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La selva donde mi espíritu se exilia (Epígrafe 3. 1. 1.)

Desde los años previos a la Revolución de 1848 y sus primeras revueltas brotó una crisis de representación que cambiaba los personajes del juego de poder: la burguesía sustituye incontestablemente al poder monárquico. Un punto de inflexión de este paradigma fue La libertad guiando al pueblo (1830), donde “el horror que se introduce en el Salón no era otro que el de las calles de París” (Lesmes, 2018: 168). Con su crítica a Delacroix en Salón de 1846, Baudelaire trata así de comprender cómo funciona la nueva ciudad moderna en términos artísticos. París “es ya el cuerpo imaginario, el Señor que domina toda la escena, y al mismo tiempo es la escena misma” (Lesmes, 2018: 68). Sin embargo, en Las flores del mal tan solo nombra explícitamente un lugar de la ciudad, el Carrusel30, el distrito I del Louvre.

Eugène Delacroix

Si observamos el mapa actual de la ciudad podemos observar cómo, “la ciudad se ha desarrollado en capas concéntricas, como una cebolla, al ritmo de sus sucesivas murallas” (Hazan, 2011: 23). El entramado urbano se expande, en forma de espiral, desde ese primer distrito y se prolonga en la dirección que marcan las agujas de un reloj, hasta en 20 arrondisements diferentes31. Es clarificadora la imagen del corazón de la ciudad medieval que Haussmann retrata en sus memorias para enmarcar el espacio del que hablamos.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Haussmann se acuerda del mismo barrio que cruzaba para ir de su casa, calle de la Chaussé d’Antin, hasta la Escuela de Derecho, en la plaza del Panteón. Tras haber pasado el puente de Change, «bordeaba el antiguo Palacio de Justicia, dejando a mi izquierda el inmundo montón de los trileros, que deshonraban desde hacía tiempo la ciudad, y a los que tuve el honor de arrasar completamente después: un nido de ladrones y de asesinos, que parecían estar allí para desafiar a la policía y a la Corte Penal. Continuando mi camino por el puente Saint-Michel, tenía que pasar por la pobre placita donde se vertían, como en una cloaca, las aguas de las calles de la Harpe, Huchette, Saint.André-des Arts y de la Hirondelle»’. (Hazan, 2011: 88).” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

La Ciudad Luz de Haussmann comienza en “la rue Chaussé d’Antin” que une el distrito I con los nuevos bulevares del distrito IX; “hasta la Escuela de Derecho, en la plaza del Panteón”, donde viven los jóvenes universitarios. Este paseo se convierte en la ciudad burguesa de los seis primeros distritos que se expanden, poco a poco en forma de espiral, hasta los veinte arrondissements de hoy en día.

Baudelaire siente la nostalgia del aldeano que ve cómo el Carrusel se convierte en un “batiburrillo confuso”. La mezcla de unos neologismos que representaran esas transformaciones modernas frente a la imagen medieval que aún perduraba en los años de sus “Cuadros parisinos” -donde el barro y la oscuridad son las imágenes más representativas de un lugar en perpetuo otoño-, serán su revolución poética de lo maravilloso urbano.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘…todo este campo de cabañas, / este montón de capiteles esbozados y de fustes, / la hierba, los grandes bloques reverdecidos por el agua de los charcos, / y, brillando en las baldosas, este batiburrillo confuso’. (Baudelaire, 1857: 142)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

Ese entramado de bulevares que comunicaban fácilmente los núcleos comerciales burgueses y evitaban además el levantamiento de barricadas revolucionarias, será la ciudad moderna que aparece en el imaginario parisino tanto de Honoré de Balzac como de Gustave Flaubert. David Harvey encuentra en estos autores las primeras formas de representación de la ciudad moderna en la novela.

Por su parte, “Balzac cartografía el terreno de la ciudad y evoca sus cualidades vivas, haciendo que, de manera inconfundible, la ciudad se vuelva legible para nosotros” (Harvey, 2006: 76). Con La comedia humana32 (1830), el admirado police detective de Baudelaire, daba continuidad en la literatura a aquellas primeras fisiologías urbanas que tanto éxito habían tenido en la época. Recordemos que antes de los pasajes, los parisinos no están acostumbrados a convivir de manera tan directa con la multitud y ese primer contacto genera una sensación de vértigo que se calma gracias al trabajo de las fisiologías. En marzo de 2018, la Editorial Gallo Nero ha publicado (aquí en España) Fisiología del flanêur33 de Louis Huart como un gran ejemplo de este tipo de obra que, además, pone de manifiesto la vigencia del debate sobre la identidad en torno a las ciudades modernas.

