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Ensayo: La representación del Bien y el Mal en El Señor de los Anillos

Autor: Pablo Melgar Salas

1. Introducción

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Oh war is the common cry,

Pick up your swords and fly.

The sky is filled with good and bad

That mortals never know.” subtitle=”The Battle of Evermore – Led Zeppelin” bg=”red” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

De fondo suena una guitarra de otro mundo y yo tengo una guerra en el estómago. Lo aprendí en los libros, en la música, en el cine y en las calles de mi barrio; que siempre hay una guerra librándose en algún lado, entre dos realidades que tratan de imponerse. Desde que tengo uso de razón, cada vez que encendí una luz en mi vida tuve la sensación de traer la paz a esa habitación sumida en la oscuridad. Todos los misterios y las incógnitas de la noche quedaban disipados con solo accionar un botón o prender una cerilla, o así pensaba cuando apenas era un niño con miedo a la oscuridad y mi cara se encendía en escena por primera vez, como el primer plano de Aragorn fumando en la taberna El Poney Pisador en la película de Peter Jackson.

Más tarde, empecé a observar que, cuando todos dormíamos, había insectos que salían a explorar ese salón ocupado por seres humanos durante casi todas las horas con luz del día y que se veían sorprendidos por mis incursiones nocturnas por la casa, como cuando tu madre te pilla haciendo algo malo y (una de dos) huyes o te quedas paralizado. Entonces comprendí que la luz traía la paz para mí pero la guerra a otros miles de seres que habitan la casa en la sombra. ¿Qué era yo, el Bien o el Mal?, aún no he llegado a una conclusión al respecto pero parece haber grises en la ética de mi condición humana, o al menos distintos punto de vista desde los que mirar.

Por eso acudimos a la literatura, la religión o la filosofía: para entender nuestra existencia y todos los puntos de vista desde los que se puede observar esta guerra constante entre el Bien y el Mal que ha definido todas las culturas desde su génesis hasta el desastre. De esta forma acudí yo a la obra de Tolkien, como un niño desprovisto de religiosidad que quiere encontrar en la mitología una explicación no ya histórica sino ética y veraz en cuanto a las pasiones que mueven los polos de este mundo a mediar entre la armonía y el conflicto. Precisamente por esto, mi primer acercamiento a la película de Peter Jackson con 9 años me ocasionó muchísimas dudas sobre la profundidad filosófica en torno a las vicisitudes de la Tierra Media y mi grado de análisis llegaba simplemente hasta esclarecer que Sauron, El Señor Oscuro, era el malo y Gandalf, el Blanco, era el bueno. Sin embargo, este ensayo pretenderá profundizar un poco más en la representación de la dicotomía entre el Bien y el Mal propuesta por El Señor de los Anillos, más allá de las críticas que tildan a la obra de Tolkien de fábula maniquea en la que “el bien y el mal se presentan como absolutos, sin que se sienta realmente un conflicto interno en los personajes”1.

Conviene subrayar ahora, a modo introductorio, cómo Tolkien pone en marcha su intención de construir una mitología basada en la imaginación como forma de sabiduría, en la que todo el mundo pudiera sentirse identificado. En primer lugar, si acudimos a la segunda acepción de la palabra mito en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, encontramos lo siguiente: “Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana.” Y es que el valor literario de esta obra no reside exclusivamente en la asombrosa historia de fantasía que desarrolla una novela en tres tomos sino en el mito como forma narrativa cargada de conocimiento2.

Los teóricos definen a John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973) como un filólogo (dominaba 20 idiomas e inventó otros 5) que llevó a cabo un proceso creador de civilizaciones diferenciadas por su lengua a lo largo de toda su obra literaria como proyección de sus investigaciones académicas, a partir de las cuales empezó a incorporar una cultura propia basada en los árboles genealógicos y las hazañas que definieron su Historia, en un contexto espacio-temporal ficticio sobre el que fuera posible la práctica de esos idiomas inventados que eran el grueso de su obra lingüística3.

Para entender cómo Tolkien logra una coherencia en un punto de partida tan amplio como supone crear un mundo total de ficción, el profesor Eduardo Segura explica de dónde proviene la independencia de estos actores: “Cada uno de sus personajes piensa, habla y actúa de acuerdo con las coordenadas de su microcosmos, dentro del mundo secundario creado por Tolkien, la Tierra Media.” Dado que Tolkien comenzó su obra escribiendo cuentos de hadas para sus hijos en forma de leyenda, la materia prima de sus textos se encontraba en las historias que contaban los sabios en los monasterios, depuradas por la oralidad y el paso de las generaciones, para explicar la visión que un pueblo determinado tiene de su historia (en el El Hobbit encontramos atisbos claros de oralidad en la narración). Cuando comenzó El Señor de los Anillos dio un paso más en la seriedad del tono y dotó a la novela de un código de crónica de época, en el que el narrador recoge las historias que merecían ser contadas como un documento (de ficción) basado en las estructuras de las leyendas medievales escandinavas y célticas4.

