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Diario de lectura

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Bulgaria

“Escribo en primera persona para cerciorarme de que sigo vivo.
Escribo en tercera persona para asegurarme de que no soy una mera proyección de mi propio yo, de que soy tridimensional y tengo cuerpo. A veces empujo un vaso y percibo con placer cómo se cae y se rompe. Eso es que aún existo y que mis actos tienen consecuencias.”

Biografía

Gueorgui Gospodínov: Narrar lo efímero, preservar lo eterno

Gueorgui Gospodínov (Георги Господинов en búlgaro; Yambol, Bulgaria; 7 de enero de 1968) es un escritor, poeta y columnista búlgaro, considerado el autor contemporáneo más leído y premiado de su país y una de las voces más relevantes de la narrativa europea actual. Traducido a veinticinco idiomas, su obra abarca poesía, novelas, relatos y ensayos. Todos ellos marcados por un estilo fragmentario y una constante indagación en la memoria, el tiempo y la identidad.

Carrera profesional

Licenciado en Filología Búlgara por la Universidad “San Clemente de Ojrid” de Sofía, ha compaginado su labor literaria con una sólida carrera académica y periodística. Investigador en el Instituto de Literatura de la Academia Búlgara de Ciencias, publicó en 2005 su tesis doctoral ‘Poesía y media, un estudio sobre la influencia del cine, la radio y la publicidad en la poesía búlgara de los años 40. Además, fue redactor del Periódico Literario durante más de dos décadas y editor de la edición búlgara de la revista Granta, donde contribuyó a la difusión del relato breve contemporáneo.

En el ámbito internacional, Gospodínov amplió sus horizontes gracias a becas en el Cullman Center de Nueva York (2017) y el Wissenschaftskolleg de Berlín (2019-2020), donde continuó explorando las conexiones entre memoria y narrativa. También ha colaborado en proyectos audiovisuales, escribiendo los guiones de los cortometrajes animados Blind Vaysha (2016) y Física de la tristeza (2019), ambos dirigidos por Theodore Ushev. Asimismo, ha experimentado con videoinstalaciones como Future Cancelled (2018), integrando imagen, tiempo y narración fragmentaria, elementos esenciales de su poética.

La poesía como génesis

Antes de alcanzar notoriedad internacional como narrador, Gueorgui Gospodínov consolidó su voz literaria en el ámbito poético. Su debut se produjo con ‘Lapidarium (1992), obra que le valió el premio de debut Primavera de Sur y que ha sido traducida al checo y al alemán, este último por eta Verlag en 2017. En sus versos, ya se vislumbran los temas que recorrerán toda su obra: el tiempo, la memoria y la fragilidad de lo cotidiano. A este primer poemario le siguió ‘El cerezo de un pueblo (1996, 1998, 2003), ganador del Premio Anual de la Asociación de Escritores Búlgaros, donde profundiza en la conexión entre paisaje rural y memoria personal.

La búsqueda de identidad y la reflexión sobre el yo se hacen más explícitas en ‘Cartas a Gaustín (2003), donde aparece por primera vez el personaje de Gaustín, que posteriormente reaparecerá en su narrativa. En 2007, publicó la antología ‘Baladas y disgregaciones, traducida al alemán como Kleines morgendliches Verbrechen (2010), una muestra de su poética fragmentaria y meditativa. ‘Allí donde no estamos (2016), su último poemario hasta la fecha, refuerza su estilo contemplativo y nostálgico, consolidando su presencia en antologías internacionales como New European Poets (Graywolf Press, 2008). La difusión de su poesía ha trascendido fronteras, con traducciones al portugués, macedonio, polaco y árabe, y sus versos forman parte del repertorio del taller teatral Sfumato, que prepara la puesta en escena de Leo Eliot, Escucho Beatles, una obra basada en sus poemas.

De la poesía al reconocimiento internacional

Gospodínov comenzó su carrera literaria a principios de los 90 con dos libros de poesía premiados en Bulgaria, es cierto. Sin embargo, el éxito internacional llegó con ‘Novela natural (1999), una obra breve pero poderosa que cuestiona la posibilidad de narrar la propia vida. Publicada en español por Fulgencio Pimentel en 2020, Novela natural relata la crisis de un hombre tras un divorcio, quien intenta escribir una novela que se convierte en un espejo fragmentado de su propia existencia.

En palabras de Le Courrier, se trata de una «máquina de construir historias», donde el autor juega con la estructura posmoderna para desdibujar la frontera entre lo real y lo ficticio. The New Yorker la definió como «un debut anárquico y experimental», mientras que The Guardian destacó su capacidad para ser «a la vez terrenal e intelectual».

El laberinto de la memoria: Física de la tristeza

En 2011, Gospodínov publicó ‘Física de la tristeza, una novela que consolidó su prestigio internacional. Basada en el mito del Minotauro, la obra es un viaje por los recuerdos de tres generaciones búlgaras atrapadas en el laberinto de la memoria. Publicada en español por Fulgencio Pimentel en 2018, la novela fue traducida a dieciocho idiomas y recibió múltiples galardones, entre ellos el Premio Jan Michalski (2016) y el Angelus Central European Literature Award (2019).

Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura, la calificó como «la prosa más avanzada del continente», mientras que Alberto Manguel señaló que es «una de esas raras excepciones que se presentan al lector como absolutamente nuevas».

La repercusión de la novela trascendió el ámbito literario cuando uno de sus relatos fue adaptado al cine en 2019 por Theodore Ushev, logrando una nominación al Óscar con el cortometraje Blind Vaysha.

La clínica del tiempo: Las tempestálidas

En 2020, Gospodínov presentó Las tempestálidas, una obra que explora el vínculo entre nostalgia, política y memoria. Publicada en español por Fulgencio Pimentel en 2023, la novela ganó el Premio Strega Europeo en 2021 y el Booker Internacional en 2023, situando definitivamente a Gospodínov en el panorama literario mundial.

La historia se centra en Gaustín, un enigmático flâneur que inaugura una clínica en Zúrich donde se recrean al detalle décadas del siglo XX para enfermos de alzhéimer. Pronto, personas sanas comienzan a solicitar ingreso en el cronorrefugio para huir de un presente insoportable. Así, el pasado se convierte en un refugio distópico que amenaza con invadirlo todo. Dice el propio Gospodinov que la obra es producto del “déficit de futuro” de una sociedad consumida por la nostalgia.

«Es el tipo de literatura más exquisito, sobre nuestra percepción del tiempo y su paso, escrito con un estilo magistral y totalmente imprevisible», opinó Tokarczuk sobre la novela.

Historias robadas y la poética del fragmento

En 2024, Impedimenta publicó Acerca del robo de historias y otros relatos, una colección de veintiún cuentos donde lo cotidiano se mezcla con lo extraordinario. Entre los relatos, encontramos un cerdo que narra su sacrificio el día de Navidad, una mujer que ve el pasado con un ojo y el futuro con el otro, y viajeros que cruzan los Balcanes en trenes nocturnos mientras huyen de sus propios recuerdos.

En una entrevista reciente, Gospodínov confesó: «A veces escribo un poema que contiene un relato o un relato que puede ser poético. Me parece que sobre las tres de la tarde se abre una especie de habitación dentro del tiempo, una dimensión en la que uno puede quedarse consigo mismo».

Esta estructura fragmentaria y evocadora es un rasgo esencial de su obra. «La brevedad es importante, como el ritmo. El lector tiene que tener la posibilidad de tomar aliento tras una frase y reflexionar sobre ella», asegura.

El duelo convertido en jardín: El jardinero y la muerte

En 2025, Gospodínov vuelve a sorprender con El jardinero y la muerte, una obra profundamente personal en la que aborda la muerte de su padre. «Mi padre era jardinero. Ahora es jardín», escribe al inicio del libro, un arranque que sintetiza la esencia de esta obra que no es un libro de duelo al uso, sino una reconstrucción caleidoscópica del padre perdido.

Gospodínov escribió este texto a mano, anotando gestos, palabras y silencios durante el mes que pasó junto a la cama de su padre. «Este es el primer libro que escribo a mano, pero no hubiera podido hacerlo de otra forma», afirma.

En el libro, el escritor evoca a su padre, Dinyo Gospodínov, en todas sus etapas: el joven con chupa de cuero y cigarrillo en los años 60, el hombre de negocios fracasado de los 90 y el anciano que enseña a los periodistas el jardín de su hijo tras el Booker.

Para Gospodínov, este libro es también un homenaje generacional: «Siempre he querido escribir un libro sobre los padres de nuestra época, una generación nacida a finales de la Segunda Guerra Mundial, que vivió la pobreza de los 50 y el comunismo, y que intentó empezar de nuevo tras la caída del Muro, fracasando en el intento».

En un mundo donde la muerte se esconde y se rodea de un halo aséptico, Gospodínov recupera el acto de acompañar a los moribundos hasta el final. «En Bulgaria todavía existe la tradición de despedir a los familiares en casa. Esa lección es la más importante que nos enseñan nuestros padres: no cómo se vive, sino cómo se muere», reflexiona.

Esta obra, que mezcla humor, ternura y crudeza, es para Gospodínov un acto de exorcismo literario: «Cuando mi padre murió, me sentí perdido. Pero tras escribir este libro, la conversación entre él y yo empezó a fluir de forma más fácil, y puedo convocarlo sin dolor», confiesa.

Memoria como refugio: el legado de Gospodínov

La obra de Gospodínov, desde Novela natural hasta El jardinero y la muerte, es un mosaico de historias que exploran las fisuras del tiempo y la persistencia de la memoria. En un mundo que huye del dolor y busca refugio en un pasado idealizado, el escritor búlgaro insiste en que la literatura es el último refugio contra el olvido:

«La memoria es nuestra única forma real de inmortalidad. Para la gente común, la inmortalidad es que te recuerde la siguiente generación. Y si también lo hacen tus nietos, es lo más que puedes pedir», concluye.

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