#5 El escudo de Aquiles.
Museo del Louvre (París) – Pablo Melgar © (2015) iPhone 6.
“Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentas
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?”
‘Oda a una urna griega’ (versión de Julio Cortázar) – John Keats
¡Bienvenido, lector! ¿Sabes cuál es el germen del poema y, a la misma vez, el gustillo que nos deja? De una imagen nace un texto y esta se deforma en la experiencia creadora del autor, hasta que lo lee otra persona. Ahí tiene lugar un comienzo, otra versión de esa misma imagen en las córneas del lector, de infinitos lectores e infinitas versiones de esa imagen que se propaga. Con palabras reflexionamos sobre esas imágenes, respondemos con poemas que actúan como conjuros: ¡son imágenes las que surgen en la mente del lector! Imágenes incompletas como sueños que solo muestran lo que se puede mostrar dentro de los limitados espacios del lienzo. Es innegable el contenido visual de la experiencia lectora. Cada córnea imagina su propia bestia.
Las matemáticas de la literatura
X = lector
x1 = Teoría sobre la écfrasis.
x2 = Ejemplos de écfrasis (literatura comparada).
Y= autor
y1 = Recursos para realizar una descripción.
y2 = Ejercicios de escritura creativa.
Z = artefacto.
z1 = Tema: el escudo de Aquiles.
z2 = Elementos internos verosímiles.
z3 = Relación externa.
z4 = Nuevo significado: el mito.
En la entrada anterior (‘Hablar con los muertos’) os dije que había muchas maneras de escribir, pero solo un camino que es la lectura. ¿Solo se puede conversar con los libros, entonces? Si las palabras nos provocan una reacción, ¿cómo no escuchar la reacción de la córnea ante una obra de arte? Debería empezar esta entrada sobre la écfrasis con la famosa definición de Horacio (Ars Poetica): ut pictura poesis (como la pintura, así es la poesía). También podría comentar esta cita de Simónides: “La pintura es poesía muda y la poesía una pintura que habla”. Pero empezaré por el final, solo por el gusto de llevar la contraria: a mí, las fotografías me ayudan a escribir.
¡Y no soy el único al que le pasa esto! Hace 2 años subí una entrada a mi blog (aquí encontrarás varios ejemplos de écfrasis contemporáneas) sobre el trabajo de la poeta y fotógrafa Mónica Picorel, y le pregunté cómo se expresaba:
“No tengo rutina ni método, nunca me siento a escribir, eso lo dejo para el final, para convertir el poema en objeto. Todo es factible cuando se trata de inspiración, una película, una conversación, el color de una comida, un sonido, una palabra …me gusta trabajar con lo cotidiano y transformarlo en objeto poético. Escribo durmiendo, cocinando, en el metro, donde sea que esté, tomo notas y después, unas veces con más acierto que otras, construyo el poema. La fotografía es muchas veces el punto de partida, soy muy visual, me resulta fácil generar un concepto, desarrollar toda una idea en torno a una imagen aparentemente insignificante”.
Museo del Louvre (París) – Pablo Melgar © (2015) iPhone 6.
La écfrasis
Los poetas/fotógrafos de nuestro tiempo crean a partir de la écfrasis o representación verbal de una representación visual (James Heffernan). La propia interfaz de Instagram se compone de una imagen y un texto. ¿Qué fue antes, la fotografía o el verso? Constantemente se nos invita a jugar a ese mismo juego: buscar palabras para las imágenes que deseamos compartir. Es la forma de expresión más común en nuestro tiempo. Como usuarios de este tipo de plataformas (Twitter, Instagram, TikTok…), somos desarrolladores también de un discurso transmedia, a través de dos géneros artísticos diferentes: la palabra y la imagen. Esos espacios comunes que miramos cuando abrimos un perfil conocido, tienen color y texturas reconocibles, puntos de vista que vuelven con otros paisajes. La observación de ese objeto que somos nosotros mismos, como usuarios.
El escudo de Aquiles
“Empezó por hacer un escudo grande y pesado; lo labró con arte por todas partes; alrededor le adosó un triple reborde brillante, y a partir de éste, un tahalí de plata. Cinco eran las capas del escudo, en el que hacía sus obras de arte con ingeniosa inventiva. Allí cinceló la tierra: allí, el cielo: allí, el mar: el sol infatigable, la luna llena; allí, las constelaciones todas, de que el cielo se corona: las Pléyades, las Híades y la fuerza de Orión; la Osa, a la que llaman Carro por otro nombre; ella gira sobre si misma y contempla a Orión: sólo ella no tiene parte en los baños del océano. Allí labró dos ciudades de hombres mortales, ciudades hermosas las dos”.
