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La selva donde mi espíritu se exilia (Epígrafe 3. 1. 2.)

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Estos cambios espaciales suelen coincidir con etapas de transición vital. A menudo es el lugar el que parece transformar al personaje que tiende a buscar una explicación en el espacio al que accede. Así, las descripciones suelen abundar en mayor medida, de manera que el lugar y el viaje tienen, a menudo, algo de ascético y de integrador en la vida adulta’. (Romera Galán, 2010: 372)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

¿En qué espacios habita la narrativa de Bryce Echenique? Podríamos decir que, por lo general, el Barrio Latino idealizado por el imaginario de Hemingway es el territorio que recorre el escritor peruano en su narrativa. En el capítulo “Machos caducos y lamentables” de Guía triste de París, reconoce que su primera residencia en París fue en la rue de l’École Polytechnique. Como podemos ver en el callejero, esta calle está situada a tan solo 500 metros de la casa de Hemingway.

 

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Y seguí caminando por ese Barrio latino poblado de latinoamericanos, en el que ya se leía a un Miguel Ángel Asturias, un Julio Cortázar, un Mario Vargas Llosa. Y en el que todos los latinoamericanos eran de izquierda. Sí, todos eran de izquierda. Hasta los de derecha en vacaciones lo eran. Todos, toditos lo eran en aquel entonces barrio estudiantil por el que yo continuaba caminando y tarareando una canción que años atrás había dado la vuelta al mundo, creo: Pobre gente de París No la pasa muy feliz…’ (Bryce Echenique, 1999: 164).” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

Con La vida exagerada de Martín Romaña se pone en marcha un proceso de educación sentimental con la estructura propuesta por Flaubert como hipotexto, de ese personaje que aterriza sin saber muy bien por qué en París (solo con el ímpetu adquirido de sus “informaciones culturales”) y se sumerge en una expectativa de ascenso. La primera imagen de París que aparece en la novela ya pone de manifiesto la intención de diálogo entre las “informaciones culturales” y la propia experiencia de la ciudad con gran ironía.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Fue mi primer contacto en Francia. Simpático el tipo del café, efectivo, nada de estarte contando su vida ni metiéndose en la tuya. (…) De ahí nos fuimos a abrir la boca un rato más ante el esplendor de Notre-Dame en el otoño de París. Definitivamente la cultura francesa es universal. Notre-Dame estaba exacta que en Lima, aunque tal vez sí allá en Lima irradiaba un poquito más’ (Bryce Echenique, 1981: 31).” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

Según Walter Benjamin, en la sociedad moderna “las tensiones del trabajo colectivo serán ahora los educadores”. Cuando Martín llega a París, comprende ese “penoso diletantismo” del que hablaba el filósofo alemán cuando la razón se establece como juez de la lucha de clases. Una situación que choca con el ideal romántico de la poesía como acto. Entonces se propone alcanzar ciertas metas y rutinas adquiridas en los libros con el fin de dominar el mundo editorial: “dominio que no sólo le prohíbe el cegar las fuentes del poder, sino que obligará a movilizarlas con el objeto de conseguir sus fines justo en los momentos decisivos” (Benjamin, 1928: 382).

Avanzan los capítulos y sus amistades aumentan, el personaje conforma así una identidad cosmopolita, a partir de su relación con la bohemia revolucionaria e intelectual de la época (el Grupo). Y poco a poco se sumerge en el juego literario y los personajes anónimos del principio se convierten en escritores reconocidos de la época con nombre y apellidos, como Julio Ramón Ribeyro o el propio autor, Bryce Echenique.

El autor peruano descubre el Barrio Latino, desde donde comenzó su conquista de la ciudad, “en la narrativa enamorada, eficaz y bella de Ernest Hemingway” (Bryce, 2012: 43). El norteamericano pertenece a la conocida Generación perdida, concepto acuñado por el personaje de Gertrude Stein36 en A moveable feast (París era una fiesta) para bautizar aquella generación de escritores americanos exiliados en París durante la década de los años 20 del siglo XX, en este periodo de entreguerras tan conocido por el desenfreno. Woody Allen tradujo este imaginario a la gran pantalla en Midnight in Paris en el año 2010, con una reescritura de ese ambiente artístico de las tabernas y los cabarets (llevado al mito por Hemingway) como marco de su propia narrativa. Autores como Bryce Echenique en Guía triste de París o Enrique Vila-Matas en París no se acaba nunca (2003) la han usado también casi como reescritura de su propia autoficción.

