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PK
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Literatura española

«huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe».
LOPE DE VEGA
Biografía

Lope de Vega (1562-1635)
Fuerza creadora inagotable y figura central del Siglo de Oro, Lope fue el arquitecto del teatro moderno en lengua española. Poeta, dramaturgo y aventurero sentimental, escribió con el corazón en llamas y la pluma en continuo movimiento.
📍 Infancia y formación en Madrid
Nació en 1562 en Madrid, en el seno de una familia humilde. Desde niño demostró un talento precoz para la poesía y la dramaturgia. Estudió con los jesuitas y más tarde en la Universidad de Alcalá, aunque su carácter inquieto lo llevó por caminos menos académicos. Su facilidad para versificar asombraba incluso a sus contemporáneos.
⚔️ Pasiones, destierros y escándalos
La vida de Lope fue tan intensa como su obra. Tuvo múltiples romances —algunos escandalosos— y protagonizó conflictos que le valieron destierros, tanto de Madrid como de la corte. Fue soldado en la Armada Invencible, amante infiel, sacerdote tardío y eterno enamorado. Su pluma y su corazón raramente conocieron el descanso.
🎭 Revolucionario del teatro
Con más de 1.500 comedias atribuidas, Lope transformó la escena española. Rompió con las reglas clásicas y creó un modelo nuevo: el arte nuevo de hacer comedias, donde mezclaba lo trágico y lo cómico, respetaba el gusto popular y exaltaba valores como el honor, el amor y la identidad nacional. Obras como Fuenteovejuna, El perro del hortelano o El caballero de Olmedo son pilares del teatro universal.
⛪ Religión, retiro y muerte
En sus últimos años, tras la muerte de varios hijos y seres queridos, Lope se ordenó sacerdote. Siguió escribiendo hasta el final, alternando poesía mística, comedias y autos sacramentales. Murió en Madrid el 27 de agosto de 1635, aclamado por el pueblo como “Fénix de los ingenios”.
📜 Un genio prolífico y contradictorio
La obra de Lope es tan vasta como inabarcable, y tan humana como divina. Capaz de lo sublime y lo popular, mezcló lo culto con lo callejero, el misticismo con el deseo, la sátira con la emoción profunda. Su influencia en la literatura dramática es comparable a la de Shakespeare en el mundo anglosajón.
Dato clave: En su tratado Arte nuevo de hacer comedias (1609), Lope expone con ironía y genialidad las claves de su fórmula teatral, que conquistó tanto a nobles como a plebeyos.
Obra
LOPE DE VEGA Poesía
Toda la obra de Lope de Vega se distingue por su lirismo, como señala Vossler. Sus textos están impregnados de un tono lírico auténtico, y exploró diversas formas líricas como sonetos, canciones y romances. Dos rasgos destacados de su obra son el valor autobiográfico y su natural espontaneidad. En su novela ‘La Arcadia’ (1598), Lope describe la lírica como una combinación de inspiración natural y trabajo retórico. A diferencia de contemporáneos como Góngora y Quevedo, Lope dedicó varios libros a recopilar su producción poética.
Aunque la rivalidad más comentada es la de Góngora y Quevedo, la verdadera disputa literaria fue entre Góngora y Lope de Vega. Ambos lideraron la generación de los “poetas romancistas” (1580-1590), quienes consiguieron reavivar la tradición del siglo XV con el ‘Romancero nuevo’. Estos jóvenes poetas rescataron el octosílabo (alejándose del endecasílabo petrarquista) y desarrollaron narrativas amorosas de carácter morisco y pastoril, en escenarios hispanomusulmanes como Granada y Toledo. Lope compuso romances a lo largo de toda su vida, utilizando este género para expresar sus experiencias personales, como sus amores con Elena Osorio y su matrimonio con Isabel de Urbina. En su madurez, sus romances abordaron temas religiosos, filosóficos y elegíacos.
Lope sentía una especial predilección por los sonetos. El primer grupo de 200 sonetos apareció en las ‘Rimas’ (1602). Posteriormente, publicó las ‘Rimas sacras’ (1614) durante su experiencia como sacerdote, en la que estuvo sumido en una crisis profunda. Esta colección de 100 sonetos dirigidos a la divinidad, son expresión de un encendido erotismo sagrado. Son composiciones de diversos metros y géneros que recrean los tópicos de la escuela italiana con un acento nuevo y vivo.
Además, Lope exploró otros subgéneros líricos populares como villancicos, seguidillas, letrillas y cantares populares. Eran canciones tradicionales que el poeta recogía y aprovechaba para modificarlas. Estas composiciones aparecen frecuentemente en sus comedias, demostrando su maestría en la lírica popular. En contraste, sus epístolas, aunque numerosas y distribuidas en diversas obras como ‘La Filomena con otras diversas rimas, prosas y versos’ (1621), son de menor interés crítico, aunque destacan por su espontaneidad.
La última etapa de su vida estuvo marcada por la melancolía, las tragedias familiares, el sentimiento de culpa por sus amores sacrílegos y las crisis religiosas. Esta fase produjo una poesía de profundo valor emocional y reflexivo, con textos como la ‘Égloga Filis’ y los poemas incluidos en ‘La Dorotea’ (1632). En sus ‘Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos’ (1634), un cancionero petrarquista paródico y humorístico, Lope presenta el desengaño de la vejez mediante la parodia.
Contrario al tópico de que Lope solo escribió poesía sencilla, también se atrevió con el estilo gongorino, a pesar de su inicial reacción satírica contra Góngora. Admiraba profundamente al poeta cordobés y, aunque sus intentos de emularlo no siempre fueron exitosos, logró componer poesía hermética y culterana de notable belleza cuando no intentaba deslumbrar, destacando su versatilidad y talento poético.
LOPE DE VEGA Poesía: ROMANCES
🔥 El romance como espejo del alma de Lope
Aunque la rivalidad más famosa del Siglo de Oro fue la de Quevedo y Góngora, la auténtica competencia poética se dio entre Góngora y Lope de Vega, especialmente en el terreno del romance. Ambos fueron figuras clave del llamado romancero nuevo, movimiento surgido entre 1580 y 1590 que revitalizó esta forma poética tradicional con sensibilidad moderna y barroca. Los versos octosílabos, alejados del clasicismo petrarquista, permitían a los poetas contar historias de amores imposibles, celos, abandonos o exaltaciones místicas en escenarios moriscos o pastoriles. En Lope, estos romances, publicados desde finales del siglo XVI y reunidos en el Romancero general de 1600, representan su primera gran etapa lírica. Allí se define lo que podría llamarse su “primera manera”: una poesía impulsiva, juvenil y personal que circuló ampliamente, hasta el punto de que muchos le atribuían versos ajenos, situación que él mismo llegó a lamentar.
Lope transfigura en sus romances los grandes episodios de su vida: los amores con Elena Osorio, su destierro, el matrimonio con Isabel de Urbina, y más tarde su relación con Marta de Nevares. Bajo identidades literarias como Zaide o Belardo, el poeta dramatiza su existencia y la convierte en arte. Los romances moriscos, más vistosos y sensuales, apelaban al gusto por lo exótico de su época y narraban pasiones contrariadas entre torneos y sedas orientales; los pastoriles, por otro lado, ofrecían una voz más íntima y melancólica, especialmente cuando la experiencia del amor ya se tornaba recuerdo doloroso. Estos últimos muestran una estructura más reflexiva, como soliloquios donde Lope desnuda sus emociones. A través del monólogo de Belardo, el lector accede a una “Dorotea sentimental”, donde se suceden la ternura, el reproche, la exaltación y el arrepentimiento. La vitalidad desbordada de sus primeros versos fue cediendo, con el tiempo, a una mirada más contenida, como se aprecia en los estremecidos poemas dedicados a Marta, recogidos en La Dorotea.
Así, el romance en manos de Lope no solo fue una forma de expresión lírica: fue también una forma de existir, de canalizar el impulso vital, el deseo, el desengaño y la devoción. Desde sus inicios impetuosos —“potro gallardo, pero sin freno”, como lo describió Góngora— hasta sus composiciones más maduras, cargadas de melancolía y espiritualidad, el romancero lopesco trazó el recorrido emocional de un autor que supo hacer de su vida materia poética. Obras como Las Rimas sacras o las famosas barquillas muestran esa evolución desde la pasión desbordada hacia una religiosidad introspectiva y una ternura melancólica. A través del romance, Lope logró algo excepcional: unir la poesía culta con la sensibilidad popular, hacer del verso una corriente viva que circulaba entre las gentes y que, al mismo tiempo, encarnaba el alma misma del Siglo de Oro.
Romancero general (1600)
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A mis soledades voy
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.
Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.
La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.
O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.
«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.
No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?
No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.
Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.
Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.
En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.
¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?
Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.
Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;
y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.
Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.
Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.
Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.
Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.
¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.
Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.
Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;
ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.
Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.
Diario de lectura. A mis soledades voy
Análisis del romance “A mis soledades voy” de Lope de Vega
Título: La soledad como refugio y espejo del desengaño barroco
1. Contexto en la obra de Lope
-
Posición: Pertenece a su etapa de madurez (incluido en La Dorotea, 1632), donde reelabora temas juveniles con hondura filosófica. Contrasta con los romances moriscos o pastoriles de su primera época (ej. “A la muerte de Carlos Félix”).
-
Estructura: Romance octosílabo (rima asonante en *-é-o*), forma tradicional pero con densidad conceptual.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Anáfora y paralelismo:
-
“A mis soledades voy, / de mis soledades vengo”: Circularidad que refleja el encierro en sí mismo.
-
“No sé qué tiene el aldea… / que con venir de mí mismo / no puedo venir más lejos”: Paradoja espacial (la soledad es geografía interior).
-
-
Antítesis barrocas:
-
“Ni estoy bien ni mal conmigo”: Indecisión existencial.
-
“Virtud y filosofía / peregrinan como ciegos”: Crisis de valores.
-
-
Ironía y sátira social:
-
“O tantos que nacen sabios / es porque lo dicen ellos”: Crítica a la pedantería.
-
“De medio arriba romanos, / de medio abajo romeros”: Dualidad moral (apariencia vs. realidad).
-
-
Símbolos clave:
-
“Soledades”: No es retiro bucólico, sino confrontación con el yo.
-
“Mármoles eternos” (sepulcros): Vanitas y fugacidad de la vida.
-
B. Motivos temáticos:
-
Desengaño:
-
“No puede durar el mundo / […] suena a vidrio quebrado”: Fragilidad de la existencia (tópico barroco).
-
“Señales son del juicio / ver que todos le perdemos”: Caos moral.
-
-
Autoconocimiento:
-
“Un hombre que todo es alma / está cautivo en su cuerpo”: Dualismo platónico.
-
“La diferencia conozco / […] su locura en su arrogancia, / mi humildad en mi desprecio”: Ética estoica.
