No tengo certezas

ni en el carnet de identidad.

 

No sé qué escribo, pues lo que ves en mis paredes

es apenas un intento de reordenarme la sangre.

 

No sé qué quiero,

por eso viajo.

 

Pero no huyo, porque dicen que

no conoces de verdad una ciudad hasta verte empapado en ella.

 

Y busco no sé muy bien qué en todas partes.

Pregunto, intuyo, paseo.

Me siento a observar.

Luego me pido un café.

Luego una cerveza.

Luego una copa.

Alguien me habla.

 

Para ese entonces yo ya no sé

lo que buscaba cuando salí a la calle

y la única cosa que he encontrado,

realmente, son las risas del camino.

 

Como verás,

tampoco entiendo muy bien mi mundo

pero sí tengo memoria para no olvidar

aquellas calles que me hicieron reír

y vuelvo constantemente a ellas

para fumarme un cigarrito tranquilo

y disfrutarlas, de nuevo.

 

Allí me quedo eternamente

hasta que me limpien la memoria a cañonazos.

 

Pablo Melgar Salas

 

Train – Paul Kalkbrenner