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Ensayo: La representación del Bien y el Mal en El Señor de los Anillos

Autor: Pablo Melgar Salas

2. Maniqueísmo

[infobox maintitle=” ‘Ellos mismos no ven el mundo de la luz como nosotros: nuestras formas proyectan sombras en las mentes de los Jinetes, sombras que sólo el sol del mediodía puede destruir, y perciben en la oscuridad signos y formas que se nos escapan y es entonces cuando son más temibles. Y olfatean en cualquier momento la sangre de las criaturas vivientes, deseándola y odiándola; y hay otros sentidos, además de la vista y el olfato. Nosotros mismos podemos sentir la presencia de estos seres; ha perturbado nuestros corazones desde que llegamos aquí y aún antes de verlos; y ellos nos sienten a nosotros más vivamente aún’. ” subtitle=”Aragorn sobre los Espectros del Anillo 1″ bg=”red” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

La primera representación del Mal que podemos encontrar en El Señor de los Anillos es la procedente de la doctrina maniquea de las religiones gnósticas que se mezclaron con las corrientes cristianas durante los tres primeros siglos después de Cristo. Al final, el cristianismo consideró que estas manifestaciones religiosas eran una herejía. Sin embargo, la importancia de la gnosis como forma de salvación mística del alma gozó de una enorme popularidad y se expandió a lo largo de los continentes por medio de sectas religiosas como la de Manes, que es uno de los focos de análisis de este ensayo. 

Manes (215-276 d.C.) fue un líder religioso iraní, nacido en tierras del Imperio persa donde la religión zoroástrica predominaba sobre las demás. Los persas son considerados como uno de los pueblos más aventajados en la actividad de encontrar respuestas a las cuestiones metafísicas del mundo y de ahí proceden las concepciones dualistas entre “bien-mal, alma-cuerpo, luz tinieblas”2 que estructuran nuestro pensamiento hasta nuestros días. El profeta del zoroatrismo es Zarathustra que convenció a los pueblos del desierto iraní a seguir una de las primeras creencias monoteístas en torno a un Dios Supremo, llamado Ahura Mazda: “Un gran dios es Ahura Mazda, el que ha hecho esta obra que todo lo supera, que se ha hecho visible. El que ha producido la paz para los hombres, el que ha revestido a Dereios, el rey de sabiduría y bondad”3. Sin embargo, a su vez fue cogiendo fuerza un marco dualista entre un par dialéctico que se debatía entre Spenta Mainyu (polo positivo) y Angra Mainyu (polo negativo) que son la base de la concepción dualista del maniqueísmo. Sin embargo, según los estudios de Hervé Rousseau parece que “la concepción escatológica de la historia en Zoroastro parece tributaria de una tradición indoeuropea”; así que de esta forma encontramos la primera analogía con la influencia que la mitología escandinava de los mitos de Baldr, Loki y Ragnarök tuvieron tanto en Tolkien como en Manes 4.

A pesar de que el Imperio persa fue derrotado por los helénicos y más tarde por los partos, la concepción binaria entre un Dios de la luz (del  bien y de la sabiduría), por un lado, y otro de las tinieblas (del mal y de la ignorancia), por otro; se conservó en la religión. Fue bajo el gobierno de Ardexir I (226-240 d. C.) -quien restableció el Imperio persa- cuando se pudieron desenvolver las teorías de Manes. Para entender la idea de génesis que defendía esta secta religiosa sincretista, es muy esclarecedora la explicación extraída del Diccionario de filosofía de Ferrater Mora: “Al chocar en una zona fronteriza, la Luz queda obstaculizada por la Oscuridad (y viceversa). Este choque da origen al tiempo y al mundo, los cuales son el resultado de la ruptura de la primitiva dualidad y de la mezcla de las dos fuerzas contrarias” 5.

Ahora bien, para comprender la génesis del mundo secundario al que pertenece El Señor de los Anillos tenemos que partir de la idea de que “la totalidad de los escritos de Tolkien forma una continuidad, no tanto como cuerpo narrativo cuanto como un entramado de referencias que proporciona sentido a cada texto singular. Concretamente, cada texto se entiende mejor en relación al gran mural, el Silmarillion”6. Por lo tanto, para analizar la dicotomía entre Luz y Sombra desde el punto de vista maniqueísta de carácter dualista en el que existen dos sustancias desde el inicio de los tiempos: la Luz (Ormuz) que simboliza el Bien y la Oscuridad (Ahriman) que representa el Mal; debemos de acudir al Silmarilion antes, y nadie mejor que el propio Tolkien puede explicárnoslo: “El cuerpo principal del cuento, el Silmarillion propiamente dicho, trata de la caída de los más dotados de entre los Elfos; su exilio de Valinor (una especie de Paraíso, el hogar de los Dioses) en el lejano Oeste; su reentrada en la Tierra Media, la tierra de su nacimiento, desde largo tiempo bajo la égida del Enemigo, y su lucha con él, el poder del Mal todavía visiblemente encarnado. Recibe su nombre porque los acontecimientos se entretejen todos de acuerdo con el destino y la significación de los Silmarilli («radiación de luz pura») o Joyas Primordiales. La función subcreadora de los Elfos se simboliza principalmente por la hechura de gemas, pero los Silmarilli eran algo más que meros objetos de belleza como tales. Había la Luz. Había la Luz de Valinor, hecha visible en los Dos Árboles de Plata y de Oro. Éstos recibieron la muerte por acción maliciosa del Enemigo, y Valinor quedó a oscuras, aunque de ellos, antes de morir por completo, derivan las luces del Sol y de la Luna”7.