-
-
Crítica social:
-
Denuncia la corrupción (“con las prendas de su honor / han trocado los efectos”) y la hipocresía (“todos andan bien vestidos, / y quéjanse de los precios”).
-
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
“Sólo sé que no sé nada” | Sócrates (Platón) | Ironía: el saber humilde vs. ignorancia soberbia. |
“Verdad al cielo” | Mitología (Zeus/Justicia) | La verdad como ausencia en un mundo corrupto. |
“Edad de plata / de cobre” | Hesíodo (Edades del Hombre)* | España en decadencia (plata para extranjeros, cobre para locales). |
4. Estilo y tono
-
Lenguaje: Llano pero conceptual (ej. “Fea pintan a la envidia; / yo confieso que la tengo”).
-
Tono: Melancólico (soledad) + sarcástico (crítica social).
-
Humor negro: “Oigo tañer las campanas / […] en lugar de tantas cruces / haya tantos hombres muertos”.
5. Claves filosóficas
-
Estoicismo cristiano: Aceptación de la condición humana (“No me precio de entendido, / de desdichado me precio”).
-
Platonismo: Cuerpo como cárcel del alma (“cautivo en su cuerpo”).
-
Pessimismo barroco: Mundo como “vidrio quebrado” (fragilidad, finitud).
6. Imagen central: La soledad como espejo
-
Refugio y condena: Las soledades son espacio de lucidez (“me bastan mis pensamientos”) pero también de confrontación con la miseria humana.
-
Ironía final: El poema cierra con el mismo verso inicial, pero tras un viaje de desengaño: la soledad ya no es inocente.
Reflexión final
Este romance condensa la voz de un Lope maduro: ya no es el “potro sin freno” del Romancero general, sino un poeta que escribe “con los dedos quemados” (como diría Machado). La soledad aquí no es pastoral, sino metafísica; no evasión, sino tribunal. ¿No es acaso Lope, con su “aldea” interior y su “mundo de vidrio”, el primer existencialista español? Un Hamlet vestido de sayo, que llora a Marta de Nevares mientras ríe amargamente de sí mismo.
Pobre barquilla mía
Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola:
¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.
Como las altas naves
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.
Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeño en las defensas,
incitas a las ondas.
Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.
Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las iras procelosas.
Segura navegabas;
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.
Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
ni se estimó la perla
hasta dejar la concha.
Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.
No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.
Para los altos mares
no llevas cautelosa
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.
¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa,
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?
¿En qué gabia descubres
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?
¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?
Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.
¿Qué importa que te ciñan
ramas verdes o rojas,
que en selvas de corales
salado césped brota?
Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto borde
que jarcias de oro adornan.
No quieras que yo sea
por tu soberbia pompa
faetonte de barqueros,
que los laureles lloran.
Pasaron ya los tiempos
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.
Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan,
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.
Ya los valientes rayos
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.
Contenta con tus redes,
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo, ¿qué importa?
Cuando de rojo nácar
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.
Al bello sol que adoro,
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.
Esposo me llamaba,
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.
Sin pleito, sin disgusto,
la muerte nos divorcia:
¡Ay de la pobre barca
que en lágrimas se ahoga!
Quedad sobre el arena,
inútiles escotas;
que no ha menester velas
quien a su bien no torna.
Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas,
merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve
más pura y más hermosa.
Mi honesto amor te obligue;
que no es digna vitoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.
Mas ¡ay, que no me escuchas!
Pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.
Diario de lectura. Pobre barquilla mía
Análisis del romance “Pobre barquilla mía” de Lope de Vega
Título: Naufragio del amor: la barquilla como símbolo de la fragilidad humana
1. Contexto en la obra de Lope
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Posición: Pertenece a su etapa de madurez (escrito tras la muerte de Marta de Nevares, su último gran amor). Contrasta con los romances juveniles de tono festivo o morisco.
-
Estructura: Romance octosílabo (rima asonante en *-ó-a*), con estrofas de cuatro versos que imitan el vaivén de las olas.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
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Alegoría central:
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“Pobre barquilla mía / entre peñascos rota”: La barca es el yo poético (Lope), dañado por la vida y el dolor.
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“Sin velas desvelada”: Juego de palabras (falta de velas/insomnio por la pena).
-
-
Personificación:
-
La barquilla habla y sufre: “¿Adónde vas perdida? / ¿Adónde, di, te engolfas?” (preguntas retóricas que reflejan desorientación).
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“La muerte nos divorcia”: Antítesis matrimonio/separación eterna.
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-
Símbolos barrocos:
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Mar: Vida tempestuosa, peligros (“soberbia envidia, / naufragio de las honras”).
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Redes y peces: Amor pasado, ahora inservible (“Contenta con tus redes […] pero vivo, ¿qué importa?”).
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Huracanes y rayos: Crisis existencial (“Ya fieros huracanes / […] abrasan pobres chozas”).
-
-
Intertextos mitológicos:
-
“Faetonte de barqueros”: Alusión al mito de Faetón (ambición castigada), comparando su destino trágico con el del poeta.
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“La vulcana forja”: Referencia a Vulcano (fuego destructor vs. fragilidad humana).
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B. Motivos temáticos:
-
Amor y pérdida:
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Evocación de Marta (“Al bello sol que adoro”), cuya muerte rompe la armonía (“la muerte nos divorcia”).
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Nostalgia del pasado idílico (“Cuando de rojo nácar / se afeitaba la aurora”).
-
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Desengaño barroco:
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Crítica a la ambición (“presumir de nave / fortunas ocasiona”).
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Fugacidad de la fama (“¿Qué sirve fama heroica? / Que nunca desdichados / sus pensamientos logran”).
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Muerte y trascendencia:
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Plegaria final (“que adonde estás me lleve / más pura y más hermosa”): Esperanza de reunión en la eternidad.
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3. Estructura y tono
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Primera parte (vv. 1-36): Lamento de la barquilla (tono elegiaco).
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Segunda parte (vv. 37-60): Recuerdo del amor feliz (tono lírico-dulce).
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Tercera parte (vv. 61-84): Desolación y resignación (tono filosófico).
4. Estilo
-
Lenguaje: Sencillez aparente, pero con densidad simbólica (ej. “salado césped brota”: lágrimas como flora marina).
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Hipérbaton selectivo: “la divina Amarilis, / honor y gloria vuestra” (énfasis en lo perdido).
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Paralelismos: “Viviendo, todo falta; / muriendo, todo sobra” (síntesis del desengaño).
5. Claves filosóficas
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Estoicismo cristiano: Aceptación del sufrimiento (“mojado me sacabas; / pero vivo, ¿qué importa?”).
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Platonismo: Anhelo de trascendencia (“más pura y más hermosa”).
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Barroco desengañado: El mundo como caos (“Ya fieros huracanes / tan arrogantes soplan”).
6. Originalidad del poema
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Síntesis de tradiciones:
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Lírica tradicional: Forma de romance, pero con hondura metafísica.
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Petrarquismo: Idealización de la amada (Marta = “bello sol”).
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Conceptismo: Paradojas como “sin velas desvelada”.
-
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Diferencias con otros romances de Lope:
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Vs. “A mis soledades voy”: Aquí predomina el dolor amoroso sobre la reflexión moral.
-
Vs. romances moriscos: Ausencia de colorido externo; todo es intimidad.
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Reflexión final
Este romance es el testamento lírico de Lope: un naufragio controlado donde la barquilla, como el poeta, flota entre el dolor y la fe. ¿No es acaso Lope, con sus “inútiles escotas” y su “salado césped”, el primer poeta simbolista español? Un Baudelaire del Siglo de Oro, que escribe con agua de mar y lágrimas. La barquilla no llega a puerto, pero su deriva es ya, en sí misma, un canto eterno.
LOPE DE VEGA Poesía: SONETOS
Dentro del vasto y polifacético universo poético de Lope de Vega, los sonetos ocupan un lugar de excepción. Su arquitectura cerrada, su brevedad intensa, la precisión de pensamiento que exige el molde, cautivaron siempre al Fénix, que hizo del soneto uno de sus vehículos predilectos de expresión. Lope, que sentía hacia esta forma métrica un especial cariño, dejó a la posteridad una producción tan cuantiosa como admirable, diseminada no sólo en libros de versos, sino entre los parlamentos de sus comedias, en misceláneas y, muy particularmente, en sus Rimas (1602) y Rimas sacras (1614).
El primer hito importante lo marca la publicación de las Rimas humanas, en 1602, cuando el poeta contaba ya cuarenta años y se encontraba en la plenitud de su genio creador. Esta colección reúne doscientos sonetos, muchos de los cuales proceden de comedias anteriores, aunque algunos fueron revisados para su inclusión en el libro. Son composiciones que aún conservan el aliento del petrarquismo hispánico —más por reminiscencia de sus cultivadores que del propio Petrarca—, con su característico refinamiento, pulcritud formal y juego de contrastes amorosos. Pero Lope no se limita a repetir fórmulas: hay ya una voz propia que se abre paso, una meditación lírica de alma en conflicto, que convierte lo convencional en vivencia. Así lo expresa él mismo, en un verso de su Arte nuevo de hacer comedias, donde dice con aguda perspicacia:
El soneto está bien en los que aguardan.
Y, en efecto, el soneto, muchas veces inserto en las comedias, aparece en momentos de pausa o soledad de los personajes, cuando la reflexión interna pide espacio y forma. La vida escénica, tan efímera, amenazaba con condenar al olvido estos fragmentos líricos; Lope, consciente de su valor, los rescató en sus Rimas.
Entre los sonetos más característicos de esta primera etapa se encuentran los dedicados a Micaela de Luján, bajo el nombre literario de Camila Lucinda. Son de una belleza serena, cargados de ternura y musicalidad, como demuestra el que comienza:
Ya no quiero más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros…
Estos poemas no sólo fijan el retrato espiritual del amor lopeano, sino que además evidencian el dominio técnico del autor, capaz de encapsular pasiones complejas en catorce versos de endecasílabo vibrante. En ellos, el amor aparece como fuerza contradictoria, desgarradora y sublime, tal como en el célebre:
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo…
Además del amor humano, Lope también recurre con frecuencia al mundo clásico. Los mitos antiguos le sirven como marco para la pintura emocional o simbólica, con un sentido plástico y escénico que recuerda el arte de los grandes pintores italianos. Tal es el caso del soneto Judith y Holofernes, de una teatralidad sangrienta que remite directamente a Tintoretto:
Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano…
Pero el momento más revelador de la relación de Lope con el soneto llega en 1614 con la publicación de las Rimas sacras. Aquí el tono cambia: ya no se canta al amor humano, sino a la divinidad. Y sin embargo, el ardor permanece. Es un erotismo sagrado, encendido, donde la angustia del pecador arrepentido se confunde con el anhelo del místico. Los mejores de estos cien sonetos —algunos de ellos dedicados a santos, otros nacidos de su experiencia íntima— dan testimonio del viraje espiritual del poeta, afectado por la muerte de su hijo Carlos Félix y de su esposa Juana de Guardo, y por un progresivo acercamiento a la vida religiosa.