Midnight in Paris (2010), Woody Allen

Todas estas obras posteriores dialogan con el estereotipo de escritor que habían idealizado en todas esas “informaciones culturales” que los llevaron a París. Para el joven romántico, París comenzaba en la rue Cardinal Lemoine donde Hemingway vivía en una modesta casa37 en las espaldas de la place Contrescarpe: “en una época en que aquel viejo corazón de una zona muy vieja y aún pobretona del Barrio Latino parecía una placita de pueblo” (Bryce Echenique, 2012: 43). De esta forma tan rural describe Hemingway el Barrio Latino:

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘El Café des Amateurs era la sentina de la rue Mouffetard, aquel encanto de callejuela con tiendas y puestos de mercado que iba a la place Contrescarpe. En las viejas casas de vecindad, los retretes en cuclillas, uno en cada piso dando a la escalera, con las dos eminencias en forma de zapato a cada lado del agujero, de cemento y una cuadrícula para que el locataire no resbalara, se vertían en sentinas que vaciaban de noche con una bomba y volcaban en la cuba de un carro de caballos. En verano, con todas las ventanas abiertas, oíamos la bomba y el olor era fuerte’. (Hemingway, 1964: 10)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

El flâneur de Hemingway camina desde esa calle que es hoy un lugar de peregrinación básico para todas las rutas literarias de París38, hasta el Sena y la zona del Carrusel que tanta nostalgia infundió tiempo atrás a Baudelaire. Allí estaban los cafés más distinguidos, entre los bulevares Saint-Germain y Saint-Michel, populares desde los tiempos de la Ilustración (como el Café de Flore o el Deux Magots, entre otros). El escritor y periodista norteamericano usaba estos cafés como oficina y escribía reportajes literarios para el Toronto Star sobre el modo de vida francés como en un diario de viajes para el público anglosajón39. Hemingway es una pieza clave para la exportación editorial del arquetipo de escritor en París al sueño americano.

Pablo Melgar©

El narrador pasea, desde el pobre Barrio Latino hasta un Carrusel que le maravilla (al contrario que a Baudelaire). En los cafés se saca “del bolsillo de la chaqueta una libreta y un lápiz” para ponerse a escribir “un cuento que pasaba allá en Michigan, y como el día era crudo y frío y resoplante, un día así hizo en su cuento” (Hemingway, 1964: 11). Este arquetipo servirá a las generaciones de sujetos migrantes posteriores que llegan a París, como una guía de supervivencia para el escritor y de sublimación del ambiente bohemio. Este marco funciona perfectamente para Martín Romaña que viene desde Lima hasta la Ciudad Luz para convertirse en escritor. Sin embargo, el narrador en vez escribir sobre Lima, dialoga con el acto propuesto por Hemingway.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Mierda, por qué no escribo sobre estas cosas, por qué sigo siempre atado a mis sindicatos pesqueros, por qué mierda no escribo una novela que empiece con un tipo que vive en París, que está sentado en un café de París, leyendo un libro de Hemingway sobre París, y que de pronto siente un profundo deseo de irse algún día a vivir a París con su novia Inés o algo así…’ (Bryce Echenique, 1981: 162)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

La escena transcurre en un café. De repente, entra una chica y se sienta “sola a una mesa junto a la ventana”. El escritor levanta la mirada y se turba: “Ojalá pudiera meterla en mi cuento”, piensa. Así que se dedica a escribir, mientras se pide “otro ron Saint James”. Minutos más tarde, cierra la libreta y al levantar la cabeza entiende que la chica ya “se había marchado”.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘Eres mía y todo París es mío y yo soy de este cuaderno y de este lápiz’. (Hemingway, 1964: 12)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

La metáfora de la conquista de la mujer de Hemingway es literaria, al contrario que la de Flaubert que es puramente económica. A lo largo de París era una fiesta, Hemingway narra cómo él y su mujer fueron “muy pobres y muy felices” (Hemingway, 1964: 269) de manera casi estoica. El ascenso hacia el valor social que anhela el personaje marca ambas narrativas: Fréderic anhela la respetabilidad entre los burgueses, y Hemingway entre los escritores. El autor norteamericano disemina un arquetipo de escritor que consigue vivir con las mismas penurias bohemias que Rimbaud o los pintores de Montmartre. A lo largo de los capítulos describe meticulosamente los métodos de escritura a través de ciertas rutinas y estereotipos absorbidos de sus propias “informaciones culturales” que le permiten jugar sus cartas en el mundo editorial.

Sylvia Beach y James Joyce en la antigua librería Shakespeare&Company (1920)

El juego de Hemingway deja la bohemia del Barrio Latino que podemos imaginar como un barrio que limita la urbe con la ruralidad. En la zona más al sur, alrededor de l’Odéon (distrito VI, Montparnasse) se encuentra uno de los núcleos más fuertes de las empresas editoriales en París y, por entonces, Shakespeare and Company40. En esta librería de literatura anglófona, el joven Hemingway le pregunta a Sylvia Beach en persona, la primera editora del Ulises de James Joyce, cuándo iba por allí el escritor irlandés.