Es por esto que no podemos obviar el interés de Tolkien por el maniqueísmo a la hora de conformar una Creación de su mundo secundario basado en la lucha de los Elfos por mantener la Luz de Valinor contra los designios del enemigo por someter a su “especie de Paraíso” a la sombra. Pero, por otro lado, parece haber sido un interés genealógico, etiológico, psicológico y crítico el suyo, al dar al maniqueísmo un mito e incluso un origen demoniaco tras sus enseñanzas 8.

Volviendo al análisis de las teorías de Manes (con fuertes  influencias cristianas, orientales y zoroástricas), el líder religioso pretendió fundar una religión intachable que recogiera solamente los aspectos positivos de las demás. La mística maniquea tiene su origen en el deseo de salvación frente al dolor y al Mal de nuestro mundo. Precisamente por esto veneraban a dos “dioses inengengrados”: uno bueno (Dios) y otro malo (la Materia). Según este dualismo originario, el maniqueísmo contemplaba tres momentos para explicar el funcionamiento del origen de los tiempos: en el primer momento solamente existen la luz y las tinieblas, en el segundo momento (el de la Creación) se produce la mezcla entre la oscuridad que invade la luz y de esta forma se fatiga el cuerpo para salvar la naturaleza luminosa y, por último, cada raíz vuelve a su restitución. Teniendo en cuenta que para Manes, el poder de la Vida (espíritu) surge de la luz y el de la materia de las Tinieblas; podemos entender que ambos son “substancias emanadas de los dioses originarios” 9. De esta forma, la gnosis o salvación maniquea se basa en la salvación del alma (buena) frente al cuerpo (malo) como dos cánceres luchando por propagarse, como las tropas de Hombres y Orcos luchando en la Batalla de los Campos del Pelennor desde un plano cenital. Así que a los fieles de Manes se les sometió a una estricta purificación del alma basada en la creencia de que el hombre es un microcosmos en el que tiene lugar una pequeña Creación fundada en la lucha entre esas dos sustancias originarias, de esta forma la negación de los placeres materiales será la única manera de salvación del espíritu: ayuno, castidad, austeridad y un profundo ascetismo que llevará a la casi completa separación entre alma y cuerpo (gnosis) o a la desnutrición, según se mire.

Tras haber reflexionado sobre el tronco que fundamenta el maniqueísmo, que se podría resumir en que el Mal es una fuerza real y  presente, y en que su poder reside en la equidistancia con el Bien, con quien permanece en guerra constante; podemos extraer nuestra primera conclusión: tiene lugar una deliberada decisión de Tolkien de incluir algunos elementos maniqueos en su ficción. Las teorías maniqueístas ponen en marcha el funcionamiento de la ficción de Tolkien, pues el planteamiento de la Creación en el Silmarilion nace de una lucha primigenia entre la Luz y la Sombra; al igual que el punto de partida de El Señor de los Anillos: el retorno del Señor Oscuro en su búsqueda del Anillo y cómo todas las razas se unen para apoyar el retorno del Rey de los Hombres (Aragorn) y así hacer frente a la Sombra. De esta forma, podríamos decir que de momento no es Tolkien quien es maniqueo sino Sauron, quien se considera a sí mismo el Señor Oscuro en oposición a los hombres de Númenor 10.

Como vimos en el primer epígrafe, los tópicos literarios en Tolkien fueron cogiendo, poco a poco, un tamiz más épico desde que su mitología solamente se sustentaba en las lenguas creadas hasta que se le dio un contexto espacio-temporal y una problemática a la que someter a los personajes. Ese mundo surge de la colisión entre el mundo real y el interior de Tolkien. Dice Chesterton que la cualidad más original de cualquier hombre imaginativo reside en las ilusiones que crea 11. La Tierra Media surge del deseo de Tolkien de correr por las praderas de la Comarca que le recordaban a las campiñas de su infancia en Birmingham, en un contexto histórico en el que vivió la Primera Guerra Mundial desde dentro; lo que suponía una amenaza de que los verdes prados fueran arrasados por el avance tecnológico.

