#ego_blog

marzo, 2018. Berlín.

La puerta de Brandenburgo me ha parecido más pequeña de lo que recordaba, cuando a los 19 años un hombre vestido de pollo me sacó un pavo por hacerse una foto conmigo. Entonces no me importó, el simple hecho de estar allí ya era una alucinación. Mi impresión es que la siento a escala reducida, como el Partenón en el British Museum, con el público apostado en el silencio de la penumbra. También me recuerda a cuando de niño usaba todo el presupuesto local para ponerla a la entrada de mi pueblo del Sim City 4 (del que yo era su Excelentísimo Alcalde). Luego tenía que bajarle el presupuesto a la Sanidad y la Educación, y así me veía a mí mismo convertido en aquello que siempre me había repugnado, cuando me oí gritar en medio de una manifestación: ¡MALDITOS MATASANOS SE QUEJAN POR VICIO! Tiempo después, el museo cambia sus exposiciones y ya no hay manifestaciones de médicos ni pollos buscavidas sino vendedores ambulantes con luciérnagas de souvenirs, así que permanezco callado con el móvil en la mano y la mano en el mentón.

Pablo Melgar,

mi álter ego #travelblogger

Brandenburg Gate – Lou Reed & Metallica