia con sus propios fantasmas y que la lectura podría ser ese espacio donde canalizar toda esa oscuridad. Así que empecé mi clase con este vídeo de Tim Burton.
Miraron boquiabiertos, durante los casi 6 minutos que dura el vídeo.
Acto seguido, proyecté en la pizarra electrónica este poema de Charles Bukowski, ‘Abraza la oscuridad’:
La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
No olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.
Aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.
La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas.
No hay Dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes.
Mantente alejado de dios
permanece angustiado
deslízate
Para introducirlo, les conté una anécdota personal que tenía que ver con el libro donde se incluye el poema de Bukowski:
“En el verano de mis 20 años, me olvidé una mochila en la playa: mis accesorios más indispensables eran unas Rayban de aviador (color celeste), una pequeña libreta, un bolígrafo negro, un monedero negro de cuero (con solo unas monedas), uno de los primeros iPhones y un libro de Charles Bukowski (‘Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones y relatos generales de depravación ordinaria’). Cuando volví a casa y me di cuenta del desastre, marqué mi propio número desde el teléfono de un colega. Un señor muy amable me contó que se la había encontrado abierta y que esperaba mi llamada, desde hacía rato. “Hay una libreta, un boli, el monedero vacío, el móvil (por supuesto) y…¡un libro!” “¡Y qué libro!”, le contesté orgulloso. Estoy seguro de que aquel hombre pensó que yo era un auténtico salido”.
Pero no le vieron la gracia a la anécdota.
Ahora busco en mi antiguo blog y encuentro lo que escribí, cuando me robaron aquellas Rayban azules: “¡Eh tú, cabrón que tiene mis gafas! Ahora llevas mis ojos y te das cuenta de que ves peor por unas zonas que por otras, sin saber que esas son las zonas por las que más lloro cuando estoy triste”.
‘Tráeme tu amor y otros relatos’, Charles Bukowski. Ilustrado por Robert Crumb. Editorial, Libros del Zorro Rojo.
En el guión que tenía entre las manos, mientras daba la clase, tenía apuntado lo siguiente:
«¿Qué os parece este poema?:
Nihilismo / pesimismo (contundente).
Rechaza la esperanza.
Lenguaje coloquial y violento (atractivo): violencia, sexo y muerte.
Experiencia personal: marginación social, alcoholismo, pobreza y enfermedad.
Crítica al sueño americano.
¿Cuál es su forma de resistencia?»
Solo fueron capaces de decirme que era “un poema muy raro”.
Así que decidí acudir al siguiente tema de Yung Beef, que dice algo parecido:
‘Las puta’ las tiro
yo nunca las cojo
dejadme pasar
sus tenéis que apartar
los ojos rojo’,
voy andando cojo.
Y el juez no quiere encerrar, no nos puede soportar
Metió preso a mi padrastro, también metió a mi papá.
También metió a mi hermanito, cuando era menor de edad.
Y a mí nunca me metió, porque yo me supe cuidar.
Ja, fuck it!”
Una alumna dijo: “Yung Beef no cree en nada”. Ellos solos llegaron a un montón de conclusiones, muy parecidas a las que resumían el realismo sucio (como género literario) en su libro de texto:
Reflejan los sectores más desfavorecidos de la sociedad (crisis).
Usan un lenguaje vulgar y violento (provocación).
Buscan provocar / cuestionan el orden establecido (crítica).
Influencias: periodismo, cine y la música popular (experimentación).
“A veces me aburre que me digan que me comporte como corresponde a mi edad. A veces me comporto como si fuera mucho mayor de lo que soy –de verdad–, pero de eso no se da cuenta nadie. La gente nunca se da cuenta de nada”.