Gran parte de la crítica ha encontrado en el planteamiento de El Señor de los Anillos analogías claras con el juego de tronos de la Segunda Guerra Mundial: el auge de los nazismos con las tropas del Señor Oscuro pasando por el cuchillo 12 a los distintos pueblos de la Tierra Media, y la Revolución Industrial con la estrategia de Saruman basada en sacrificar la naturaleza en pos del avance tecnológico 13. Si pensamos en la situación que vivía Europa cuando Tolkien escribió El Señor de los Anillos, asolada por la conquista de los fascismos que arrasaban Europa gracias a una tecnología nunca antes vista e imponían el autoritarismo por medio de una las más crueles manifestaciones del Mal en la Historia de la Humanidad y en Sauron como un Señor Oscuro que intenta establecer una Edad del Orco (una raza totalmente sumisa14 a sus premisas) por medio de las mayores armas que la Tierra media ha conocido jamás (Saruman incluso hace uso de la pólvora en un contexto medieval15) con el único propósito de someter a todos los pueblos al poder de un Anillo; parece haber, en un análisis superficial, una analogía clara entre ambos mundos (el real y el secundario). Además, si pensamos en la campiña de Birmingham que fue, como según parece acordar toda la crítica, una base de inspiración clara en el imaginario de Tolkien; es impactante pensar en la imagen que se representa en la literatura actual sobre la ciudad inglesa. La serie inglesa, Peaky Blinders, estrenada en la BBC en septiembre de 2013, ofrece una versión de Birmingham como una ciudad totalmente industrializada y con un escenario de fachadas grises salpicadas por el humo; como si Saruman hubiese conseguido al fin someter a la Comarca en el capítulo «El Saneamiento de la Comarca».

Sin embargo, al ser ésta una de las primeras interpretaciones sobre El Señor de los Anillos, tras las reacciones de su primera edición 16, el propio Tolkien decidió esclarecer algunas incógnitas con respecto a los «significados ocultos o “mensajes”» 17, con motivo de la segunda edición de su obra: “No es una obra alegórica ni tópica… La guerra real no se asemeja a la guerra legendaria en su desarrollo ni conclusión…”. Por lo tanto, tal y como se pregunta el profesor Eduardo Segura al enfrentarse a las críticas maniqueas sobre El Señor de los Anillos; para apoyar tales interpretaciones, la lectura de esta obra tendría que ser analizada desde un punto de vista puramente cristiano que obviara la propia intención de su autor. De esta forma nos plantea la cuestión clave para llegar a la conclusión de este epígrafe: “¿intentó realmente Tolkien explicar este mundo a través de los ojos de un creyente, o simplemente narraba a partir de la sobreabundancia de su propia cosmovisión, y de su vida interior? 17”.

[infobox maintitle=” ‘…su dominio del mundo por acto creativo:

no es suyo adorar al gran Artefacto,

hombre, sub-creador, la luz refractada

a través de quien se astilla un único Blanco

en numerosos tintes que se combinan sin fin

en formas vivientes que van de mente en mente.'” subtitle=”J. R. R. Tolkien” bg=”gray” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

En el poema Mitopoeia que supone la síntesis de la poética de Tolkien, se nombra al “gran Artefacto” (que ya hemos visto cómo se pone en marcha) pero enfrenta la noción de hombre como “sub-creador” con la de “luz refractada” que supone el camino hacia la Verdad a través del “dominio del mundo por acto creativo”. Desde la perspectiva católica de Tolkien, nuestra capacidad para crear historias, leyendas y mitos es una especie de gracia proveniente de Dios (mitopoeia).

Si las historias que merecen ser contadas ocurrieron en el mundo primario (como puede ser la Muerte y Resurrección de Cristo para los católicos), la labor de los hombres es la de ser una especie de “mediador” entre la Verdad y los receptores de los mitos. De la misma forma en que la Biblia nos dice en el capítulo 2 del Génesis: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” El mandato de Dios de poner al hombre en su Paraíso para que éste lo perfeccionase es cumplido a través del consuelo del arte que nos esclarece los distintos atisbos de esa luz refractada que nos viene impuesta por el “gran Artefacto”. De la misma forma en que los maniqueos pretendían conseguir la gnosis a través de la negación de los placeres materiales que llevaría a la separación de cuerpo y alma, la redención que propone Tolkien con la mitología propuesta en El Señor de los Anillos a través de la sub-creación, se basa en que el hombre completará el mandato de Dios y encontrará las respuestas que de ninguna otra manera encontrará si no son impuestas (como es el caso del Maniqueísmo): es la única forma que tiene el hombre para escapar de la muerte y para llegar a un estado de evasión frente a la duda, que está íntimamente ligada con la búsqueda de conocimiento. Es por tanto la mitopoeia o el arte de contar historias un reflejo de la luz divina que se refracta en la técnica depurada por el sub-creador. La manera en que esa luz refractada se astille en diferentes tintes tiene que ver más con el libre albedrío que es el tema siguiente de mi ensayo.

