Ok. Todavía estoy cabreado, por eso me gusta crear. Lo acepto. A veces, estoy tan en contra de la realidad que simplemente soy incapaz de pensar en determinadas cosas, sin cabrearme demasiado. Hay una competición ahí fuera, tío. Una partida de póker. Y estoy harto de comparar mi fuerza con la de los demás. Te digo que me dejes en paz, con mi propio camino. No lo vuelvas a intentar, que yo ya estoy torcido. En fin, solo quiero decir que estoy en ese periodo de la vida: el tiempo de la creación. Todavía me siento joven. Miro a mi alrededor y solo veo viejos planeando lo que van a hacer el resto de sus vidas. Rellenan sus agendas con años de antelación, renegando del presente: horarios, inversiones, apuestas, créditos bancarios, deseando, fingiendo como trabajo principal. ¿Qué mierda hacen realmente? La sociedad huele a casino, funciona como un casino. Incluso las luces, incluso los beneficios del casino brillan en las aceras. Puedo verlo a través de los ojos de la ambición, el deseo insufrible en sus caras, los discursos que estructuran para crearse a sí mismos. Mírame. Piénsame como una persona de clase alta. Eso es lo que soy. Mira el coche que tengo, ¿a que es la hostia? Yo soy este coche: hay una estrella dentro del círculo de mi mente. ¿Cuánto valgo? ¿Soy realmente un número? Estoy en proceso de convertirme en proveedor. Eso es lo que el sistema querrá de mí, de ahora en adelante. Consigue algo de dinero y conviértete en algo más. Crea algo. Evoluciona en una familia, trasciende tu ser. Endéudate, provee a los demás con todo aquello que no tienes. Sin embargo, lo que el sistema no sabe de mí es que no soy muy familiar. Prefiero crear mundos. Viajar a otras galaxias dentro de mi mente. Experimentar lo que se siente al ser otra persona. Aprender cómo funciona el mundo (o, al menos, una parte de él). Conocer a personas increíbles y aprender algo de ellas. Crear. Crecer. Puedo decir que soy joven. Todavía puede suceder (cualquier cosa). ¿Sabes?, todavía existe la posibilidad de que algún día aproveche mi tiempo. Me rebelo contra el no, porque ya lo tengo. Camino por la calle a la manera del niño.

Pablo Melgar