Canto VIII de la Iliada – Homero
¿Y cuál fue la primera écfrasis? En el Canto VIII de la Iliada (entre el siglo VIII a. C. y el siglo VI a. C.), Aquiles se encuentra roto y sin armadura. A causa de su negativa a participar en la batalla, Patroclo le había cogido la armadura (sin permiso) para enfrentarse a Héctor, quien le dio muerte y expolió su protección. Con el fin de establecer la paz, Tetis (la madre inmortal del héroe) le pide a Hefesto (dios de la forja y de las artes del metal) que haga una nueva armadura para su hijo. En ese punto de inflexión de la historia, Homero lleva a cabo una descripción minuciosa del escudo de Aquiles. Esta digresión supone, para los historiadores, “una fuente de información valiosísima para reconstruir la vida cotidiana de la Grecia de tiempos homéricos e incluso anteriores”; y para los lectores, un descanso en medio del ruido de la batalla. Homero preparaba así el terreno para la muerte del héroe.
“Cuando a Homero se le ocurrió la travesura de meter una obra de arte dentro de otra, como hizo al describir por lo menudo el escudo de Aquiles (Ilíada, XVIII, 478- 608), no sólo inventó un nuevo género literario, la ékphrasis, o descripción poética de una obra de las artes plásticas, sino que sentó un precedente que había de traer como secuela inmediata el que otro poeta, el Pseudo-Hesíodo, compusiese su Aspís o Escudo de Heraklés, y el que otros muchos artistas de la pluma se animasen a discurrir sobre insignes escudos —Esquilo sobre las rodelas de los Siete contra Tebas, Virgilio sobre el escudo de Eneas, Nonno sobre el de Diónysos— cuando no también sobre obras de arte o artesanía tan varias como los tapices de Ion (Eurípides), las puertas del antro de la sibila (Virgilio), las también puertas del templo de Hércules, en Cádiz (Silio Itálico), que debieron de ser algo así como las puertas de Ghiberti en el Baptisterio de Florencia, y hasta el lecho nupcial de Peleo (Catulo)”.
‘El escudo de Aquiles’ (2007) – Antonio Blanco Freijeiro
Ejercicio de escritura creativa
Podemos decir que la tensión entre la palabra y la imagen, ha sido un motor de escritura desde Homero, hasta la actualidad. Escribir lo que sentimos cuando observamos una obra de arte. El propio término deriva del griego, describir (ἐκφρ%ζω). Desde la Antigua Grecia, la écfrasis se ha planteado como uno de los ejercicios de retórica (praexercitamenta) fundamentales en el aprendizaje de la poesía y la oratoria, y el escudo de Aquiles la gran referencia. Se dice de alumnos, de hace muchos siglos, describiendo objetos reales o inventados.
Nivel básico: realiza la descripción de una obra de arte (en el tramo final de la entrada te daré las herramientas necesarias para llevarla a cabo).
Nivel medio: escribe, ahora, tu propio mito a través de un objeto. Encuentra alguna pieza que te represente, quizás un recuerdo de la infancia o de un viaje. Descríbelo, para contarte a ti mismo. Si no te apetece o no te decides por uno en concreto, invéntatelo. Crea con palabras un objeto que te represente.
Nivel avanzado: escribe tu propio escudo de Aquiles. En la Iliada, Homero organiza su propia cosmología del mundo en el que vive (como podemos ver en el esquema de abajo): sitúa en el centro a la Tierra, el mar, el sol, la luna y las estrellas, sobre el que pivotan dos ciudades enfrentadas (una en paz y otra en guerra). Para llevar a cabo tu descripción, tendrás que ordenar primero tu estructura del mundo y después pintarla en el escudo. Más adelante, veremos ejemplos concretos de este ejercicio.
Esquema del escudo de Aquiles.
Ejemplos de écfrasis (literatura comparada).
El ejercicio se convirtió, poco a poco, en recurso narrativo: la ‘pausa descriptiva’ (María Emilia Cairo) permite detener la narración para dar lugar a otro tipo de informaciones (juegos temporales o espaciales y otros datos que completen la trama), a partir de la representación de un artefacto. Y el recurso narrativo se convirtió en género (Antonio Blanco Freijeiro), ya que podemos observar su evolución a través de la Historia de la Literatura. No podía faltar este recurso en la Eneida (siglo I a. C.), la más obvia de todas las ‘versiones homéricas’ y su más famosa reescritura. De igual forma en que Homero había relatado la unidad del pueblo griego, Virgilio haría lo suyo para mitificar el linaje de Roma y a su emperador Augusto como directo heredero de esa gloria.
