Los susurros de tus labios humedecidos
en los calores de nuestras sábanas mojadas
serán los escalofríos que más triste me hagan
los días siguientes a que tú te vayas.
No podré vivir nunca más en una cama
y buscaré soluciones entre las piedras.
Correrán las hormigas por mis ojos
preguntándose el por qué de mi mirada extraviada.
Y volveré al llanto fácil y a las sábanas mojadas
de cuando vivía en la infancia caprichosa.
Volveré al tirón de mangas,
para pedirme a gritos que no te vayas.
Los susurros de tus labios humedecidos
en los calores de nuestras sábanas mojadas
serán los escalofríos que más triste me hagan
los días siguientes a que tú te vayas.
Pero tú más caprichosa serás siempre
y volverás a decir todas aquellas palabras que alguna vez dijiste.
Y me río de la esquizofrenia,
Mientras me robas la mente.
Y nadaré entre gusanos buscando la muerte,
sin nicho y sin réquiem,
de día de luto y llanto,
pues no he sido digno de quererte.
Los susurros de tus labios humedecidos
en los calores de nuestras sábanas mojadas
serán los escalofríos que más triste me hagan
los días siguientes a que tú te vayas.
El silencio de la tarde será tan fúnebre
como cuando no había nacido.
En una puerta vacía de manos
y ojos verdes como puzles.
Y rogaré en tu puerta que me perdones,
gritaré y magullaré por mi mala suerte.
Buscaré entre las piedras
algo que lo solucione.
Los susurros de tus labios humedecidos
en los calores de nuestras sábanas mojadas
serán los escalofríos que más triste me hagan
los días siguientes a que tú te vayas.
Entonces tú te acercas
y me tocas la cara,
yo abro los ojos
en ti.
Y no se dónde estoy
ni cuánto me amas.
Todavía no se que era un mal sueño
de los días siguientes a que tú te vayas.
Pablo Melgar
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