El guardián entre el centeno (1951) – J. D. Salinger
Después les enseñé esta entrevista, donde el propio Bukowski dice que no le gusta la gente. Les pregunté si encontraban similitudes entre Yung Beef y este señor. Una alumna contestó: “a mí, la verdad, es que me dan un poco de fatiga los dos”. Otro alumno dijo: “a mí, me gustan los chulos”. Les conté que, a su edad, yo miraba a este hombre con admiración, porque se atrevía a decir aquello que nadie se atrevía. Les pregunté si debíamos romantizar el dolor, porque yo ahora (pasados los años) lo veo todo muy patético y narcisista.
ACTIVIDAD DE ESCRITURA CREATIVA:
«Escribe un texto literario (poema, relato corto, canción…) que demuestre el descontento por la realidad actual. Utilizad vuestro propio lenguaje y pensad en las características de este tipo de narrativa realista, del realismo sucio. Quejaros de algo, quejaros de mí. Insultadme, si os ayuda a expresaros. Abrazad vuestra oscuridad, deslizaos. Luego leed lo que habéis escrito. ¿Estáis romantizando vuestro dolor? ¿Queréis ser tan patéticos como Bukowski? ¿Cuál es vuestra forma de resistencia?»
«¿Cómo van a imaginar algo, si las imágenes siempre les son dadas?»
En definitiva, no conseguí darles un puñetazo (metafórico) en el pecho a esos adolescentes tan hastiados y mi sesión no fue tan maravillosa, como había planeado. Mi única victoria es que, la mayoría de ellos, escribieron un poema sobre el realismo sucio. Todos estos textos que tengo en mi haber, son la prueba fundamental de que los niños sí son capaces de escribir poesía, siempre y cuando los profesores no nos sintamos intimidados.
Comparto aquí algunos versos de mis alumnos, las verdaderas razones para escribir poesía en Bachillerato:
“Caminando por las calles mugrientas / veo a los vagabundos y adictos / luchando por sobrevivir / en un mundo que los ha dejado atrás”.
“En una calle solitaria y fría, / entre edificios de cemento y hierro, / un hombre arrastrando su vida vacía, / busca un lugar para su cuerpo muerto”.
“Yo siempre me he considerado una persona alegre, hasta que crecí y me di cuenta de que así no puede ser una persona en este mundo”.
“Ni que importase lo que pienso, / cuando escribo este poema, / pues ha sido un maestro / el que lo ha manda’o de tarea. / Quiere que nos quejemos, / que expresemos las ideas, / pero no son las ideas / lo que cambiará el sistema”.
“Dientes oscuros de tanto fumar y tus ojos que yo consideraba hermosos, ahora me acompañan en mis pesadillas. Cómo puede ser tan estúpida una persona que parecía tan inteligente. Tus entrañas están podridas”.
“Esperas que parecen eternas, / diagnósticos que tardan en llegar, / tratamientos que no se aplican, / en un sistema que parece fallar”.
“Pero, por ahora, solo soy un adolescente / con sueños grandes y miedos pequeños”.
“Estoy escuchando disparos en la calle / Me cago en la censura y todo lo que calle / Abusos constantes, no es cosa del ayer / Estamos readys pa’ sacar la mierda del taller / Eh you, estamos adictivos como el yeyou / Este sonido loco de música, soy camello / Vamos a cambiar la perspectiva de lo bello”.
“Vivimos en un mundo / lleno de sociedad”.
“El sistema se enfoca demasiado en aprender y escupir, casi siempre se enfoca en prepararnos para la Universidad y no para el mundo laboral actual”.
“La sociedad es una maldición, / un conjuro oscuro, / en el que nos retorcemos de dolor / y del que no podemos liberarnos”.
“Así no to’ el mundo tiene aquello que merece
Consiguió su sueño, es feliz, no lo parece
Las personas mueren, el arte prevalece
La humildad es como el silencio, la nombras y desaparece”
Ayax
Si alguno de los ejercicios propuestos te llevan a escribir, te animo a que compartas conmigo tus textos en los comentarios (aquí abajo) o en mi e-mail personal: melgar.pablo@gmail.com. Así podremos compartir impresiones, de igual a igual, y aprender el uno del otro.
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