A menudo me pregunto si los verdaderos responsables de las grandes guerras eran totalmente conscientes de todo el sufrimiento que generaban sus dedos índices al señalar. Quizás no lo eran y su ignorancia les hacía envalentonarse. Es posible que los libros de historia no fueran suficientemente explícitos para hacerlos llorar por aquellos soldados a los que mandaban morir. Estoy convencido de que no eran conocedores de las verdaderas consecuencias que sus actos de despacho traerían consigo, ellos no tenían cine que les hiciera ver la realidad.
Mi hipótesis no se sostiene del todo puesto que siguen habiendo enfrentamientos sangrientos entre nosotros, los humanos, después de que hayamos sido testigos de las masacres que hemos creado a lo largo de la Historia, a través de la gran pantalla. Pero, por otro lado, si yo he sufrido viendo Hermanos de Sangre no creo a nadie capaz de no hacerlo.
Gracias a Hermanos de Sangre conocemos el sentimiento de todos aquellos jóvenes americanos que se alistaron a finales de los años treinta, de forma totalmente voluntaria, para ser parte del regimiento 506 de paracaidistas, en la Easy Company. Algunos de aquellos muchachos que apenas empezaban a afeitarse habían sucumbido al suicidio por no haber sido admitidos en las filas americanas que lucharían en Europa en la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los que fueron aceptados correrían la misma suerte en el frente.
¿Está justificado verlos morir incluso antes de tocar el suelo con sus pies, bombardeados por unos alemanes que agujereaban el cielo de Normandía la noche del Día-D? Aquel día se vio llover miles de soldados sobre las campiñas francesas dispuestos a sorprender a la artillería nazi, centrada en acribillar a los batallones que desembarcaban en la playa Utah. Saltaron en emergencia, trazando un nuevo plan para seguir con vida y aterrizaron incluso sin armas, dispuestos a matar alemanes y reconquistar el suelo francés.
A los supervivientes se les vio morir en suelo holandés, meses después, tras haber sido recibidos como los salvadores que eran de aquel tormento nazi. ¿Con que razón se les privó a todos aquellos soldados, que no llegaban a la veintena, de vivir los años que se les había prometido al nacer, el día en que las tropas alemanas estuvieron más ávidas?
No había ningún argumento sólido que me convenciera de que había un motivo razonable por el que los hombres de la Easy Company murieran en la fría Bastogne, congelados o hechos trizas por los fuegos artificiales alemanes. Cuerpos mutilados, miradas de terror y enfermerías, sin recursos, atestadas de cuerpos moribundos que veían caer sobre sí los techos bombardeados. Larga fue la espera en aquellas trincheras nevadas que ellos mismos cavaron con sus manos hechas hielo y abrazados para compartir el calor dormían lo que podían entre árboles quemados y amigos yaciendo en las trincheras contiguas.
Y conforme avanza la trama y veo los ojos apagados de las últimas vidas que se cobraron los nazis, a la desesperada incluso tras la muerte de Hitler, me convenzo más de ello. Todas las familias rotas por una guerra que se desarrollaba a miles de kilómetros de sus hogares, cada hombre que dio su vida por una causa que, conforme se erradicaba el conflicto, menos entendía.
Pero, finalmente, encuentro una explicación a todo lo que ha hecho de mí un hombre más frío tras ver esta miniserie de diez episodios. Observo los cuerpos escuálidos y cadavéricos de los judíos olvidados en los campos de exterminio y recuerdo cada una de las imágenes que el cine me ha brindado sobre todo el martirio que somos capaces de generar entre nosotros. Entonces es justo luchar contra ello, contra nosotros mismos y contra nuestra cara malvada.
Una serie magnífica producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, basada en los recuerdos de los personajes reales que combatieron en la Easy Company y que podemos verlos llorar tantos años después al rememorar los acontecimientos que les marcaron como ningunos otros. Un reparto magnífico, lleno de caras conocidas y actuaciones brillantes, será encargado de encarnar la piel de estos héroes de guerra que nos libraron de uno de los episodios más crudos que ha vivido la Humanidad. Les llegamos a querer como se querían entre ellos y como se siguieron queriendo tras la guerra, como hermanos de sangre. Menos mal que tenemos el cine para recordarnos lo que somos.
Pablo Melgar
String Quartet No. 14 C Sharp Minor – Beethoven
Título original: Band of Brothers
Año: 2001
Duración: 705 min. (10 episodios)
Director: Stephen AMbrose (Creator), David Frankel, Tom Hanks, David Leland, Richard Loncraine, David Nutter, Pul Alden Robinson, Mikael Salomon, Tony To
Reparto: Damian Lewis, Ron Livingston, Donnie Wahlberg, Scott Grimes, Peter Youngblood Hills, Shane Taylor, Neal McDonough, Dexter Fletcher, Rick Gomez, Michael Cudlitz, Nicholas Aaron, James Madio, Michael Fassbender, Kirk Acevedo, Philip Barantini, Ross McCall, Joseph Liegbott, Nolan Hemmings, Rick Warden, Robin Laing, Doug Allen, George Calil, David Schwimmer, Matthew Settle, Jamie Bamber, Colin Hanks, Tom Hardy, Stephen Graham, Simon Pegg, Andrew Scott, James McAvoy
Género: Bélico, II Guerra Mundial, Ejército, Basado en hechos reales, Miniserie de TV
Nota: 10 Excelente
Nota filmaffinity: 8,5
Nota IMDb: 9,6
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