“Allí la historia de Italia y los triunfos romanos, sin ignorar a los adivinos y conocedor del tiempos venideros, los había forjado el señor del fuego, allí todo el linaje de su futura estirpe a partir de Ascanio y, por su orden, las guerras sostenidas”.
Eneida (Libro VIII) – Virgilio
‘Eneas huyendo del incendio de Troya’ (1871) – Laurent y Minier, Juan -Fotógrafo- (Autor de la obra original: Fonseca, António Manuel da)
En su huida de Troya, el héroe Eneas se enfrenta al Mediterráneo como Ulises (Odisea) y acabará librando una guerra para conquistar el Lacio (Ilíada). En su Libro VIII (curiosa casualidad), Virgilio relata cómo Venus (la madre inmortal del héroe) encarga a Vulcano (dios de la forja y de las artes del metal) una armadura para proteger a Eneas en su enfrentamiento con los rútulos. En ese punto de inflexión de la historia, Virgilio lleva a cabo una descripción minuciosa del escudo de Eneas. Esta digresión supone, para los historiadores, una serie de imágenes “como símbolo y presagio de la futura gloria de Roma”; y para los lectores, un descanso en medio del ruido de la batalla. Virgilio preparaba así el terreno para la victoria del héroe.
“El escudo de Aquiles representa de manera similar un conjunto de imágenes amplias en círculos concéntricos que irradian hacia afuera desde una escena central de dos ciudades: una en guerra y la otra en paz. John Penwill ha notado que, a diferencia de Homero, Virgilio invirtió el orden de las imágenes en el escudo de Aquiles, enfatizando la centralidad de Roma y la insignificancia de la vida bárbara. Donde Homero comienza con los elementos que irradian hacia el exterior de los acontecimientos del hombre, Virgilio comienza con Roma”.
Ahora viajamos en el tiempo hasta 1952, cuando W. H. Auden intentó describir el escudo de Aquiles y no vio más que humo y ceniza. En su reescritura, Tetis busca la belleza en el artefacto pero no la encuentra y acaba gritando “desgarrada, ante lo que el dios había elaborado para agradar a su hijo”. Por su parte, Hefesto se aleja cojeando. La imagen de posguerra es apocalíptica, puesto que los mismos dioses han caído en la desesperación. La descripción compara los símbolos homéricos y la visión del autor respecto a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. El mismo intento de construir un cuadro, a través de palabras que explican un mito.
“Tetis miró sobre el hombro de Hefesto, buscando viñedos y olivares,
ciudades de mármol bien gobernadas y bajeles sobre indómitos mares;
pero en el reluciente metal las manos del divino orfebre habían dispuesto
un desierto bajo un cielo de plomo”.
El escudo de Aquiles – W. H. Auden
Las imágenes congeladas de estos escudos pretenden representar el mito del pueblo griego, su actualización en Roma y la postal oscura de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, como en un cuadro. Todas comparten el elemento de la contemplación: el lector (X) mira a través de los ojos del autor, (Y) que a su vez mira el artefacto (Z).
X = lector
Y= autor
Z = artefacto (el escudo de Aquiles)
Cuesta de San Gregorio (Granada) – Pablo Melgar © 2023
Recursos para realizar una descripción
La écfrasis, por tanto, representa la percepción y pertenece a los géneros textuales descriptivos: “representar a alguien o algo por medio del lenguaje, refiriendo o explicando sus distintas partes, cualidades o circunstancias” (RAE). Las características fundamentales de una buena descripción son la concisión, la justificación (elementos no gratuitos), su relativa independencia respecto al resto del texto (co-texto), su caudal léxico (conocimiento del autor, términos especializados y organizativos) y su dependencia de la perspectiva (subjetividad). Las buenas descripciones consiguen que le robemos los ojos al autor y miremos a través de ellos.
“La descripción del tipo VER es quizá la más común, y se basa en la posibilidad de ver u observar la realidad del personaje en cuestión. Supone un medio favorable, como, por ejemplo, una ventana, una puerta abierta, un lugar elevado, etc, desde donde se puede contemplar un paisaje, unas personas…etc. También implica una motivación, o un pretexto: lo característico de este tipo de descripción es el paseo, la cita, la llegada a un sitio desconocido… etc. Se abre la secuencia descriptiva cuando empieza uno de esos temas y se cierra cuando éste acaba. Por ejemplo, un paseante se detiene en lo alto de una colina; contempla un hermoso paisaje, lo que justifica su descripción, acabando ésta justo cuando reanuda su paseo”.
