Solo espero no errar nunca en lo que a mi juicio respecta, pues pasaría la eternidad entre llamas aunque al final de todas las cosas no existiera cielo ni infierno. Estoy seguro de que allí están abrasándose todos aquellos negreros que creyeron de veras que su condición de blancos les situaba por encima de todos aquellos seres humanos a los que golpearon, mortificaron y esclavizaron como si fueran ganado. Incluso si de animales tratasen esos hechos, no les eximiría de ser el mismísimo diablo.

La nueva película de Steve McQueen es un acto de concienciar al espectador de la realidad de unos hechos ocurridos no hace tanto tiempo, en “el país de las oportunidades”, en los que la raza negra sufrió una esclavitud mucho mayor que la de la pobreza y el hambre, fruto de las estrategias coloniales del siglo XVIII. En el sur de los Estados Unidos fueron importados más de medio millón de africanos destinados a ser propiedad de comerciantes y explotadores que les harían trabajar como sirvientes.

Aquellos colonos se enriquecieron gracias al trabajo de los negros a los que realmente creían una raza inferior y cuando la esclavitud fue abolida definitivamente tras la Guerra Civil americana, el sur cayó en una decadencia económica que arrastra hasta nuestros días. Es cuanto menos curioso pensar que gran parte de la descendencia de aquellos xenófobos extremistas fue la protagonista de la caída del fascismo en Europa.

Pero antes de todo aquello, la esclavitud era un motor de riqueza en la mitad sur de Estados Unidos, mientras que en el norte se había abolido tiempo atrás. Corría el año 1841 y Solomon Northup era un respetado violinista afroamericano que se ganaba la vida honradamente gracias al talento de su música en Nueva York. Tenía una mujer y dos hijos, y disfrutaba la vida en amor de su familia y su violín. Pero un buen día se le propuso una oferta de trabajo en Washington, donde ganaría un buen dinero por amenizar unas cuantas veladas con su talento musical. Sin embargo fue engañado y aquellos que le habían contratado le drogaron y vendieron como esclavo.

“No voy a caer en la desesperación hasta que la libertad no sea una opción”.

 Fue trasladado a Nueva Orleans, donde sufrió en sus propias carnes el duro sometimiento de los negreros que le imponían castigos físicos y le obligaban a realizar trabajos forzados en un régimen de rectitud y servilismo hacia sus señores, sin que pudiera hacer nada. Steve McQueen le ahorra al espectador tener que imaginar cómo les cosían a latigazos y a torturas durante tiempos interminables, en los que la carne salta en pedazos desde la pantalla hasta la cara del espectador. Es tan explícita que en ocasiones te hace insensible debido a la gran cantidad de atrocidades que ya has visionado cuando llega el final de la película. Pero no hay lugar para esconder el horror y la impotencia que genera esta historia.

 El papel de Solomon Northup es llevado a cabo por un Chiwetel Ejiofor que interpreta el papel de su vida. Le hemos podido ver como secundario en películas como “American Gangster” o “Hijos de los hombres” pero aquí la pantalla le dedica dos horas de puro sufrimiento e impotencia. Sus ojos se van llenando de dolor conforme avanza el metraje y en cada escena sus lágrimas son más densas. Me creo su aflicción, su mirada es real y me conmueve durante toda la película, haciendo levantarme del asiento conforme se acerca el desenlace.

 Es un hecho real y está bien dirigido por un director en crecimiento exponencial, a pesar de la banda sonora de Hans Zimmer que podría ser perfectamente la misma que la de Batman. Es cierto que el hilo narrativo me decepciona un poco, ya que no maneja del todo bien los giros argumentales como la fugaz introducción que, de repente, nos sitúa “como esclavos” o un desenlace que no revelaré pero que se desarrolla con la misma rapidez. Además, no me cuenta nada que no sepa ya y entra demasiado en el sentimentalismo fácil, aunque nunca antes me hayan cosido a latigazos de esa forma.

 Aún así 12 años de esclavitud es una buena película y no solo porque la historia sea previsiblemente cruel y despiadada, y ya de ante mano te haga llevarte las manos a la cabeza. También porque aquellos Fassbender, Ejiofor, Cumberbatch y, sobre todo, una Lupita Nyong que te arranca las lágrimas de los ojos en cada escena; vuelven a hacer auténticas aquellas barbaridades que, en aquellos páramos sureños de pantanos y plantaciones de algodón donde nació el blues, fueron impuestas por el diablo del racismo extremo y el capitalismo de la propiedad privada sobre los hombres, y convertidas en tabú desde entonces.

 Pablo Melgar

Póster: Patricia Norris

 Roll Jordan Roll – Topsy Chapman & Chiwetel Ejiofor

Título original: 12 Years a Slave

Año: 2013

Duración: 133 min.

 

Director: Steve McQueen

 

Guión: John Ridley (Biografía: Solomon Northup)

 

Música: Hans Zimmer

 

Fotografía: Sean Bobbitt

 

Reparto: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Lupita Nyong’o, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti, Sarah Paulson, Brad Pitt, Alfre Woodard, Michael K. Williams, Garret Dillahunt, Quvenzhané Wallis, Scoot McNairy, Taran Killam, Bryan Batt, Dwight Henry

 

Género: Drama, Basado en hechos reales, Biográfico, Esclavitud, Racismo, Siglo XIX, Histórico

 

Nota: 8 Notable

 

Nota filmaffinity: 7,5

 

Nota IMDb: 8,3