[infobox maintitle=”

( usado bien o mal ). El derecho no ha decaído.

Creamos todavía por la ley con la que fuimos hechos.” subtitle=”J. R. R. Tolkien” bg=”gray” color=”black” opacity=”off” space=”30″ link=”no link”]

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  1. TOLKIEN, J. R. R., El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, Capítulo 11: «Un cuchillo en la oscuridad»
  2. DUSSEL, ENRIQUE D., El dualismo en la antropología de la cristiandad, p. 121
  3. DUSSEL, ENRIQUE D., El dualismo en la antropología de la cristiandad, p. 121
  4. TOLKIEN, J. R. R., Carta 131: A Milton Waldman: “Este legendarium acaba con una visión del fin del mundo, su rotura y reconstrucción y la recuperación de los Silmarilli y la «luz antes del Sol», después de una batalla final que, supongo, más debe a la visión escandinava de Ragnarök, que a ninguna otra cosa, aunque no se parece mucho a ella.”
  5. FERRATER MORA, José. Diccionario de Filosofía. 1ª parte: IDEAS Y MITOS DE LA LUZ Y DE LA SOMBRA, p. 86.
  6. SEGURA, EDUARDO, El viaje del anillo, p. 41.
  7. TOLKIEN, J. R. R., Carta 131: A Milton Waldman
  8. MCINTOSH, JONATHAN. Blog personal. Entrada Tolkien’s “Manichaeism”: https://jonathansmcintosh.wordpress.com/2012/05/22/tolkiens-manichaeism/
  9. DUSSEL, ENRIQUE D., El dualismo en la antropología de la cristiandad, p. 125
  10. MCINTOSH, JONATHAN. Blog personal. Entrada Tolkien’s “Manichaeism”: https://jonathansmcintosh.wordpress.com/2012/05/22/tolkiens-manichaeism/
  11. SEGURA, EDUARDO, El viaje del anillo, p. 48.
  12. TOLKIEN, J. R. R. El Señor de los Anillos: Las dos Torres. Libro cuarto. Capítulo 1: «Smeagol domado»: “La oscuridad que avanzaba veloz y se extendía rápidamente, se precipitó desde el este devorando el cielo… Los hobbits habían escuchado el mismo grito allá lejos en el Marjal cuando huían de Hobbiton, y ya entonces, en los bosques de la Comarca, les había helado la sangre. Aquí, en el desierto, el terror que inspiraba era mucho mayor: unos cuchillos helados de horror y desesperación los atravesaban paralizándoles el corazón y el aliento.”
  13. TOLKIEN, J. R. R. El Señor de los Anillos: Las dos Torres. Libro I. Capítulo 4: «Bárbol»: “Está planeando convertirse en un Poder. Tiene una mente de metal y ruedas y no le preocupan las cosas que crecen, excepto cuando puede utilizarlas en el momento.”
  14. TOLKIEN, J. R. R. El Señor de los Anillos: Las dos Torres. Libro I. Capítulo 3: «Los Uruk-Hai»: “¡Somos los combatientes Uruk-hai! Hemos abatido al Gran Guerrero. Hemos apresado a esos dos. Somos los sirvientes de Saruman el Sabio, la Mano Blanca: la mano que nos da de comer carne humana”.
  15. TOLKIEN, J. R. R. El Señor de los Anillos: Las dos torres. Libro I. Capítulo 7: «El Abismo de Helm»: Hablaban aún cuando las trompetas resonaron otra vez. Hubo un estallido atronador, una brusca llamarada y humo. Las aguas de la Corriente del Bajo se desbordaron siseando en burbujas de espuma. Un boquete acababa de abrirse en el muro y ya nada podía contenerlas. Una horda de formas oscuras irrumpió como un oleaje. -¡Brujerías de Saruman! -gritó Aragorn-.”
  16. TOLKIEN, J. R. R. «Prefacio», 2ª edic. El Señor de los Anillos: “Cuando aquellos cuyo consejo y opinión busqué hicieron que mis “escasas esperanzas” se transformasen en “ninguna esperanza”.”
  17. TOLKIEN, J. R. R. «Prefacio», 2ª edic. El Señor de los Anillos
  18. SEGURA, EDUARDO. J.R.R. Tolkien. Mitopoeia Y Mitología, p. 90.