“En el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.Allí mis pequeños ojos.”(Federico García Lorca)
En el sitio donde los párpados y las ojeras se unen,
¡ahí es donde escuece! Allí mis pequeños ojos.
Aquellos ojos míos de dos mil catorce
no se vieron ganar pronto,
ni siquiera en la luz
donde eran miel para los osos.
Aquellos ojos míos de dos mil catorce
no estaban acostumbrados a estar solos
y buscaban las pupilas de alguien
en la oscuridad de un vaso roto.
Aquellos ojos míos en el cuello de una presa
eran los de un animal torvo
arribando a la primavera
de la cacería de los más tontos.
Aquellos ojos míos de noviembre
eran el desván donde guardo el polvo
y la nariz…la nariz seguía
siempre oliendo todo.
“No preguntarme nada. He visto que las cosascuando buscan su pulso encuentran su vacío.”
Hay un dolor vacío
en los instintos de un animal sin objetivo,
así que prefiero la soledad de una bebida impar
a la insatisfacción de convertirse en mito.
En el sitio donde los párpados y las ojeras se unen,
¡ahí es donde escuece! Allí mis pequeños ojos.
Pablo Melgar
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