De esta forma “la historia se convirtió en leyenda y la leyenda se convirtió en mito”5, nutriendo de verosimilitud a un mundo fantástico inventado (mundo secundario) gracias a los elementos que componen el mundo real (mundo primario). Probablemente Tolkien (1892-1973) vivió el siglo más convulso de la Historia de la Humanidad e incluso comienza a escribir su mitología en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. De esta forma, para él los cuentos de hadas sacian su deseo de vivir en un mundo diferente, la Tierra Media. Como herederos de la tradición post-empirista, los lectores de este siglo estamos más familiarizados con el concepto de distopía6 que también ha servido en el último siglo para poner en tela de juicio el mundo en el que vivimos. Obras como 1984 o Rebelión en la granja de George Orwell han desarrollado una mirada profética hacia una realidad que nos cuesta entender. Así, Tolkien inventa historias en forma de mito como un espejo para explicar el mundo en el que le tocó vivir.

[infobox maintitle=” ‘Puedo ordenarle al espejo que revele muchas cosas —respondió ella— y a algunos puedo mostrarles lo que desean ver. Pero el Espejo muestra también cosas que no se le piden y éstas son a menudo más extrañas y más provechosas que aquellas que deseamos ver. Lo que verás, si dejas en libertad al Espejo, no puedo decirlo. Pues muestra cosas que fueron y cosas que son y cosas que quizá serán. Pero si fueron, son o serán, ni siquiera el más sabio puede decirlo.’  ” subtitle=”Galadriel 7″ bg=”gray” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

La aplicabilidad8 que cada lector hará de los valores y las representaciones propuestas por el mismo Tolkien serán muy diversas porque hay un compromiso premeditado por el autor de poner en diálogo los conceptos de destino y libre albedrío a través de unos personajes “que vagan por la Tierra Media por medio de la «voluntad»”9. Algunos de los personajes son buenos pero humildes y al final se convierten en héroes, otros se erigen como el Mal personificado pero no siempre fueron malos en un principio. Cada uno mirará al espejo de Galadriel y verá una cosa diferente, unos verán un juego de luz y de sombras, otros vemos una ambivalencia entre dos antiguas formas de representación del Mal: la propuesta por la doctrina de Manes y otra por San Agustín, que comentaré en profundidad en los siguientes puntos.

Desde un principio yo vi en Aragorn algo que me llamaba la atención. Cuando se nos aparece como Trancos, por primera vez, vemos a un montaraz de misteriosos propósitos que provoca el pavor entre los parroquianos de la taberna. Sin embargo, bajo esos andrajosos ropajes se destapa el heredero al trono de Isildur. Poco a poco, se va haciendo con la confianza de la compañía del Anillo hasta convertirse en el líder de un movimiento para erradicar la sombra creciente. Sus compañeros ven en él un líder, no un heredero, y consigue la victoria a través de valentía, perseverancia y suerte. No deja de lado a su pueblo e incluso pone en riesgo la historia de amor de su vida (Arwen) para garantizar su supervivencia. Fue largo y complicado el camino que tuvo que tomar pero al final se convirtió en ese Príncipe de la Paz contra el Señor Oscuro, que canta Robert Plant. Aragorn libra una guerra pero hay una guerra constante en su estómago, una lucha entre el destino que había escrito para él desde que nació y las decisiones que debe tomar para estar a la altura.  La canción se acaba, sigamos…

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  1. SHIPPEY, TOM, The road to the Middle Earth, Capítulo 5 «Entrelazamientos y el Anillo»
  2. TOLKIEN, J. R. R., Mitopoeia: “Dios hizo las rocas pétreas, los árboles arbóreos, la tierra telúrica…Sin embargo los árboles no son “árboles” hasta que son nombrados y vistos…”.
  3. SEGURA, EDUARDO, El viaje del anillo, p. 43: “De esta manera, la mente de Tolkien comenzó paulatinamente a trabajar hacia atrás, es decir, elaborando una ciencia etimológica que le permitiera saber qué forma habían tenido los distintos idiomas inventados en un pasado imaginario. Pronto se hizo patente la necesidad de un escenario histórico –es decir, de un contexto narrativo, situado en el nivel de realidad propio de los mundos de ficción –que hiciera viables esos idiomas.”
  4. N. F CANTOR, Inventing the Middle Ages, pp. 212s: “A partir de las leyendas medievales noruegas, célticas y del Grial, conjuraron historias fantásticas de venganza y recuperación…una visión mitopoética del heroísmo medieval”.
  5. WALSH, FRANCES. BOYENS, PHILIPPA. JACKSON, PETER. Guión El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (2001): GALADRIEL (V.O.): “History became legend…legend became myth.” Esta cita es el hilo conductor de la estructura de la película de Peter Jackson.
  6. GENDLER, ALEX: How to recognize a dystopia. https://www.youtube.com/watch?v=6a6kbU88wu0&t=21s
  7. TOLKIEN, J. R. R.. «Libro II. Capítulo 7. El Espejo de Galadriel». El Señor de los Anillos.
  8. TOLKIEN, J. R. R..«Prólogo 2ª edición”. El Señor de los Anillos: “Creo que muchos confunden aplicabilidad con alegoría; pero la una reside en la libertad del lector, mientras que la otra lo hace en la dominación intencionada del autor”.
  9. SHIPPEY, TOM, The road to the Middle Earth, Capítulo 5 «Entrelazamientos y el Anillo».