No se trata de una religiosidad abstracta ni rigurosamente teológica: Lope apela a una sensibilidad inmediata, humanísima, cercana incluso a lo doméstico, como en el conocidísimo:
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío…
Aun así, no se pierde la emoción dramática, ese temblor humano que le impide alcanzar las cumbres místicas de San Juan, pero que lo hace tan reconocible y entrañable en su fragilidad.
En los años siguientes, y sobre todo en la Circe, resurge el tono amoroso, ahora ya filtrado por la mirada cansada de la experiencia. Marta de Nevares inspira nuevos sonetos de acicalada perfección formal, marcados por una melancolía idealizada. La estilización gongorina se hace presente, aunque sin perder la claridad expresiva que distingue a Lope:
mozo infeliz a quien el verde coro
vio sol, rayo tembló, difunto llora…
Finalmente, en Las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634), Lope —ya septuagenario— da una vuelta de tuerca a su trayectoria como sonetista. Bajo el disfraz burlesco del personaje de Burguillos, mezcla sátira, nostalgia y crítica del culteranismo, con una frescura que desafía el paso del tiempo. Lope se ríe, se recuerda y se despide, siempre con el dominio técnico intacto, y con una vitalidad que conmueve aún desde la antesala de la muerte.
Así pues, si el romance dio voz popular a sus pasiones, el soneto fue para Lope el ámbito de la idea clara, del relámpago emocional condensado. En él caben el amor, el dolor, la fe, el juego y la ironía. Con justicia puede decirse que, en la historia de la poesía española, ningún autor ha hecho tanto por el soneto como Lope de Vega, ni le ha otorgado tanta variedad de tonos, ni lo ha poblado de tanta humanidad.
Rimas (1602)
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Soneto XCV
AL TRIUNFO DE JUDIT
Cuelga sangriento de la cama al suelo
el hombro diestro del feroz tirano
que, opuesto al muro de Betulia en vano,
despidió contra sí rayos al cielo.
Revuelto con el ansia el rojo velo
del pabellón a la siniestra mano,
descubre el espectáculo inhumano
del tronco horrible, convertido en hielo.
Vertido Baco, el fuerte arnés afea,
los vasos y la mesa derribada;
duermen las guardas, que tan mal emplea,
y sobre la muralla, coronada
del pueblo de Israel, la casta hebrea
con la cabeza resplandece, armada.
Diario de lectura. Soneto XCV
Análisis del soneto XCV “Al triunfo de Judit” de Lope de Vega
Título: El cuerpo del tirano: violencia sagrada y pintura verbal en el Barroco
1. Contexto en el poema
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Posición: Incluido en Rimas humanas (1602), pertenece a la serie de sonetos bíblicos donde Lope recrea episodios del Antiguo Testamento con estética contrarreformista.
-
Estructura métrica: Soneto clásico (ABBA ABBA CDC DCD) con endecasílabos de ritmo quebrado (acentos en 2ª-6ª-10ª), imitando golpes de espada.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Imágenes escultóricas (vv. 1-8):
-
“Cuelga sangriento de la cama al suelo”: Visión del cuerpo decapitado como trofeo (influencia de Tintoretto).
-
“tronco horrible convertido en hielo”: Metáfora del poder petrificado.
-
-
Contrastes sensoriales:
-
“rojo velo” (visual) vs “convertido en hielo” (táctil).
-
“Vertido Baco” (gusto/derroche) vs “arnés afea” (vista/orden militar).
-
-
Encabalgamientos violentos:
-
“que, opuesto al muro de Betulia en vano, / despidió contra sí rayos al cielo”: Sintaxis quebrada = derrota del tirano.
-
B. Motivos clave:
-
Cuerpo político: Holofernes como “feroz tirano” cuyo cuerpo descoyuntado simboliza el Estado vencido.
-
Ironía divina: “despidió contra sí rayos al cielo” (su soberbia lo destruye).
-
Triunfo femenino: Judit como “casta hebrea” que subvierte roles de género (débil que vence al fuerte).
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
Decapitación de Holofernes | Libro de Judit (Biblia) | Transforma relato religioso en cuadro tenebrista. |
“rayos al cielo” | Mitología (Júpiter) | Ira divina invertida: castiga al que imitaba a Dios. |
“coronada […] armada” | Alegorías medievales | Judit como Virgen-Matrona, síntesis de virtudes contrapuestas. |
4. Estilo y simbolismo
Tenebrismo literario:
-
Claroscuro: “rojo velo” (sangre) vs “tronco en hielo” (muerte).
-
Símbolo: La mesa derribada (vv. 9-10) como fin del banquete profano.
Conceptismo histórico:
-
Paradoja: La “casta” (Judit) porta armas; los “guardas” (soldados) duermen.
-
Allegoria: Betulia como España amenazada, Judit como Iglesia salvadora.
5. Claves filosóficas
-
Contrarreforma: Exaltación de la virtud femenina como instrumento divino.
-
Barroco desengañado: Fragilidad del poder (“arnés afea”).
-
Neoplatonismo político: Cuerpo del tirano como reflejo de un alma corrupta.
6. Imagen central: La cabeza resplandeciente
-
Metáfora dual: La cabeza de Holofernes es trofeo y halo sagrado.
-
Ironía visual: Judit “armada” (v. 14) con la espada que la desarmaría como mujer.
-
Contraste: Sangre (“rojo velo”) vs luz (“resplandece”) = violencia transfigurada en gloria.
Reflexión final
Este soneto es un trompe-l’oeil barroco: Lope pinta con palabras lo que Tintoretto pintó con óleo. ¿No es acaso Judit, con su cabeza cortada que “resplandece”, la verdadera Fénix de este poema? Una mujer que renace del cadáver del tirano como Lope renacía de sus propias cenizas vitales. Polifemo gritaba en montañas de carne; Judit calla en su triunfo de luz armada. Dos caras del Barroco: lo monstruoso que cae y lo frágil que vence, unidos por el hilo sangrante de un cuello cortado.
Soneto CXXVI
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Diario de lectura. Soneto CXXVI
Análisis del soneto CXXVI “Desmayarse, atreverse, estar furioso” de Lope de Vega
Título: La cartografía del amor: pasión y paradoja en catorce versos
1. Contexto en el poema
-
Posición: Culminación de las Rimas humanas (1602), donde Lope sintetiza su teoría amorosa tras décadas de poesía petrarquista.
-
Estructura métrica: Soneto clásico (ABBA ABBA CDC DCD) con endecasílabos de ritmo binario (acentos en 4ª-7ª-10ª), imitando los latidos del corazón.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Enumeración caótica:
-
28 antítesis en 8 versos (“leal/traidor”, “difunto/vivo”): El amor como síntesis de contrarios (barroquismo).
-
Efecto: Torrente emocional que reproduce la experiencia amorosa.
-
-
Oxímoros sensoriales:
-
“beber veneno por licor suave”: Gusto/dolor fusionados.
-
“cielo en infierno”: Visual/táctil (luz/ardor).
-
-
Polisíndeton final:
-
“dar la vida y el alma a un desengaño”: Énfasis en la entrega total.
-
B. Motivos clave:
-
Amor-enfermedad: “Desmayarse”, “mortal” (síntomas físicos).
-
Amor-adicción: “beber veneno”, “amar el daño” (voluntad anulada).
-
Amor-ilusión: “huir al desengaño” (autoengaño consciente).
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
Enumeración de contrarios | Petrarca (Canzoniere) | Lope intensifica el caos (de 4-6 antítesis a 28). |
“Cielo en infierno” | Dante (Divina Comedia) | No es descripción del Infierno, sino del alma amante. |
“Quien lo probó lo sabe” | Refranero popular | Eleva el dicho coloquial a categoría filosófica. |
4. Estilo y simbolismo
Conceptismo:
-
Paradoja central: El amor es “desengaño” sabio y a la vez entrega irracional.
-
Símbolo: El veneno como licor (amor como suicidio dulce).
Petrarquismo transformado:
-
No hay dama idealizada, sino anatomía del sentimiento.
-
Uso de “yo” colectivo (“quien lo probó”): Experiencia universal.
5. Claves filosóficas
-
Neoplatonismo herido: El amor acerca al cielo (“cielo”), pero en realidad es caída (“infierno”).
-
Estoicismo cristiano: Saber que es ilusión (“claro desengaño”) y aun así elegirlo.
-
Barroco desengañado: “dar alma a un desengaño” = conciencia de la trampa.
6. Imagen central: El mapa del desatino
-
Metáfora espacial: Amor como territorio de fronteras rotas (“no hallar centro”).
-
Ironía: El poema ordena en versos lo que es caos en la experiencia.
-
Contraste: Violencia verbal (“furioso”) vs. forma clásica (soneto perfecto).
Reflexión final
Este soneto es el electrocardiograma del amor barroco: líneas que suben y bajan entre “desmayarse” y “atreverse”. Lope, como cirujano de sí mismo, abre el pecho del amante para mostrar un corazón que late entre opuestos. ¿No es este “dar la vida a un desengaño” la definición misma de la poesía? Un arte que sabe es mentira, y sin embargo sangra verdad. Polifemo gritaba su dolor en montañas de carne; Lope lo encierra en catorce versos. Dos caras de un mismo Barroco: lo sublime monstruoso y lo profundo mínimo.
Soneto CXXXIII
Ya no quiero más bien que solo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos;
para ser venturoso, conoceros;
para admirar el mundo, engrandeceros,
y, para ser Eróstrato, abrasaros.
La pluma y lengua, respondiendo a coros,
quieren al cielo espléndido subiros,
donde están los espíritus más puros,
que entre tales riquezas y tesoros
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros
de olvido y tiempo vivirán seguros.
Diario de lectura. Soneto CXXXIII
Análisis del soneto CXXXIII “Ya no quiero más bien que solo amaros” de Lope de Vega
Título: La apoteosis del amor: petrarquismo y mitología en la poesía lopesca
1. Contexto en el poema
-
Posición: Incluido en Rimas humanas (1602), dedicado a “Lucinda” (Micaela de Luján), muestra la cúspide del petrarquismo lopesco.
-
Estructura métrica: Soneto clásico (ABBA ABBA CDC DCD) con endecasílabos de ritmo ascendente (acentos en 4ª-7ª-10ª), imitando el vuelo de la amada al cielo.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Anáfora enfática (vv. 1-8):
-
“Ya no quiero… / Para vivir… / para ser…”: Estructura acumulativa que eleva a la amada.