Sin embargo, “Flaubert reduce la ciudad a un escenario que, con independencia de lo maravillosamente construido o lo sublimemente decorado que esté, funciona como un telón de fondo de la acción humana que se desarrolla en ella y sobre ella” (Harvey, 2006: 115). Fréderic Moreau es el protagonista de la que es considerada la primera novela moderna: La educación sentimental. Por lo tanto, si aquel hombre de la multitud de Edgar Allan Poe era considerado el primer personaje flâneur del relato (que Baudelaire absorbe como proyección de su propia voz poética), Fréderic es el primer y verdadero flâneur de la novela (a partir de la ingente fisiología parisina que conformó Balzac a lo largo de toda su obra).

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘No es por accidente por lo que aquí, y en todas partes, Flaubert toma el modelo de Balzac solamente para darle la vuelta. Ambos escritores asocian París con una mujer y al flâneur con el deseo masculino. Pero la coincidencia de tropos solamente resalta las diferencias entre los mundos. La metáfora que para Balzac implica posesión, la utiliza Flaubert precisamente para lo contrario. En La educación sentimental el deseo siempre se sueña, nunca se consuma’ (Harvey, 2006: 116).” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

La importancia de Fréderic en nuestro análisis se sostiene en el mérito de Flaubert por “buscar al «otro» en su propia personalidad y explorar la otra cara de la cultura burguesa” (Harvey, 2006: 351) a partir del juego de la educación sentimental de su personaje. La novela comienza con la imagen de “un joven de dieciocho años, de pelo largo, con una carpeta al pie del timón” que vuelve a la ruralidad de su Nogent-sur- Seine natal34 tras haber cursado sus estudios de bachillerato en París con el ímpetu romántico. En el barco conoce a “Jacques Arnoux, propietario de El Arte Industrial, bulevar Montmartre”. Este personaje nos permite entender cómo aquel arquetipo dickensiano que identificaba a los insurgentes bohemios de las tabernas bajo el nombre en clave “Jacques”, se convierte con Flaubert en representación del especulador de arte burgués. Arnoux también vivirá en las tabernas pero de la ciudad burguesa en el boulevard Montmartre (distrito IX), que es la continuación de la famosa rue Chaussée-d’Antin proyectada por Haussmann. El especulador incluso llegará a coger el fusil en la toma del Palacio de las Tullerías el 23 de febrero de 1848.

En la misma escena del barco, Fréderic conoce a la mujer de Arnoux de la que se enamora instantáneamente:

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘¿Cuáles eran su nombre, su casa, su vida, su pasado? Deseaba conocer los muebles de su habitación, todos los vestidos que había llevado, la gente que frecuentaba; y el deseo de la posesión física desaparecería incluso bajo otro más profundo, en una ansiedad dolorosa que no tenía límites’. (Flaubert, 1869: Pos. 842)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

A partir de ahí, Fréderic volverá a París como un police detective para mezclarse entre los ambientes más elitistas de una ciudad en la que el ocio es “muestra de valor social”. Especulará con su herencia, con sus habilidades artísticas y jurídicas, con sus amistades y con sus encantos personales; para llegar a la cima de su felicidad burguesa: conquistar a Madamme Arnoux y conquistar así la ciudad entera, con un considerable ascenso en la escala social. Sin embargo, con Flaubert dice David Harvey que el deseo nunca llega a consumarse.

El economista y crítico social, Thorstein Veblen definió como “ocio ostensible” aquel que con su práctica “proporciona reconocimiento social” (Lesmes, 2018: 107). Según esta lectura, Lesmes encuentra en el otro gran personaje de Flaubert, Madame Bovary (análogo a Mm. Arnoux), una buena referencia para entender cómo este flâneur se sumerge entre la multitud.

Sin embargo, Fréderic compatibiliza su presencia en los salones de la élite, situados en los grandes bulevares de Haussmann; con sus Estudios de Derecho en la plaza del Panteón35 (distrito VI), donde es testigo del debate intelectual que propiciaría la rebelión del 23 de febrero de 1848. Las “aglomeraciones de gente” entre las que Fréderic se camufla para extraer la variedad de discursos que pedían una ampliación de derechos de voto y número de electores, entre otras cosas, conforman el imaginario del Barrio Latino en la obra de Flaubert. Un distrito que, a día de hoy, sigue siendo un distrito de estudiantes y que ha servido también para la obra de Bryce Echenique como escenario de las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 y de las fiestas que alrededor de ese ambiente tenían lugar (barricada y vino). El contrapunto perfecto para el joven medio burgués en su camino hacia la educación sentimental, además de un modo de establecer una perspectiva global del escenario.