‘La descripción: análisis y producción de textos descriptivos’ – María José Berasain de Diego
De este modo, la contemplación siempre tiene lugar en un contexto determinado pero centrémonos ahora en el objeto descrito: el escudo de Aquiles. En la Iliada, Homero recurre a esta écfrasis cuando Tetis recibe la armadura de Hefesto. A continuación, vamos a desgranar la estructura de los textos descriptivos, a través de algunas figuras retóricas que nos pueden servir para armar nuestra composición.
Tema (fase 1): el objeto es el elemento iniciador de la descripción, el escudo de Aquiles.
Sinécdoque (fase 2): se desarrolla la estructura interna del objeto y la relaciones de dependencia entre sus elementos.
Definición de la RAE: “Designación de una cosa con el nombre de otra, de manera similar a la metonimia, aplicando a un todo el nombre de una de sus partes, o viceversa, a un género el de una especie, o al contrario, a una cosa el de la materia de que está formada, etc., como en cien cabezas por cien reses, en los mortales por los seres humanos, en el acero por la espada, etc”.
Verosimilitud (fase 2): a la hora de representar los elementos internos de un objeto es recomendable empezar de lo general a lo concreto, en un orden coherente con la experiencia visual de cualquier persona y aportar, por último, detalles muy concretos que le otorguen la apariencia de verdadero. Cuando observamos una obra de arte, ponemos más atención en unos elementos que en otros. La capacidad y la perspectiva de esa interpretación personal convierte a esa experiencia en única.
Metonimia (fase 3): se desarrolla la estructura externa del objeto, respecto a la relación de dependencia de este con otros objetos.
Definición de la RAE: “Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; p. ej., las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria, etc”.
Metáfora (fase 4): una vez que se han puesto sobre la mesa los elementos compositivos del objeto y su relación con los demás, es momento para entablar comparaciones. La metáfora es un desplazamiento del significado original (escudo concreto de la armadura de Aquiles) en su relación con otro que lo trasciende. El escudo de Aquiles es la representación de una obra de arte pero también de la cosmología de la Antigua Grecia. Esta es la parte más filosófica de la literatura. Homero consiguió crear un mito.
Definición de la RAE: “Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, como en las perlas del rocío, la primavera de la vida o refrenar las pasiones”.
En resumen, el escudo pone en marcha la descripción (el tema), después se especifican los elementos que componen el objeto (estructura interna), su relación con los demás (estructura externa) y, por último, la creación de un nuevo significado: el mito. En la descripción del escudo, se opera desde lo concreto hacia lo universal.
Las matemáticas de la literatura
X = lector
x1 = Teoría sobre la écfrasis.
x2 = Ejemplos de écfrasis.
Y= autor
y1 = Recursos para realizar una descripción.
y2 = Ejercicios de escritura creativa.
Z = artefacto.
z1 = Tema: el escudo de Aquiles.
z2 = Elementos internos verosímiles.
z3 = Relación externa.
z4 = Nuevo significado: el mito.
‘Thetis Bringing the Armor to Achilles’ (1806 – 1808) – Benjamin West
Las pinturas neoclasicistas, como esta de Benjamin West, recuperan los mitos literarios de la Antigüedad. Esta obra nos permite recapitular la información de esta entrada, para que no se te quede la cara de Aquiles (en esta imagen), cuando Tetis le entrega el escudo y se ve obligado a enfrentar la muerte. ¿Quién es tu Tetis y qué objeto te entrega?
En el poema de John Keats que abre y cerrará esta entrada, el autor le pregunta al friso de una urna griega como si hablase directamente con los muertos. Se dice de un poeta romántico inglés que en la primavera de 1819 escribió uno de sus mejores poemas, a causa de la impresión que le produjeron ‘los mármoles de Elgin’ en el Museo Británico. Le preguntó a la urna y esta le contestó: “«La belleza es verdad y la verdad belleza».
¿Qué leyenda?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres?
¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante?
¿Quién lucha por huir?
¿Qué es ese salvaje frenesí?
¿Qué te contesta a ti la obra de arte, cuando le haces preguntas? En la siguiente entrada veremos qué nos contestan las fotografías a la hora de escribir poemas.
‘El jarrón de Sosibios’ (1819) – John Keats
“¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»… Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta”.
‘Oda a una urna griega’ (versión de Julio Cortázar) – John Keats
‘Achilles Last Stand’ (1976) – Led Zeppelin
Si alguno de los ejercicios propuestos te llevan a escribir, te animo a que compartas conmigo tus textos en los comentarios (aquí abajo) o en mi e-mail personal: melgar.pablo@gmail.com. Así podremos compartir impresiones, de igual a igual, y aprender el uno del otro.
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