-
Efecto: Progresión lógica desde el amor terrenal (v. 1) a la deificación (v. 14).
-
-
Metáforas mitológicas:
-
“ser Eróstrato” (v. 8): Alusión al incendiario del templo de Artemisa (amor como destrucción gloriosa).
-
“espíritus más puros” (v. 11): Neoplatonismo (la amada como ser celestial).
-
-
Hipérbole sensorial:
-
“ni ver más luz que vuestros ojos claros” (v. 4): Sinestesia visual/luminosa.
-
“la pluma y lengua respondiendo a coros” (v. 9): Audición polifónica.
-
B. Motivos clave:
-
Amor-religión: Culto a la amada (“cielo espléndido”, “espíritus puros”).
-
Poesía como eternización: “mis versos […] vivirán seguros” (tópico horaciano).
-
Paradoja barroca: Quemar (“abrasaros”) para inmortalizar.
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
“ojos claros” | Petrarca (Canzoniere) | De metáfora física a símbolo metafísico (luz=existencia). |
“Eróstrato” | Mitología griega | Transforma un acto vandálico en gesto amoroso sublime. |
“olvido y tiempo” | Horacio (Odas) | Frente al “carpe diem”, propone eternidad a través del verso. |
4. Estilo y simbolismo
Petrarquismo innovado:
-
Lenguaje: Claridad renacentista con densidad barroca (“abrasaros” vs “espíritus puros”).
-
Símbolo central: La amada como sol (v. 4) que da vida y ciega.
Conceptismo mitológico:
-
Paradoja: Destruir (Eróstrato) para eternizar (verso seguro).
-
Correspondencias: Pluma (creación) + lengua (voz) = arte total.
5. Claves filosóficas
-
Neoplatonismo: Ascenso del amor físico (“ojos claros”) a lo divino (“cielo”).
-
Barroco desengañado: Consciencia del “olvido y tiempo”, superada por el arte.
-
Estoicismo cristiano: Aceptación de la fugacidad (lágrimas) trascendida en poesía.
6. Imagen central: La deificación poética
-
Metáfora espacial: Viaje vertical (tierra → cielo) a través de 14 versos.
-
Ironía: El poeta quema (v. 8) para salvar (v. 14).
-
Contraste: Fragilidad humana (lágrimas) vs. eternidad artística (versos).
Reflexión final
Este soneto es el juicio final del amor petrarquista: Lope sentencia que solo la poesía -como el fuego de Eróstrato- puede fijar la belleza fugaz. ¿No es acaso este “abrasaros” la confesión de que el poeta, como el mítico incendiario, destruye lo que ama al convertirlo en arte? Polifemo gritaba su dolor en montañas; Lope lo sublima en llamas de verso. Dos caras de un mismo Barroco: lo sublime monstruoso y lo profundo mínimo, unidos por la paradoja de que solo lo que arde perdura.
Rimas sacras (1614)
Texto en construcción…
41. El poeta, pecador, confiesa a Jesús la dureza de su corazón
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi gratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate agota a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía»!
Y ¡cuántas, hermosura soberana,
«mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Diario de lectura. 41. El poeta, pecador, confiesa a Jesús la dureza de su corazón
Análisis del soneto 41 de las Rimas sacras de Lope de Vega
Título: La puerta cerrada: arrepentimiento y gracia en el Barroco contrarreformista
1. Contexto en el poema
-
Posición: Pertenece a las Rimas sacras (1614), escritas tras crisis personales (muerte de su hijo Carlos Félix y su esposa Juana).
-
Estructura métrica: Soneto clásico (ABBA ABBA CDC DCD) con endecasílabos de ritmo pausado (acentos en 4ª-8ª-10ª), imitando golpes en una puerta.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Interrogaciones retóricas (vv. 1-4):
-
“¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?”: Diálogo con Cristo desde la incomprensión humana.
-
“pasas las noches del invierno oscuras”: Metáfora del alma como casa fría y abandonada.
-
-
Metáforas contrarreformistas:
-
“rocío” (v. 3): Gracia divina que persiste pese al rechazo.
-
“hielo frío / secó las llagas” (vv. 7-8): Pecado como anti-milagro (invierte la curación de Cristo).
-
-
Diálogo celestial (vv. 9-14):
-
Estilo directo entre el Ángel y el alma: “Alma, asómate agora a la ventana” (v. 10).
-
Polisíndeton en la respuesta humana: “mañana […] mañana” (vv. 13-14): Procrastinación como pecado.
-
B. Motivos clave:
-
Hospitalidad divina: Cristo como peregrino (“puerta cubierto de rocío” vs. “entrañas duras”).
-
Tiempo barroco: El “mañana” repetido como fuga ante la eternidad.
-
Llaga y cura: Las heridas de Cristo (“plantas puras”) frente al corazón helado del poeta.
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
“puerta cubierto de rocío” | Apocalipsis 3:20 (“Llama a la puerta”) | Humaniza a Cristo como mendigo amoroso. |
“mañana le abriremos” | San Agustín (Confesiones) | Transforma la dilatio en ritmo poético. |
“Ángel me decía” | Pintura de Murillo (Ángel de la Guarda) | Lope acerca lo místico a lo cotidiano. |
4. Estilo y simbolismo
Tenebrismo literario:
-
Claroscuro: “noches oscuras” (alma) vs. “hermosura soberana” (Cristo).
-
Símbolo: La ventana (v. 10) como límite entre gracia y libertad humana.
Conceptismo afectivo:
-
Paradoja: Cristo mendiga al hombre que le debe todo.
-
Allegoria: Invierno = vida pecadora; rocío = perseverancia divina.
5. Claves filosóficas
-
Contrarreforma: Gracia accesible hasta al pecador (“extraño desvarío”).
-
Agustinismo: Lucha entre cupiditas (deseo mundano) y caritas (amor divino).
-
Barroco desengañado: Fragilidad humana (“mañana” como mentira existencial).
6. Imagen central: El umbral vacío
-
Metáfora espacial: Puerta = corazón; ventana = conciencia.
-
Ironía dramática: El lector sabe que Cristo ya entró (en el poema y en la historia sacra).
-
Contraste: “rocío” (suave) vs. “hielo” (duro) = lucha entre gracia y pecado.
Reflexión final
Este soneto es un drama sacramental en catorce versos: Lope convierte su culpa en arte al estilo de Murillo, pintando con palabras un Cristo niño que llama a la puerta del invierno. ¿No es acaso ese “mañana” repetido la confesión más humana? Polifemo rugía su dolor en montañas; Lope susurra su pecado en el frío de una casa vacía. Dos caras del Barroco: lo monstruoso que grita y lo humilde que temblorosamente abre, al fin, la puerta.
La Circe con otras rimas y prosas (1624)
Texto en construcción…
De la abrasada eclíptica que ignora…
De la abrasada eclíptica que ignora
intrépido corrió las líneas de oro
mozo infeliz, a quien el verde coro
vió sol, rayo tembló, difunto llora.
Centellas, perlas no, vertió el aurora,
llamas el pez austral, bombas el toro,
etnas la nieve del Atlante moro,
la mar incendios y cenizas Flora.
Así me levanté, y a la presencia
llegué de un sol; así también me asombra
cayendo en noche eterna de su ausencia.
Así a los dos el Po Faetontes nombra,
pero muertos con esta diferencia,
que él quiso ser el sol y yo la sombra.
Diario de lectura. De la abrasada eclíptica que ignora…
Análisis del soneto “De la abrasada eclíptica que ignora…” de Lope de Vega
Título: El mito de Faetón como espejo del poeta: ambición y caída en el Barroco
1. Contexto en la obra
-
Posición: Pertenece a La Circe con otras rimas y prosas (1624), dedicado a Marta de Nevares (“Amarilis”), donde Lope funde mitología y autobiografía.
-
Estructura métrica: Soneto clásico (ABBA ABBA CDC DCD) con endecasílabos de ritmo quebrado (acentos en 2ª-6ª-10ª), imitando la caída del carro solar.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Hipérbole astronómica (vv. 1-8):
-
“abrasada eclíptica”: Zodíaco como ruta de fuego.
-
“llamas el pez austral, bombas el toro”: Constelaciones convertidas en armas (influencia gongorina).
-
-
Metáforas paradójicas:
-
“Centellas, perlas no, vertió el aurora”: Lágrimas como fuego (dolor que ilumina).
-
“etnas la nieve del Atlante moro”: Nieve volcánica (fusión de opuestos barrocos).
-
-
Antítesis final:
-
“él quiso ser el sol y yo la sombra”: Contraposición Faetón/Lope (ambición vs. resignación).
-
B. Motivos clave:
-
Caída cósmica: Faetón como “mozo infeliz” (v. 3) vs. Lope como poeta envejecido.
-
Transfiguración mitológica: Amor = carro solar desbocado.
-
Sombra como identidad: Renuncia a ser luz (Marta como sol inalcanzable).
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
Faetón | Ovidio (Metamorfosis) | De castigo ejemplar a símbolo del poeta fracasado. |
“verde coro” (v. 3) | Góngora (Polifemo) | Las ninfas ya no lloran a un monstruo, sino a un amante. |
“Po Faetontes” (v. 12) | Etimología (Gr. phaethon = brillante) | Ironía: el “brillante” que se apaga. |
4. Estilo y simbolismo
Culteranismo moderado:
-
Léxico: eclíptica, austral, Atlante moro (cosmología suntuosa).
-
Símbolo: El carro solar como poesía que quema al poeta.
Conceptismo autobiográfico:
-
Paradoja: “así me levanté […] cayendo” (éxito y vejez).
-
Allegoria: Marta = sol; Lope = sombra que depende de su luz.
5. Claves filosóficas
-
Neoplatonismo herido: El amor acerca al cielo (“líneas de oro”), pero condena a caer (“noche eterna”).
-
Barroco desengañado: Conciencia de la decrepitud (“difunto llora”).
-
Estoicismo cristiano: Aceptación de ser sombra (humildad tras el fracaso).
6. Imagen central: El cielo incendiado
-
Metáfora espacial: Verticalidad (eclíptica → abismo) vs. horizontalidad (sombra).
-
Ironía: Faetón muere por ambición; Lope vive por renuncia.
-
Contraste: “rayo tembló” (miedo ajeno) vs. “noche eterna” (dolor propio).
Reflexión final
Este soneto es el testamento mitológico de Lope: el poeta que sobrevivió a su Faetón interior. Donde Góngora pintó a Polifemo como montaña de carne, Lope se retrata como sombra alargada de un sol ajeno. ¿No es acaso esta “noche eterna de su ausencia” la verdadera eclíptica del Barroco? Una órbita de fuego y ceniza donde giran, como constelaciones opuestas, la ambición que quema (Faetón) y el amor que resigna (Lope). Dos mitos en uno: el que cayó por volar demasiado alto, y el que aprendió a caminar en la oscuridad.
Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634)
Texto en construcción…
LOPE DE VEGA Poesía: SUBGÉNEROS LÍRICOS POPULARES
La canción del pueblo: subgéneros líricos populares en Lope de Vega
Además de su maestría con los romances y su pasión por el soneto, Lope de Vega cultivó con notable sensibilidad otros subgéneros líricos populares que, aunque a menudo marginados por la crítica académica, constituyen una de las facetas más auténticas y entrañables de su genio poético. Villancicos, seguidillas, letrillas y cantares tradicionales atraviesan su obra como un río vivo que conecta al poeta con la voz colectiva del pueblo.
Letras para cantar: la lírica tradicional en Lope
En este terreno —el de las letras para cantar— Lope se mueve con una naturalidad desbordante, como si hubiera nacido entre coplas, entre las canciones de siega y los cantares de boda, entre los refranes que pasan de boca en boca y los ecos festivos de las plazas. Heredero de una tradición viva y vibrante, Lope no se limita a imitarla: la transforma, la renueva, la lleva a escena y la eleva al rango de arte. Como ha señalado la crítica, parte de su genio consistió en imponer su voz a la propia tradición popular, haciéndola suya sin dejar de ser del pueblo.
Estas composiciones, a medio camino entre lo popular y lo culto, aparecen con frecuencia en sus comedias, no como adornos, sino como parte orgánica del tejido dramático. A veces bastan un par de versos tomados de una canción tradicional para encender la chispa de toda una escena o incluso de una obra entera. Tal es el caso del famoso verso:
Que de noche le mataron / al caballero; / la gala de Medina, / la flor de Olmedo.
Este sencillo fragmento popular dio origen a una de sus tragedias más célebres: El caballero de Olmedo.
Villancicos, seguidillas, letrillas y cantares
Lope supo incorporar a su obra formas variadas de la lírica tradicional. Entre ellas destacan los villancicos, que, aunque nacidos en contextos rurales y religiosos, habían evolucionado hacia formas más artísticas y teatrales. Las letrillas, por su parte, le permitieron jugar con la música de las palabras y el ingenio de los estribillos. Las seguidillas, con su sabor popular y rítmico, le ofrecieron una vía perfecta para capturar el alma de las fiestas, de los amores sencillos y los lamentos cotidianos.
En estas formas Lope exploró una España viva y plural. Así lo vemos en seguidillas dedicadas al Guadalquivir o a fiestas como la Noche de San Juan, o en cantares de vendimia y de bienvenida, que aparecen dispersos por sus comedias. El cantar de siega “Blanca me era yo”, contenido en El gran duque de Moscovia, nos remite al universo tradicional de las serranas; mientras que los tréboles, empleados en Peribáñez y el Comendador de Ocaña, conservan ecos de la lírica popular asturiana.
Incluso un refrán popular podía inspirar una obra entera, como en El aldehuela, cuyo punto de partida es el dicho “Más mal hay en el aldehuela / del que se suena”. Este recurso de partir de la sabiduría popular demuestra el profundo conocimiento que Lope tenía del imaginario colectivo y su capacidad para convertirlo en materia poética y teatral.
Lope y la creación de lo popular
Sin embargo, es importante subrayar que, aunque Lope bebe de lo popular, no es un mero repetidor. Como todo gran creador, le da al pueblo mucho más de lo que recibe. Instaurado en la voz del pueblo, la modela, la embellece, la fija en formas artísticas y la hace trascender. Su poesía no solo refleja la tradición española: la funda, la recrea, la engrandece.
Montesinos, uno de sus grandes estudiosos, propuso hablar de “lírica musical” en lugar de lírica popular, para evitar confusiones. Porque, aunque muchas de estas letras tienen raíz tradicional, Lope las convierte en algo más: en arte. El teatro fue el vehículo principal de difusión de estas composiciones, del mismo modo que en el siglo XX lo fueron el cuplé o la copla. El pueblo las hacía suyas, pero nacían ya moldeadas por la sensibilidad de un genio.
En definitiva, el legado de Lope en estos subgéneros populares nos revela otra de sus facetas más entrañables: la del poeta cercano, que sabe hablar el lenguaje de su gente, que conoce sus cantares, sus fiestas, sus dolores y alegrías, y que supo llevar todo ello a la cima de la literatura.
X (X)
Texto en construcción…
Las pajas del pesebre (Villancico)
Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso Niño mío,
y de calor también.
Dormid, Cordero santo,
mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.
Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven
serán mañana espinas
en corona cruel.
Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.
Que aunque tan grandes deudas
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Dejad el tierno llanto,
divino Emanuel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.
No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores
y llore con José.
Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Diario de lectura. Las pajas del pesebre
Análisis del villancico “Las pajas del pesebre” de Lope de Vega
Título: La cuna y la cruz: paradoja navideña en el Barroco
1. Contexto en la obra de Lope
-
Género: Villancico religioso de tradición popular, reelaborado con profundidad teológica. Pertenece al ciclo de poemas navideños de Lope, aunque su ubicación exacta varía en antologías.
-
Estructura métrica: Combinación de versos hexasílabos y heptasílabos (6-7-6-7) con rima asonante en *-é*, imitando nanas infantiles pero con densidad conceptual.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
-
Antítesis barrocas (estribillo):
-
“Hoy son flores y rosas, / mañana serán hiel”: Contraposición Natividad/Pasión.
-
“frío que tenéis […] y de calor también” (v. 6): Cristo como fuego divino en pobreza humana.
-
-
Metáforas sacras:
-
“Cordero santo” (v. 9): Prefiguración del sacrificio.
-
“perlas entre pajas” (v. 29): Lágrimas como redención desperdiciada.
-
-
Alusiones elípticas:
-
“corona cruel” (v. 14): Cruz evitando decir “espinas”.
-
“Jerusalén / previene sus dolores” (vv. 31-32): Profecía velada de la Vía Dolorosa.
-
B. Motivos clave:
-
Tiempo sacro: Hoy/mañana como eternidad condensada.
-
Materialidad sagrada: Pajas = humildad (Belén) + dolor (Gólgota).
-
Misterio maternal: Virgen y José como testigos silenciosos (vv. 31-34).
3. Intertextualidad
Elemento en Lope | Fuente | Reelaboración barroca |
---|---|---|
“pajas del pesebre” | Lucas 2:7 (Evangelio) | Transforma el detalle realista en símbolo teológico. |
“lobo” (v. 11) | Folclore español | Satanás disfrazado de amenaza infantil. |
“divino Emanuel” (v. 27) | Isaías 7:14 (Profecía) | Nombre mesiánico en tono de arrullo. |
4. Estilo y simbolismo
Popularismo culto:
-
Lenguaje: Sencillez aparente (“Dormid, mi vida”) con carga doctrinal.
-
Símbolo: Pajas como vanitas (gozo efímero que anuncia dolor).
Dramatismo sacro:
-
Paradoja: Canción de cuna que es también planctus Mariae.
-
Ironía trágica: El lector sabe lo que el Niño ignora.
5. Claves teológicas
-
Contrarreforma: Humanización de lo divino (Cristo que llora de frío).
-
Agustinianismo: Sub contrario (la humillación es gloria).
-
Barroco desengañado: Gozo prenatal como preludio de dolor.
6. Estructura circular
-
Estribillo (vv. 1-4): Tesis (dicha/amargura).
-
Desarrollo (vv. 5-34):
-
Lamento: Frío/lágrimas (humanidad).
-
Profecía: Corona/espinas (divinidad).
-
-
Vuelta al estribillo (vv. 35-38): Síntesis final.
Reflexión final
Este villancico es un icono barroco donde la paja del pesebre se transfigura en cruz. Lope, como un san José poeta, teje con rústicas palabras una cuna que es ya sepulcro. ¿No son acaso las “flores y rosas” del estribillo las mismas que cubrirán el túnel vacío de Pascua? Polifemo gritaba su dolor en montañas; el Niño Dios lo susurra entre pajas. Dos caras del Barroco: lo monstruoso que aterra y lo pequeño que redime, unidos por el hilo de oro de una lágrima divina.
LOPE DE VEGA Poesía: EPÍSTOLAS, ÉGLOGAS Y CANCIONES
Epístolas, églogas y canciones: Lope de Vega íntimo
Más allá de los romances que circulaban de boca en boca y de las canciones populares que brillaban en sus comedias, Lope de Vega cultivó una poesía más íntima, más reflexiva y, si se quiere, menos accesible al lector contemporáneo: las epístolas, églogas y canciones. Estos subgéneros, herederos de la tradición clásica y petrarquista, nos permiten adentrarnos en la vida interior del poeta, en su mundo afectivo, en su mirada sobre la naturaleza, el arte, el amor y el dolor.
Epístolas: cartas en verso, memoria del yo
En el siglo de Lope, la epístola no era solo un medio de comunicación, sino también una forma poética, heredera de Horacio y popularizada por autores como Garcilaso, Herrera o Boscán. En La Filomena y La Circe, Lope llenó páginas de versos dirigidos a amigos, poetas, protectores y enemigos. En ellos no se esconde: nos habla de su vida, de sus rencores literarios, de sus afectos más personales. Pero, como él mismo dice, estas cartas son “capítulos de cosas diferentes”, donde las ideas se suceden al hilo del pensamiento, sin más orden que el de la emoción.
Más que buscar la perfección formal, Lope deja que la pluma siga los impulsos del alma. Así ocurre en la epístola a Camila Lucinda (Serrana hermosa…), donde el poeta evoca con dolor y belleza su relación con Micaela de Luján. Aquí no hay artificio ni juego barroco: hay amor, nostalgia y una intensidad emocional que se adelanta, incluso, al romanticismo.
Otras epístolas, como las dirigidas a Barrionuevo o a Amarilis, tienen valor autobiográfico y documental. En ellas encontramos a un Lope humano, contradictorio, a veces iracundo, a veces tierno, siempre vital. Su poesía se convierte en confesión, en ajuste de cuentas con el mundo, en refugio frente a la adversidad.
Églogas: la naturaleza como espejo del alma
Lope no fue ajeno al modelo de la égloga pastoril renacentista, pero lo adaptó a su sensibilidad. En lugar de idealizar el campo o los pastores, utiliza el marco bucólico para hablar de sí mismo, para llorar pérdidas y celebrar recuerdos. Así lo hace en Amarilis, escrita tras la muerte de Marta de Nevares, donde el dolor se transforma en una queja serena, en una meditación pausada sobre el amor y la muerte. Pocas veces la melancolía ha sido tan digna, tan contenida, tan verdadera.