El Barrio Latino pone de manifiesto “una lucha incesante entre el espíritu del lugar y el espíritu del tiempo” (Hazan, 2011: 16). El escritor utiliza este espacio urbano como “remises o depósitos (…) en los que se pueden dejar o almacenar cosas, como un baúl” (Hemingway, 1964: 276). El flâneur de Bryce Echenique y Santiago Gamboa hace un ejercicio en el que la memoria es el “medio de lo vivido como la tierra viene a ser el medio de las viejas ciudades sepultadas, y quien quiera acercarse a lo que es su pasado tiene que comportarse como un hombre que excava” (Benjamin, 2010: 350) a partir de diversas escenas narradas como recuerdos. París es el escenario indiscutible de este juego del ascenso social, en primera persona. El desenlace propiciará que el joven romántico consiga convertirse en escritor en París, lo que da lugar a una reflexión sobre el propio oficio y también sobre la propia experiencia del ascenso.

Pablo Melgar Salas

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Imagen de portada: Jenni Sparks

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30 “En cambio, no encontramos en Las flores del mal más que un lugar parisino nombrado y descrito concretamente: el Carrusel, este extraño barrio que se extendía entre el Louvre y la cancela de las Tullerías.” (Hazan, 2011: 74)

31 “…de la muralla de Felipe Augusto a la de Georges Pompidou, las seis murallas, bulevares, muros de fielato y vías rápidas que se han ido sucediendo para ponerle límites a la ciudad han dejado sus marcas concéntricas sobre los planos y la memoria” (Hazan 2011: 143)

32 “La lectura de gran parte de La comedia humana como urbanista en vez de crítico literario es una experiencia totalmente extraordinaria. Revela toda clase de cosas sobre una ciudad y su geografía histórica que, de otra manera, quedarían ocultas”. (Harvey, 2006: 36)

33 “Paseante ocioso, agudo observador de la muchedumbre, la figura del flanêur apareció a principios del siglo XIX por los bulevares y pasajes de París coincidiendo con el levantamiento de la gran ciudad moderna. Fisiología del flanêur, publicado en 1841, representa uno de los intentos más precoces de fijar su arquetipo. Louis Huart relata con gran sentido del humor quién era y cómo vivía ese hombre a quien Balzac definió como el único «verdaderamente feliz en París».” (Gallo Nero, 2018: s/p)

34 “…“después, abarcó en una última mirada la isla Saint Louis, la Cité, Notre Dâme, y pronto, al desaparecer París, lanzó un gran suspiro” (Flaubert, 1869: Pos 785).

35 “Una mañana del mes de diciembre, cuando iba a clase de Procesal, creyó notar en la calle Saint Jacques más animación que de costumbre. Los estudiantes salían precipitadamente de los cafés, o por las ventanas abiertas, se llamaban de una casa a otra; los tenderos, en medio de la acera, miraban con aire preocupado; las contraventanas se cerraban; y al llegar a la calle Soufflot se encontró con una gran concentración alrededor del Panteón”. (Flaubert, 1869: Pos. 1204)

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Bibliografía

BAUDELAIRE, Charles (1857). Las flores del mal. Barcelona: Editorial Planeta, S. A., 2012, 2016.

BENJAMIN, Walter (2010) Imágenes que piensan. Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, IV, 1, pp. 249-390, Madrid, Abada, 2010.

FLAUBERT, Gustave (1869). La educación sentimental. Traducción: Hermenegildo Giner de los Ríos. Editor digital (versión Kindle): Titivillus, 2016.

HARVEY, David (2006). París, capital de la modernidad. Madrid: Ediciones Akal, 2008.

HAZAN, Eric (2011). París en tensión. Traducción de Sara Álvarez Pérez. Madrid: Errata Naturae editores, 2011.

HEMINGWAY, Ernest (1964). París era una fiesta. Barcelona: Random House Mondadori, S. A., 2013

LESMES, Daniel (2018). Aburrimiento y capitalismo. En la escena revolucionaria: París, 1830-1840. Valencia: Pre-Textos, 2018.

 

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