Pietro es un donjuán italiano que vive para acostarse con una mujer cada día y lo consigue, o eso cree él, puesto que anda por la calle con “Some girls” de fondo. Él la escucha en su cabeza mientras repasa en su mente todas las faldas que ha profanado. A ritmo de los Rolling Stones le vemos abrir el portal de su casa y caminar al son de la música, muy a lo Tony Manero. Su cabeza se contonea y una media sonrisilla de imbécil se adueña de su cara mientras se dice a sí mismo: “soy un triunfador”.

 

De vez en cuando dispara con sus dedos a alguna belleza con la que se cruza, guiñando un ojo y creando un sentimiento de repugnancia en la joven. Pero Pietro no se desmotiva, es más, se lo toma como una victoria. Y canturrea, mientras masca chicle: “Some girls I give all my bread to, I don’t ever want it back”.

 

Bajo esa facha de “moderno pasado de moda” vive el Pietro albañil, que fosiliza en la obra unas diez horas al día. Él está contento con su trabajo, pues tonifica sus músculos y le hace mantener la talla M de sus camisas. Sus compañeros de trabajo son hombres de poco mundo, al igual que él, y se creen todas los chismorreos que Pietro les cuenta acerca de su vida sexual. En realidad él mismo se las cree también y se regocija en su rol de semental.

 

En cuanto sale de la obra se acerca a la peluquería de su primo Martino “el mariquita”. A él mismo le encanta ese sobrenombre y a cada cliente lo aborda diciéndole: “¿Te cuento un chiste de mariquitas?”. Es un personaje muy querido, sobre todo por Pietro, que tiene tarifa plana para ducharse y hacerse un chequeo de su pelo y piel, absolutamente todos los días.

 

-“Cariño, tienes que usar protector solar si no quieres echar a perder todo el trabajo que he hecho en esta piel”-dice Martino.

 

-“Tienes razón, Martino. Pero es imposible no quemarse después de estar cargando ladrillos desde las siete de la mañana”-responde Pietro.

 

-“¡Qué perra me ponen los albañiles!”-exclama Martino, desaforado.

 

-“¿Qué es lo que te pone perra, Martino?”-pregunta una voz grave como la noche desde la oficina. Es Abelardo, el novio de Martino. Un animal de dos por dos metros. Sus músculos parecen hervir dentro de su piel y estar a punto de explotar. La camiseta de tirantes blanca que usa es talla XXL y parece una S sobre el torso de un oso.

 

-“¡No te preocupes, cariño! ¡Este es el único culazo que me la pone tiesa!”-grita Martino, con la mayor excentricidad que puede.

 

-“¡Te he dicho mil veces que no me metas mano en público, Martino! ¿Qué imagen quieres dar a los clientes?”-responde cabreado Abelardo.

 

-“Si solo estamos Pietro, Angélica y nosotros dos. Y a Angélica no le importa, ¿verdad, mi amor?”-argumenta Martino.

 

-“Por mí no os cortéis…sois jóvenes y guapos, ¡tenéis que aprovechar!”-responde Angélica entre una sonrisilla, una mujer de unos setenta años, sin quitar ojo a los músculos de Abelardo.

 

-“¿Has visto, Abi? A Angélica no le importa y Pietro está curado de espanto, ¿verdad, Pietro?”-dice Martino.

 

-“Ni me había enterado…”-responde Pietro, haciéndose el interesante. Ensimismado en mirar el espejo.

 

-“¡Te lo vuelvo a repetir, Martino! ¡Como me vuelvas a llamar Abi…!”-exclama cabreado Abelardo.

 

-“¡Qué cachonda me pones cuando te cabreas!”-dice Martino, mientras da los últimos retoques a las puntas del pelo rizado de Pietro-“¡Ya estás! ¡Anda lárgate,

maricón!”

 

Pablo Melgar

 

Some girls – The Rolling Stones