En Filis, escrita ya en su vejez tras el rapto de su hija Antonia Clara, vuelve al tono elegíaco, demostrando que su herida siempre encuentra forma poética. La égloga se convierte en un espacio de catarsis, de transformación del sufrimiento en belleza.
Otras églogas, como Elisio o la dedicada a Claudio, mezclan el lirismo amoroso con reflexiones sobre el arte de escribir y sobre el paso del tiempo. En ellas, Lope aparece desengañado, pero nunca cínico; triste, pero no vencido. La poesía sigue siendo, para él, un acto de fe.
Canciones: la elegancia clásica, el corazón vibrante
Las canciones de Lope, como las incluidas en La Arcadia, muestran su dominio del arte poético más depurado. En ¡Oh, libertad preciosa!, Lope versiona el famoso tópico del Beatus ille horaciano, con una musicalidad y una sensibilidad por la naturaleza que lo emparentan con la mejor lírica renacentista. Son composiciones serenas, meditativas, que demuestran su formación humanista y su profunda afinidad con los ideales clásicos.
Pero incluso en estas canciones aparentemente frías, Lope introduce el pulso de lo vivido. Cuando canta la muerte de su hijo Carlos Félix, en una elegía incluida en las Rimas sacras, lo hace con una emoción contenida que conmueve por su autenticidad. No hay alarde, solo verdad.
Lope entre la tradición y la pasión
En esta faceta menos conocida, más recogida y menos teatral, Lope sigue siendo el gran poeta que fue en el escenario. Solo que aquí no interpreta personajes, sino que habla desde sí mismo. En sus epístolas, églogas y canciones, no hay disfraz: hay memoria, desahogo, duelo y amor. Lope se muestra como un hombre que escribe desde la necesidad, no desde la pose.
Dámaso Alonso definió a Lope como el vínculo de España, ese “nudo” entre las dos grandes tradiciones líricas de su tiempo: el clasicismo petrarquista y la audacia barroca de Góngora. En medio de esos dos mundos, Lope encontró su camino, fiel siempre a una sola brújula: la pasión. Y esa pasión, que lo arrastra y lo eleva, es la que aún hoy nos llega con fuerza desde sus versos más íntimos.
La Filomena con otras diversas rimas, prosas y versos (1621)
Texto en construcción…
La Circe con otras rimas y prosas (1624)
Texto en construcción…
Serrana hermosa (epístola)
Serrana hermosa, que de nieve helada
fueras como en color en el efeto,
si amor no hallara en tu rigor posada;
del sol y de mi vista claro objeto,
centro del alma, que a tu gloria aspira,
y de mi verso altísimo sujeto;
alba dichosa, en que mi noche espira,
divino basilisco, lince hermoso,
nube de amor, por quien sus rayos tira;
salteadora gentil, monstruo amoroso,
salamandra de nieve y no de fuego,
para que viva con mayor reposo.
Hoy, que a estos montes y a la muerte llego,
donde vine sin ti, sin alma y vida,
te escribo, de llorar cansado y ciego.
Pero dirás que es pena merecida
de quien pudo sufrir mirar tus ojos
con lágrimas de amor en la partida.
Advierte que eres alma en los despojos
desta parte mortal, que a ser la mía,
faltara en tantas lágrimas y enojos;
que no viviera quien de ti partía,
ni ausente ahora, a no esforzarle tanto
las esperanzas de un alegría día.
Aquella noche en su mayor espanto
consideré la pena del perderte,
la duda soledad creciendo el llanto,
y llamando mil veces a la muerte,
otras tantas miré que me quitaba
la dulce gloria de volver a verte.
A la ciudad famosa que dejaba,
la cabeza volvía, que desde lejos
sus muros con sus fuegos me enseñaba,
y dándome en los ojos los reflejos,
gran tiempo hacia la parte en que vivías
los tuvo amor suspensos y perplejos.
Y como imaginaba que tendrías
de lágrimas los bellos ojos llenos,
pensándolas juntar crecí las mías.
Mas como los amigos, desde ajenos,
reparasen en ver que me paraba
en el mayor dolor, fue el llanto menos.
Ya, pues, que el alma y la ciudad dejaba,
y no se oía del famoso río
el claro son que con sus muros lava,
«Adiós, dije mil veces, dueño mío,
hasta que a verme en tu ribera vuelva,
de quien tan tiernamente me desvío».
No suele el ruiseñor en verde selva
llorar el nido de uno en otro ramo
de florido arrayán y madreselva,
con más doliente voz que yo te llamo,
ausente de mis dulces pajarillos,
por quien en llanto el corazón derramo,
ni brama, si le quitan sus novillos,
con más dolor la vaca, atravesando
los campos de agostados amarillos;
ni con arrullo más lloroso y blando
la tórtola se queja, prenda mía,
que yo me estoy de mi dolor quejando.
Lucinda, sin tu dulce compañía,
y sin las prendas de tu hermoso pecho,
todo es llorar desde la noche al día,
que con sólo pensar que está deshecho
mi nido ausente, me atraviesa el alma,
dando mil nudos a mi cuello estrecho;
que con dolor de que le dejo en calma,
y el fruto de mi amor goza otro dueño,
parece que he sembrado ingrata palma».
Llegué, Lucinda, al fin, sin verme el sueño,
en tres veces que el sol me vio tan triste,
a la aspereza de un lugar pequeño,
a quien de murtas y peñascos viste
Sierra Morena, que se pone en medio
del dichoso lugar en que naciste.
Allí me pareció que sin remedio
llegaba el fin de mi mortal camino,
habiendo apenas caminado el medio,
y cuando ya mi pensamiento vino,
dejando atrás la Sierra, a imaginarte,
creció con el dolor el desatino;
que con pensar que estás de la otra parte,
me pareció que me quitó la Sierra
la dulce gloria de poder mirarte.
Bajé a los llanos de esta humilde tierra,
adonde me prendiste y cautivaste,
y yo fui esclavo de tu dulce guerra.
No estaba el Tajo con el verde engaste
de su florida margen cual solía,
cuando con esos pies su orilla honraste;
ni el agua clara a su pesar subía
por las sonoras ruedas ni bajaba,
y en pedazos de plata se rompía;
ni Filomena su dolor cantaba,
ni se enlazaba parra con espino,
ni yedra por los árboles trepaba;
ni pastor extranjero ni vecino
se coronaba del laurel ingrato,
que algunos tienen por laurel divino.
Era su valle imagen y retrato
del lugar que la corte desampara,
del alma de su espléndido aparato.
Yo, como aquel que a contemplar se para
rüinas tristes de pasadas glorias,
en agua de dolor bañé mi cara.
De tropel acudieron las memorias,
los asientos, los gustos, los favores,
que a veces los lugares son historias,
y en más de dos que yo te dije amores,
parece que escuchaba tus respuestas,
y que estaban allí las mismas flores.
Mas como en desventuras manifiestas
suele ser tan costoso el desengaño
y sus veloces alas son tan prestas,
vencido de la fuerza de mi daño,
caí desde mí mismo medio muerto
y conmigo también mi dulce engaño.
Teniendo, pues, mi duro fin por cierto,
las ninfas de las aguas, los pastores
del soto y los vaqueros del desierto,
cubriéndome de yerbas y de flores,
me lloraban, diciendo: «Aquí fenece
el hombre que mejor trató de amores,
y puesto que Lucinda le merece,
que su vida consista en su presencia,
él también con su muerte la engrandece».
Entonces yo, que haciendo resistencia
estaba con tu luz al dolor mío,
abrí los ojos, que cerró tu ausencia.
Luego desamparando el valle frío
las ninfas bellas con sus rubias frentes
rompieron el cristal del manso río,
y en círculos de vidro transparentes
las divididas aguas resonaron,
y en las peñas los ecos diferentes.
Los pastores también desampararon
el muerto vivo, y en la tibia arena
por sombra de quien era me dejaron.
Yo solo, acompañado de mi pena,
volviste al alma, del dolor quejoso,
que de pensar en ti la tuvo ajena.
Así ha llegado aquel pastor dichoso,
Lucinda, que llamaban dueño tuyo,
del Betis rico al Tajo caudaloso:
éste que miras es retraso suyo,
que así el esclavo que llorando pierdes
a tus divinos ojos restituyo.
O ya me olvides o de mí te acuerdes,
si te olvidares mientras tengo vida,
marchite amor mis esperanzas verdes.
Cosa que al cielo por mi bien le pida
jamás me cumpla, si otra cosa fuere
de aquestos ojos, donde estás, querida.
En tanto que mi espíritu rigiere
el cuerpo que tus brazos estimaron,
nadie los míos ocupar espere;
la memoria que en ellos me dejaron
es alcalde de aquella fortaleza
que tus hermosos ojos conquistaron.
Tú conoces, Lucinda, mi firmeza,
y que es de acero el pensamiento mío
con las pastoras de mayor belleza.
Ya sabes el rigor de mi desvío
con Flora, que te tuvo tan celosa,
a cuyo fuego respondí tan frío;
pues bien conoces tú que es Flora hermosa,
y que con serlo, sin remedio vive,
envidiosa de ti, de mí quejosa.
Bien sabes que habla bien, que bien escribe
y que me solicita y me regala,
por más desprecios que de mí recibe.
Mas yo, que de tu pie, donaire y gala
estimo más la cinta que desecha
que todo el oro con que a Creso iguala,
sólo estimo tenerte sin sospecha,
que no ha nacido ahora quien desate
de tanto amor lazada tan estrecha.
Cuando de yerbas de Tesalia trate,
y discurriendo el monte de la luna
los espíritus ínfimos maltrate,
no hay fuerza en yerba ni en palabra alguna
contra mi voluntad, que hizo el cielo
libre en adversa y próspera fortuna.
Tú sola mereciste mi desvelo,
y yo también después de larga historia
con mi fuego de amor vencer tu hielo.
Viva con esto alegre tu memoria,
que como amar con celos es infierno,
amar sin ellos es descanso y gloria,
que yo, sin atender a mi gobierno,
no he de apartarme de adorarte ausente,
si de ti lo estuviese un siglo eterno.
El sol mil veces discurriendo cuente
del cielo los dorados paralelos,
y de su blanca hermana el rostro aumente,
que los diamantes de sus puros velos,
que viven fijos en su otava esfera,
no han de igualarme aunque me maten celos.
No habrá cosa jamás en la ribera
en que no te contemplen estos ojos,
mientras ausente de los tuyos muera;
en el jazmín tus cándidos despojos;
en la rosa encarnada tus mejillas,
tu bella boca en los claveles rojos;
tu olor en las retamas amarillas,
y en maravillas que mis cabras pacen
contemplaré también tus maravillas.
