Cuando tenía doce años había quedado tan extasiado por la trilogía de El Señor de los Anillos que decidí alistarme en el mundo de Tolkien y compré de golpe cinco de sus libros. Empecé por El Hobbit , por aquello de seguir un orden cronológico, ya que el Silmarillion era demasiado complejo para mi corto bagaje literario. Me pareció un cuento delicioso que devoré en apenas unos días y su tono era mucho menos trascendental que el de la trilogía del anillo, su historia era un cuento para niños y su hilo temporal te arrastraba de capítulo en capítulo en un abrir y cerrar de ojos en busca de más. Esto no pasa en la segunda parte de “El Hobbit” en la gran pantalla, “La desolación de Smaug”, y ello tiene una simple explicación: ya hemos visto El Señor de los Anillos.

Aquel anillo que Bilbo encontrara en la Caverna de Gollum era un aspecto mágico más en ese cuento que Tolkien escribió para sus hijos que es “El Hobbit”. Está claro que algunos pensamientos, más allá de los que relata en el libro, tenía en su mente el  autor sudafricano sobre el Anillo, pero en aquel momento todavía no era la causa de una enorme Guerra que decidiría el futuro de toda su Tierra Media, era un objeto determinante para su cuento pero mucho menos trascendente de lo que sería después, en esa enorme secuela llamada “El Señor de los Anillos”.

Nosotros, los espectadores, tenemos otra visión del Anillo y cada vez que sale en escena aguantamos la respiración y recordamos el rostro de dolor de Frodo y sus contemporáneos. Nuestra mirada ya no es la mirada relajada de quien disfruta de un cuento para niños. Y es lo que pretende Peter Jackson al avanzarnos el resurgir de Sauron y cómo reagrupó sus filas una Edad después de que le hubiera sido arrebatado el Anillo de poder, alargando sustancialmente el metraje.

A mí me parece fascinante la recreación de la Tierra Media, que Peter Jackson ya ha hecho suya para hacernos llegar esas historias de entreguerras que siempre quedan fuera del tintero de las grandes épicas y acaban relegadas a los manuscritos que leen aquellos que quieren ir más allá. Yo me considero uno de ellos y, aunque en ocasiones no reconozca la historia que hace diez años leí o en momentos la trama se ralentice en exceso, agradezco ese tono más sobrio y lleno de información sobre los acontecimientos de la mitología Tolkien.

Esta segunda parte tiene momentos de cuento, tan hilarantes como ver a los trece enanos con sus barbas y barrigotes embutidos en unos barriles de vino huyendo río abajo o luchando contra una plaga de arañas gigantes que se los quieren comer, siempre tan al límite y tan disparatados que rascan carcajadas en el auditorio. Pero también tiene escenas épicas lideradas por la figura de Thorin Escudo de Roble y su gran fortaleza como rey enano para hacer realidad su gran causa de reconquistar el hogar de su pueblo.

Aún así la gran baza de esta segunda entrega es el dragón Smaug, con esa personalidad de perro viejo que infunda en el libro en una batalla argumental mantenida con Bilbo (interpretado magistralmente por Martin Freeman) y una voz original (Benedict Cumberbatch) que te hiela los huesos. Un fabuloso acabado estético tiene el dragón en cada una de sus escamas de hierro y verlo dormitar sobre un mar de tesoros está a la altura de mi imaginación de lector.

Una película magnífica para los amantes de la mitología de Tolkien y una película de aventuras larga y entretenida para aquellos que la ven con ojos neutrales. Yo quedé enamorado de su dragón y de las calles de Esgaroth, esa Venecia medieval que el hombre creó en las orillas del lago Largo, en las faldas de la Montaña Solitaria donde vive el dragón Smaug. Mejora la primera parte aunque su banda sonora no está la altura de las anteriores entregas.

Permito todas las concesiones que Peter Jackson se toma para reinterpretar el texto si su elfa inventada es como Tauriel o si es para llenar los huecos de mi curiosidad sobre los acontecimientos en torno al Anillo. Cada viaje a ese universo es un regalo. A mí, rotundamente, me gustó El Hobbit.

Pablo Melgar

I see fire – Ed Sheeran

Título original: The Hobbit: The Desolation of Smaug

Año: 2013

Duración: 160 min.

Director: Peter Jackson

Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Fran Walsh, Guillermo del Toro (Novela: J. R. R. Tolkien)

Música: Howard Shore

Fotografía: Andrew Lesnie

Reparto: Martin Freeman, Richard Armitage, Ian McKellen, Aidan Turner, Luke Evans, Evangeline Lilly, Ken Stott, Orlando Bloom, Graham McTavish, James Nesbitt, Jed Brophy, Stephen Hunter, Ken Stott, John Callen, Adam Brown, Dean O’Gorman, William Kircher, Peter Hambleton, Mark Hadlow, Lee Pace, Ryan Gage, Stephen Fry, Mikael Persbrandt, Sylvester McCoy, Manu Bennett

Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / New Line Cinema / WingNut Films
Género: Fantástico. Aventuras. Acción. Fantasía medieval. Espada y brujería. Dragones. Secuela. 3-D
Nota: Excelente
Nota filmaffinity: 6,8
Nota IMDb: 8