[infobox maintitle=”” subtitle=” -Si viene, acostumbra a ser a última hora de la tarde –dijo-. ¿No le conoce usted? -De vista, en Michaud, cuando comía con su familia –dije-. Pero no le he visto bien porque no se debe mirar a la gente cuando come, y además Michaud es caro.(Hemingway, 1964: 31)” bg=”gray” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

El otro foco del juego burgués en el mundo editorial es la casa de Gertrude Stein, también situada cerca del Jardín del Luxemburgo y el barrio de l’Odéon, “en el 27 de la rue de Fleurus” (Hemingway, 1964: 19). La escritora y marchante de arte ejercía una gran influencia en aquella bohemia burguesa y extranjera que poblaba París en aquellos años. Ella le enseña el oficio de escritor al joven Hemingway41, y de ella aprende que la “producción diaria” sostiene tu felicidad en la medida en que “se publicara y tuviera éxito” (Hemingway, 1964: 23). Enrique Vila-Matas usará a Marguerite Duras como personaje análogo de Stein en su reescritura irónica de Hemingway en París no se acaba nunca (2003).

Midnight in Paris (2010), Woody Allen

Estos dos personajes serán la puerta que abrirá Hemingway para introducirse en el mundo editorial, donde conocerá a los escritores más reconocidos de aquella década (como James Joyce, Ezra Pound, T. S. Elliot o Scott Fitzgerald) y se convertirán en la conquista del joven escritor, al situarse como un igual entre ellos.

[infobox maintitle=”” subtitle=” ‘La identidad básica de estos personajes estriba en el reconocimiento exclusivamente personal como miembro de una clase social demolida en su país de origen. Esta identidad básica solamente funciona o tiene resonancia –incluso vigencia- en relación con los compatriotas que radican en París, y no así con los europeos…’ (Sánchez León, 1990: 237)” bg=”pink” color=”black” opacity=”on” space=”30″ link=”no link”]

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36 “-Eso es lo que son ustedes. Todos ustedes son eso –dijo Miss Stein-. Todos los jóvenes que sirvieron en la guerra. Son una generación perdida. -¿De veras? –dije-. –Lo son –insistió-. No le tienen respeto a nada. Se emborrachan hasta matarse…” (Hemingway, 1964: 66)

37 “El piso de la rue Cardinal Lemoine tenía dos habitaciones sin agua caliente y sin más dispositivo higiénico que un recipiente con antiséptico, que de todos modos no era molesto para una persona acostumbrada a las letrinas de los patios de Michigan”. (Hemingway, 1964: 31)

38 Estas rutas literarias marcan un itinerario a los turistas para que recorran, uno a uno, los lugares en los que vivió cada escritor famoso en París. La 74, rue du Cardinal Lemoine es hoy en día uno de los lugares de peregrinación más concurridos del Barrio Latino, prueba de ello son las innumerables fotografías y selfies que uno puede encontrar si marca esta dirección en la red social Instagram.

39 “Se podían seguir varios caminos para bajar hasta el río desde lo alto de la rue Cardinal Lemoine”. (Hemingway, 1964: 34)

40 “…que era la biblioteca circulante y librería de Sylvia Beach, en el 12 de la rue de l’Odéon” (Hemingway, 1964: 29).

41 “Me enseñó los muchos tomos que tenía manuscritos y que su compañera iba pasando a máquina”, pero también cómo invertir en arte: “Usted tiene que comprar a pintores de su edad, a chicos de su quinta” (Hemingway, 1964: 22).

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Bibliografía

BENJAMIN, Walter (1928). Programa de un teatro infantil proletario. Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, II, 2, pp. 380-386, Madrid, Abada, 2009.

BRYCE ECHENIQUE, (1981). La vida exagerada de Martín Romaña. Barcelona: Editorial Argos Vergara, 1981.

–––(1999). Guía triste de París. Editor digital (versión Kindle): Sejmet, 2015.

––– (2012). El París que yo viví. Cuadernos Hispanoamericanos. Núm. 730, abril 2011. Alicante: Biblioteca Virtual de Cervantes, 2012.

HEMINGWAY, Ernest (1964). París era una fiesta. Barcelona: Random House Mondadori, S. A., 2013

ROMERA GALÁN, Fernando (2010). Algunas consideraciones sobre el signo espacial en la escritura autobiográficaSigna. Revista de la Asociación Española de Semiótica. Núm. 19, 2010. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2010

SÁNCHEZ LEÓN, Abelardo, (1990). Un cierto imaginario oligárquico en la narrativa de Alfredo Bryce Echenique. Alfredo Bryce Echenique: Ante la crítica. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, C. A., p. 231-286, 2004.

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