Y cuando aquellos arroyuelos que hacen
templados, a mis quejas consonancia
desde la sierra, donde juntos nacen,
dejando el sol la furia y arrogancia
de dos tan encendidos animales,
volviere el año a su primera estancia,
a pesar de sus fuentes naturales,
del yelo arrebatadas sus corrientes,
cuelguen por estas peñas sus cristales,
contemplaré tus concertados dientes,
y a veces en carámbanos mayores
los dedos de tus manos transparentes.
Tu voz me acordarán los ruiseñores,
y de estas yedras y olmos los abrazos
nuestros hermafrodíticos amores.
Aquestos nidos de diversos lazos,
donde ahora se besan dos palomas,
por ver mis prendas burlarán mis brazos,
Tú, si mejor tus pensamientos domas,
en tanto que yo quedo sin sentido,
dime el remedio de vivir que tomas,
que aunque todas las aguas del olvido
bebiese yo, por imposible tengo
que me escapase de tu lazo asido,
donde la vida a más dolor prevengo:
¡triste de aquel que por estrellas ama,
si no soy yo, porque a tus manos vengo!
Donde si espero de mis versos fama,
a ti lo debo, que tú sola puedes
dar a mi frente de laurel la rama,
donde muriendo vencedora quedes.
Diario de lectura. Serrana hermosa
Análisis de la epístola “Serrana hermosa…” de Lope de Vega
Título: Cartografía del desamor: paisaje y memoria en el Barroco
1. Contexto en la obra de Lope
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Posición: Epístola amorosa dirigida a “Camila Lucinda” (Micaela de Luján), escrita hacia 1602 durante su estancia en Toledo. Pertenece al ciclo de poemas autobiográficos donde Lope funde experiencia personal y tradición petrarquista.
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Estructura métrica: Tercetos encadenados (ABA BCB CDC…) con endecasílabos de ritmo fluido, imitando el curso del Tajo y el discurso amoroso.
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
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Oxímoros sensoriales:
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“salamandra de nieve y no de fuego” (v. 11): Paradoja del amor imposible.
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“muerto vivo” (v. 138): Efecto de la ausencia.
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Metáforas geográficas:
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“Sierra Morena […] / del dichoso lugar en que naciste” (vv. 94-96): Topografía afectiva.
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“Tajo caudaloso” vs “Betis rico” (v. 157): Ríos como arterias del dolor.
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Intertextualidad mitológica:
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“basilisco” (v. 8): Mirada que mata/ama.
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“hermafrodíticos amores” (v. 250): Fusión imposible.
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B. Motivos clave:
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Cuerpo-territorio: La amada como paisaje (“nieve helada”, “florida margen”).
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Ausencia como muerte: “vine sin ti, sin alma y vida” (v. 14).
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Naturaleza doliente: Río, aves y plantas que reflejan su pena (vv. 220-250).
3. Estructura dramática
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Exordio (vv. 1-36):
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Retrato de la amada (oxímoros).
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Lamento del viaje (ciudad que se aleja).
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Núcleo (vv. 37-228):
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Descripción del valle (Tajo sin vida).
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Escena pastoril (ninfas y pastores que lo lloran).
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Conclusión (vv. 229-276):
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Promesa de fidelidad (“amar sin celos es gloria”).
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Proyección del recuerdo en la naturaleza.
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4. Estilo y simbolismo
Petrarquismo transformado:
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Lenguaje: Combina cultismos (“basilisco”, “hermafrodíticos”) con expresiones populares (“pajarillos”, “novillos”).
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Símbolo: El Tajo como río de lágrimas (vs el Betis de la amada).
Barroquismo espacial:
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Contraste: Sierra Morena (obstáculo) vs valle (memoria feliz).
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Movimiento: Viaje físico = caída emocional (de Toledo a Andalucía).
5. Claves autobiográficas
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Crisis vital: Escrita durante su destierro de la Corte (1601-1604).
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Doble identidad: “Camila Lucinda” = Micaela de Luján (actriz casada).
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Metapoética: Los versos como “laurel” que solo ella puede dar (v. 274).
6. Imagen central: El mapa del dolor
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Metáfora cartográfica:
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Sierra Morena = muro entre los amantes.
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Ríos (Tajo/Betis) = lágrimas que los unen y separan.
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Ironía: La naturaleza sobrevive al amor (“nidos de diversos lazos”).
Reflexión final
Esta epístola es un atlas sentimental del Barroco: Lope dibuja con versos un paisaje donde cada roble llora y cada río canta su ausencia. ¿No es acaso el “muerto vivo” que yace entre flores el verdadero retrato del poeta, enterrado en vida por un amor imposible? Polifemo rugía su dolor en montañas; Lope lo susurra en tercetos que fluyen como el Tajo. Dos caras de una misma moneda: lo monstruoso que aterra y lo humano que conmueve, unidos por el hilo de plata de un verso que es, él mismo, herida y consuelo.
Égloga a amarilis (égloga)
En fin con los hechizos que sabía,
y un pastor extranjero le enseñaba,
que en la luna caracteres ponía,
los espíritus fieros invocaba,
las bellas luces, donde yo me vía,
y en los hermosos ojos respetaba
de Amarilis el sol, cegó de suerte,
que se pudo vengar de Amor la muerte.
Cuando yo vi mis luces eclipsarse,
cuando yo vi mi sol oscurecerse
mis verdes esmeraldas enlutarse
y mis puras estrellas esconderse,
no puede mi desdicha ponderarse,
ni mi grave dolor encarecerse,
ni puede aquí sin lágrimas decirse
cómo se fue mi sol al despedirse.
Los ojos de los dos tanto sintieron,
que no sé cuáles más se lastimaron,
los que en ella cegaron, o en mí vieron,
ni aun sabe el mismo Amor lo que cegaron,
aunque sola su luz oscurecieron,
que en los demás bellísimos quedaron,
pareciendo al mirarlos que mentían,
pues mataban de amor lo que no vían.
Cual suele enamorar la fantasía
retrato que no sabe que enamora,
y cuanto al vivo original le fía,
con mudas luces el pintado ignora,
o como en el crepúsculo del día
por hermosuras sobre flores llora
el alba, sin saber que las aumenta,
abre, colora, pinta y alimenta.
Pasó al principio con prudencia cana
en tanta juventud verse sin ojos,
tan ninfa, tan gentil, cuanto la humana
belleza dio mortales a despojos.
Cuatro veces el sol en oro y grana
pasados del hibierno los enojos,
bañó la piel del frigio vellocino,
sin replicar a su fatal destino.
No pude yo, que a la tristeza mía
aquel consuelo de Antipatro niego,
que dijo que la noche dar podría
algún deleite al que estuviese ciego;
ni menos a imprimir tuve osadía,
cuando a la estampa de sus ojos llego,
mi vista en ellos, porque no admitiera
peregrina impresión su hermosa esfera.
Ojos, decía yo, si yo decía
lo que el alma a singultos me dictaba,
¿cómo sufrió tanto rigor el día,
que luz de vuestra luz participaba?
De Psiches fue mi loca fantasía,
que ver vuestra belleza imaginaba,
pues vi, mis ojos, cuando a veros llego,
al sol dormido, y a Cupido ciego.
Así estaba el Amor, y así la miro
ciega y hermosa, y con morir por ella,
con lástima de verla me retiro,
por no mirar sin luz alma tan bella.
Difunto tiene un sol, por quien suspiro,
cada esmeralda de su verde estrella,
ya no me da con el mirar desvelos,
seré el primero yo que amó sin celos.
No luce la esmeralda, si engastada
le falta dentro la dorada hoja,
porque de aquella luz reverberada
más puros rayos transparente arroja;
así en mis verdes ojos eclipsada
dentro la luz, que Fabia le despoja,
aunque eran esmeraldas, no tenían
el alma de oro, con que ver podían.
Ahora sí que Amor es ciego, ahora,
si tirarse, a ninguno acertaría,
ahora sí que sois, dulce señora,
ciega de amor, pues que mi amor os guía;
cantad, pues que sabéis, lo que amor llora,
que es vuestra pena y la desdicha mía,
tendrá dos aves esta selva amena,
sin ojos vos, sin lengua Filomena.
Pensaba yo con ésta que no hubiera
desdicha que a la nuestra se igualara,
cuando Fabia cruel intenta fiera
del alma oscurecer la lumbre clara.
Es el entendimiento la primera
luz que la entiende, y voz que la declara,
es su vista y sus ojos, ¿pues qué intento
más fiero, que cegar su entendimiento?
Cuando a Amarilis vi sin él, pastores,
pues que no le perdí, no os encarezca
mis lágrimas, mis penas, mis dolores,
pues no es razón que crédito merezca.
Ejemplo puede ser mi amor de amores,
pues quiere amor que más se aumente y crezca
que si en amar defectos se merece,
ese es amor que en las desdichas crece.
¿Quién creyera que tanta mansedumbre
en tan súbita furia prorrumpiera?;
pero faltando la una y la otra lumbre
de cuerpo y alma, ¿qué otro bien se espera?
Que en no habiendo razón que el alma alumbre
ni vista al cuerpo en una y otra esfera,
sólo pudo quedar lo que se nombra
de viviente mortal cadáver sombra.
Aquella que, gallarda, se prendía
y de tan ricas galas se preciaba,
que a la Aurora de espejo le servía,
y en la luz de sus ojos se tocaba,
curiosa, los vestidos deshacía,
y otras veces, estúpida, imitaba,
el cuerpo en hielo, en éxtasis la mente,
un bello mármol de escultor valiente.
Como después de muerta Polixena
sobre el sepulcro del vengado Aquiles,
bañando el mármol la purpúrea vena,
indigna hazaña de ánimos gentiles,
Hécuba triste maldiciendo a Helena,
y la venganza de los griegos viles,
las selvas asombraba con feroces
ansias, vertiendo el alma entre las voces,
así por nuestros montes discurría,
hiriendo a voces los turbados vientos,
aquella cuya voz, cuya armonía
cantando suspendió los elementos.
Furiosa pitonisa parecía
en los mismos furores, cuando atentos
esperaba de Febo las funestas
o alegres siempre equívocas respuestas.
Las aves, campos, flores y arboledas,
que primero la oyeron, repitiendo
los ecos de su voz, las altas ruedas,
por donde forma el Tajo dulce estruendo,
apenas pueden detenerse quedas,
como entonces oyendo, ahora huyendo,
solo la escucho yo, solo la adoro,
y de lo que padece me enamoro.
Las diligencias finalmente fueron
tantas para curar tan fieros males,
que la vista del alma le volvieron,
que penetra los orbes celestiales:
cuando mis ojos a Amarilis vieron,
juzgando yo sus penas inmortales,
con libre entendimiento, gusto y brío,
roguéle a Amor que me dejase el mío.
Salía el sol del pez Austral, que argenta
las escamas de nieve, al tiempo cuando
cuerda Amarilis a vivir se alienta,
los campos, no los celos, alegrando;
a la estampa del pie la selva atenta,
campanillas azules esmaltando,
parece que aun en flores pretendía
tocar a regocijo y alegría.
Trinaban los alegres ruiseñores,
y los cristales de las claras fuentes
jugaban por la margen con las flores,
que bordaban esmaltes diferentes;
mirábanse los árboles mayores
de suerte en la inquietud de las corrientes,
que el aire, aunque eran sombras, parecía
que debajo del agua los movía.
Por ver el pie, con que las flores pisa,
saltaban los corderos por el llano,
ella les daba sal con dulce risa
en el marfil de su graciosa mano,
en la corteza de los olmos lisa,
ingenio singular, compuso Albano
floridos epigramas, no vulgares,
que era poeta de los doce Pares.
De mí no digo, porque siempre he sido
humilde profesor de mi ignorancia,
no como algunos, que han introducido
sacar ejecutoria a su arrogancia;
y siendo genio Amor de mi sentido,
mirando más la fe que la elegancia,
compuse versos, que con lengua pura
Castilla y la verdad llaman cultura.
Mas como el bien no dura, y en llegando
de su breve partida desengaña,
huésped de un día, pájaro volando,
que pasa de la propia a tierra extraña,
no eran pasados bien dos meses, cuando
una noche al salir de mi cabaña
se despidió de mí tan tiernamente,
como si fuera para estar ausente.
«Elisio, caro amigo, me decía,
lo que has hecho por mí te pague el cielo,
con tanto amor, lealtad y cortesía,
fe limpia, verdad pura, honesto celo».
«¿Qué causa, dije yo, señora mía,
qué accidente, qué intento, qué desvelo
te obliga a despedirme desta suerte,
si tengo de volver tan presto a verte?».
«Siempre con esta pena me desvío
de ti», me respondió; ¿mas quién pensara,
que el alba de sus ojos en rocío
tan tierno a media noche me bañara?
«Adiós, dijo llorando, Elisio mío…»
«Espera, respondí, mi prenda cara».
No pudo responder, que con el llanto
callando habló, mas nunca dijo tanto.
Yo triste aquella noche infortunada,
principio de mi mal, fin de mi vida,
dormí con la memoria fatigada,
si hay parte que del alma esté dormida;
mas cuando de diamantes coronada,
en su carroza de temor vestida,
mandaba al sueño que esparciese luego
cuidado al vicio, a la virtud sosiego,
suelto el cabello, desgreñado y yerto,
medio desnuda, Lícida me nombra,
pastora de Amarilis, yo despierto,
y pienso que es de mi cuidado sombra.
Si a pintaros a Lícida no acierto,
no os espantéis, porque aun aquí me asombra
«Tu bien se muere, dijo, Elisio, advierte,
que está tu vida en brazos de la muerte».
Diario de lectura. Égloga a amarilis
Análisis de la égloga “Amarilis” de Lope de Vega
Título: Elegía pastoral: amor, ceguera y muerte en el ocaso del Fénix
1. Contexto en la obra de Lope
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Posición: Escrita en 1633, tras la muerte de Marta de Nevares (“Amarilis”), pertenece a la etapa final de Lope donde funde autobiografía y mitología.
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Estructura métrica: Combinación de tercetos encadenados y octavas reales (1.400 versos totales), con endecasílabos de ritmo elegíaco (acentos en 4ª-8ª-10ª).
2. Análisis textual
A. Recursos literarios destacados:
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Oxímoros sensoriales:
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“ciega y hermosa” (v. 56): Paradoja central de Amarilis.
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“Difunto tiene un sol” (v. 57): Luz/muerte en un mismo concepto.
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Metáforas astronómicas:
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“mis luces eclipsarse” (v. 9) vs “sol oscurecerse” (v. 10): Amor como cataclismo cósmico.
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“esmeraldas enlutarse” (v. 11): Ojos que pierden su verdor vital.
-
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Intertextualidad clásica:
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Psiquis (v. 48) y Polixena (vv. 121-128): Mitos que reflejan sacrificio amoroso.
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Filomena (v. 80): Ruiseñor mudo = poeta quebrado.
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B. Motivos clave:
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Ceguera física/metafórica: Amarilis ciega (v. 7) vs Lope cegado por el dolor (v. 34).
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Naturaleza doliente: Río Tajo (v. 156) y aves (vv. 79-80) como coro trágico.
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Muerte como éxtasis: “un bello mármol de escultor valiente” (v. 120).
3. Estructura dramática
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Prólogo mágico (vv. 1-8):
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Invocación a espíritus y hechizos (tono oscuro).
-
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Lamento doble (vv. 9-128):
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Ceguera de Amarilis (vv. 9-56).
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Locura y furia (vv. 121-128, analogía con Hécuba).
-
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Epifanía y pérdida (vv. 129-196):
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Cura milagrosa (v. 129: “vista del alma”).
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Despedida final (vv. 185-196: diálogo con Lícida).
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4. Estilo y simbolismo
Barroquismo pastoral:
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Lenguaje: Combina cultismos (“singultos”, v. 41) con imágenes populares (“campanillas azules”, v. 150).
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Símbolos:
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Esmeraldas: Ojos que pierden su “alma de oro” (v. 64).
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Sol/Aurora: Marta como luz irrecuperable.
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Conceptismo afectivo:
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Paradoja: “amar sin celos” (v. 58) en un poema lleno de dolor posesivo.
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Allegoria: La ceguera como castigo de Amor (v. 73: “Amor es ciego”).
5. Claves autobiográficas
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Marta de Nevares: Su ceguera real (1626) y muerte (1632) transfiguradas poéticamente.
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Autoficción pastoral: “Elisio” (alter ego de Lope) dialoga con sombras del pasado.
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Metapoesía: Versos como “floridos epigramas” (v. 167) homenajean su ingenio compartido.
6. Imagen central: La luz eclipsada
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Metáfora astronómica:
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Amarilis como sol (v. 10) vs Lope como noche (v. 8).
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Eclipse (v. 9) = amor que oscurece en vez de iluminar.
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Ironía trágica: La “vista del alma” (v. 129) llega demasiado tarde.
Reflexión final
Esta égloga es el monumento fúnebre que Lope erige a su último gran amor. Donde Polifemo gritaba su dolor en montañas de carne, Elisio/Lope susurra entre versos que son flores sobre una tumba. ¿No es acaso Amarilis, ciega y mármol, la verdadera Galatea del Barroco? Una ninfa convertida en estatua no por el desdén, sino por la muerte. Dos caras de un mismo mito: lo monstruoso que vive y lo bello que perece, unidos por el hilo de plata de un llanto que es, él mismo, canto y silencio.
📌 Contexto biográfico y literario
“Amarilis” es una égloga escrita por Lope de Vega en los últimos años de su vida (publicada en 1633), dedicada a Marta de Nevares, su amante, musa y gran amor, ya fallecida por entonces. El propio Lope aparece disfrazado de Elisio, el pastor enamorado, dentro del marco bucólico de la tradición pastoril renacentista.
La égloga utiliza un ropaje clásico y pastoril para hablar de una experiencia profundamente íntima: la enfermedad, la locura y la muerte de Marta de Nevares. Así, el poema combina idealización lírica con un fuerte contenido autobiográfico, lo que le da una intensidad emocional y una autenticidad poco común.
🎭 Género y forma
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Género: Égloga pastoril (pero profundamente personal).
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Versificación: Octavas reales (estrofa de 8 versos endecasílabos con rima consonante ABABABCC), forma culta usada para la narración poética.
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Estilo: Elegante, elevado, lleno de imágenes mitológicas, referencias literarias, y metáforas naturales.
❤️ Temas principales
1. Amor idealizado y perdido
El amor por Amarilis es el eje del poema. Lope representa su relación como algo profundamente espiritual, alejado de los celos y las pasiones vulgares:
“seré el primero yo que amó sin celos”
El amor se sostiene incluso tras la muerte, como muestra de fidelidad absoluta.
2. Dolor por la enfermedad y la locura
Amarilis, cegada y confundida por el embrujo (alegoría de su enfermedad mental o ceguera real), se convierte en una figura trágica. La locura es vista como pérdida doble: física (la vista) y espiritual (la razón).
“faltando la una y la otra lumbre / de cuerpo y alma, ¿qué otro bien se espera?”
Se representa como una mujer transformada, que pasa de ser luminosa y elegante a una figura trágica, como una estatua helada o una fiera inspirada por los furores de Apolo.
3. La muerte como separación definitiva
El poema evoluciona desde el amor y la melancolía hacia la pérdida definitiva. Amarilis se despide, casi en sueños, con palabras tiernas. La escena es íntima y dolorosa:
«Adiós, dijo llorando, Elisio mío…»
Lope recrea su dolor sin caer en el sentimentalismo fácil, sino con una gravedad estoica y melancólica.
🌿 Elementos pastoriles y mitológicos
Aunque el poema está cargado de emociones personales, mantiene el marco idealizado de la égloga:
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El pastor Elisio (Lope) habla desde la naturaleza.
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Marta es transformada en Amarilis, nombre tradicionalmente bucólico.
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Apariciones de Lícida (pastora), del Tajo, Flora, Psique, Cupido, Polixena, Aquiles, etc., que refuerzan la atmósfera mítica y literaria.
Estas referencias no buscan ocultar el contenido personal, sino elevarlo a un nivel simbólico, donde el amor de Lope se integra en la tradición clásica de la mujer idealizada y perdida.
✨ Imágenes destacadas
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Ceguera y luz:
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El motivo de la luz perdida, en los ojos de Amarilis, es recurrente y simbólico.
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El contraste entre los ojos como “esmeraldas” o “soles” y su posterior ceguera sirve para simbolizar el apagamiento del amor y de la vida.
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Naturaleza y reflejo del alma:
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La naturaleza refleja los estados emocionales de los personajes. Al principio hay campos florecidos, ríos claros, ruiseñores. Luego, el paisaje se oscurece.
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La recuperación de Amarilis al final se acompaña de un nuevo amanecer natural.
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El cuerpo como estatua:
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La descripción de Amarilis como un “bello mármol” une la imagen de la muerte con la belleza inerte, propia del barroco.
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🗣️ Tono y estilo
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Elegíaco, pero no desesperado.
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Melancólico y contenido, reflejo de la madurez de Lope.
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Predomina una sencillez emocional dentro de la sofisticación formal, lo que aumenta el impacto lírico.
🧠 Significado final
La égloga trasciende el artificio bucólico para convertirse en una confesión poética de amor y pérdida. Amarilis no es sólo un personaje idealizado: es el rostro de la mujer amada real, y su historia es también la del poeta que envejece y sufre.
Es, probablemente, uno de los poemas más sinceros y logrados de Lope de Vega, donde el genio barroco cede al desahogo del corazón, pero sin abandonar el dominio técnico ni la dignidad del arte.